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La función significativa de las expresiones es la que discrimina qué excitaciones son señales
(por su pertenencia a un mensaje) y cuáles no (por su pertenencia a otra entidad cualquiera
de las percibidas en un acontecer o en una situación) y viene regulada por códigos de
comunicación, los cuales no sólo reducen la selección de secuencias posibles de señales
(mensajes), sino que también establecen articulaciones entre mensajes y referencias.
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Los procesos de codificación, entonces, constituyen procedimientos operativos en virtud de
los cuales se seleccionan mensajes y referencias, a fin de producir una transmisión de
señales por cuyo uso se pueda establecer una interacción con un destinatario; mientras que
los procesos de decodificación constituyen procedimientos operativos en virtud de los
cuales, primero, se identifican mensajes o expresiones de un código y,
después, referencias a través de las cuales se participa de una interacción iniciada por un
emisor.
Las regulaciones del trabajo expresivo son efecto de pautas adquiridas para producir y
reproducir los significantes, mientras que las regulaciones de la actividad representativa, en
la comunicación, son efecto de un modelo de instrucciones para operar con significados. En
la tradición lingüística, y especialmente en la semiótica, se ha dado por supuesto que el
acoplamiento de ambas regulaciones es establecido por los códigos de la comunicación; sin
embargo, este es el objeto de las polémicas más importantes entre lingüistas, semiólogos y
comunicólogos, o entre teóricos del lenguaje y teóricos de la comunicación.
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Sociedad y conocimiento en los procesos de codificación-decodificación de
mensajes
Ahora bien, los sujetos, es decir, los ejecutantes de los procesos de comunicación, poseen
una imagen y en todo caso rechazan o usan unos determinados sistemas de transmisión de
señales y unos determinados mensajes y referencias, anticipando o controlando
simultáneamente otros procesos en los que no se puede excluir dimensiones sociales,
económicas, cognitivas...
Los objetos y/o prácticas, que en definitiva constituyen el blanco material de su actividad
operativa, nunca se crean de la nada, sino que son productos sociales e incluso económicos
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(mercancías), y por supuesto antes que objetos y/o prácticas materiales, objetos de
conocimiento...
Finalmente, las regulaciones, sin las cuales nunca se daría un trabajo expresivo ni
representativo-referencial, no podrían mantenerse como resortes conductuales sin lógicas y
nociones conceptuales que atañen a la actividad cognitiva, ni sin normas y valores sociales
que atañen a la interacción social.
Uno de estos sistemas se manifiesta por aquel conjunto de procesos posibles que atañen a
la interacción humana en los términos en que ésta supone: a) que los sujetos actúan en
calidad de seres vivos dotados de capacidades superiores en la transformación del entorno,
y de cuya autonomía de acción se sigue la construcción cognitiva de la subjetividad personal
y de la objetividad del entorno; b) que los objetos y/o prácticas consolidados son, o bien
entidades que estimulan sus acciones o que reciben sus reacciones conductuales, o bien
instrumentos de que los sujetos se sirven para dominar otros objetos y/o prácticas; y c)
que, finalmente, las reglas que ordenan la actividad de los sujetos, son aquéllas que atañen
a la forma de operar (lógicas), o al orden de las nociones con que se opera (conocimiento
o saber).
Otro de estos sistemas se manifiesta por aquel conjunto de procesos posibles que tienen
que ver con la interacción humana en los términos en que ésta supone a) que los sujetos
actúan en calidad de miembros de una colectividad social; b) que los objetos y/o prácticas
son productos (bienes o servicios) destinados al intercambio (con un valor de cambio
equivalente o no a otros productos), o bien medios de producción, distribución y consumo
de otros productos; y c) que, finalmente, las reglas que ordenan la interacción consisten en
normas que se adecuan al valor social atribuido a las posiciones que los miembros ocupan
en la comunidad y/o en sus procesos de producción social.
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receptores de señales), o bien expresiones o mensajes asociados a referencias, que no
pueden tener una consistencia física sin una materia prima (fuente de señales) y sin una
configuración de modulaciones energéticas sensorialmente perceptible; y c) que,
finalmente, las reglas que facilitan este tipo de interacción, sean pautas de transmisión de
señales y códigos de significación.
CUADRO 1
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reproducción de imágenes o de rituales, se añaden aquellas otras particulares de la
producción y reproducción de «textos» cuyo formato (periodismo, ciencia, arte, teatro,
oficios religiosos, celebraciones, etc.) es estable para identificar el «contexto» social y
cognitivo en que se producen, y cuyo dominio es objeto de aprendizaje especializado para
los profesionales que contribuyen a su producción social.
Brevemente, a los «significantes» que son señales producidas por pautas expresivas, los
códigos de significación les proporcionan «significados», a cuyo sentido en la interacción
contribuyen los «estatutos axiológicos» y los «estatutos epistémicos»; mientras que a las
conductas que son producto de pautas sociales, los «estatutos axiológicos» le proporcionan
la «justificación», a cuyo sentido contribuyen los «códigos de significación» (las leyes
siempre se expresan mediante enunciados) y los «estatutos epistémicos» del conocimiento
compartido. Finalmente, a las operaciones en virtud de la cuales los sujetos anticipan su
conducta, los «estatutos epistémicos» les proporcionan las «nociones conceptuales», a cuyo
sentido en cada situación contribuyen los «códigos de significación» (las nociones son
expresables mediante términos y proposiciones) y los «estatutos axiológicos» de la
conducta social.
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lugar a la «significación» de las expresiones, a la «justificación (ética)» de las conductas
sociales, y a las «nociones conceptuales» del ecosistema humano (es decir de la cultura); se
ve claro entonces que el sentido de las situaciones y por supuesto, el sentido de las
prácticas humanas históricas, en ningún caso es exclusivo de uno solo de los sistemas de
interacción que hemos considerado, pero en todos los casos uno de ellos prevalece sobre los
otros dos.
En la comunicación de masas, por ejemplo, nos encontramos con los tres tipos de
producción de sentido: el noético, el ético y el retórico, y los tres contribuyen al uso de los
«códigos de significación» propio del lenguaje hablado, escrito e incluso icónico con que
directamente se codifican y decodifican las narraciones de los media. Evidentemente,
cuando en los media se narra una «agresión» (v.g. una violación o un atraco) la
significación del texto encuentra un sentido prevalente en función de un «estatuto
axiológico» dando lugar a una producción éticade sentido, salvo si la narración pretende
ilustrar un deterioro de la «estabilidad del mundo», como efecto del «materialismo ateo
reinante», en cuyo caso ya se hace uso de un «estatuto epistémico», dando lugar a una
producción noética de sentido. De similar manera, cuando en los medios se narra en
términos de «agresión», la subida de los índices contaminantes de la atmósfera, o la subida
de los precios energéticos, la significación del texto encuentra su sentido en función de un
«código de significación», dando lugar a una producción retórica de sentido.
Chomsky. N., Language and Mind, Nueva York. Harcourt, Brace, World, Inc., 1986.
Lévi-Strauss C., Antropología estructural, Buenos Aires, Eudeha, 1968.
Martín Serrano, M. y otros, Teoría de la Comunicación 1. Epistemología y análisis de lo
referencia, Madrid, A. Corazón, 1981