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CAPÍTULO 4

CONGRESO HOMENAJE A LUIS SIRET, CONFERENCIAS Y CARTA DE LOS

TRES CATEDRÁTICOS

Al poder, sea político, administrativo, económico o lo que sea, no hay que tenerle respeto.
Si se lo tenernos es como aceptar que nos domine

José Saramago, Premio Nobel e Hijo Adoptivo de Orce

Además de nuestras investigaciones debíamos explicar la bondad de nuestros


resultados y contrarrestar, en lo posible, el gran impacto de los medios de
comunicación. Lo primero que hice fue un viaje urgente a Orce para explicar a la
población nuestras posturas. Recuerdo con gran emoción que me dirigí a un auditorio
muy interesado, pero poco conocedor, en aquellas lejanas épocas, de la importancia
de los medios y la extraña relación de estos con la ciencia. Tampoco podían
imaginarse que su pueblo sería un gran centro de atención para los periodistas
durante muchos años. Pronuncié la conferencia en el Centro Cultural de las Siete
Torres, asistieron el Alcalde Don José María González Galera, recientemente
fallecido, el Dr. Vera, catedrático de Estratigrafía de la Universidad de Granada,
acompañado de un colaborador, y numerosos ciudadanos que luego serían habituales
en mis charlas informativas. El auditorio quedó satisfecho y yo también. Poco me
podía imaginar que estas charlas se repetirían hasta diecisiete.
La Junta de Andalucía celebró en 1984 y en Cuevas de Almanzora (Almería)
un congreso en homenaje a Luis Siret, un ingeniero de minas belga y gran
arqueólogo que descubrió y estudió numerosos yacimientos argáricos en el SE de
España. Debía asistir al congreso y exponer mis argumentaciones. Sería la primera
vez que hablaría del polémico tema ante un auditorio competente. No era nada
fácil. En España se estaban construyendo las autonomías y pronto tendrían
trasferencias culturales. Estos congresos eran el principio. En el de Cuevas de

EL HOMBRE DE ORCE
Almazora estaban presentes todos los investigadores que habían trabajado en
Andalucía, lo más lucido de la arqueología española. Lamentablemente había
pocos paleontólogos: recuerdo a Antonio Ruiz Bustos y a un solo antropólogo, el
Dr. Manuel García Sánchez, un gran científico granadino con el que me unió, a
partir de aquel momento, una buena relación científica y humana. Por desgracia
falleció prematuramente, pero en sus publicaciones siempre citó Orce como un
lugar con presencia humana (y aún no se habían encontrado industrias líticas).
Preparé con mucha ilusión esta comunicación en la excavación de Tossal de la
Font donde me sentía muy agusto. Disponíamos de una bonita casa con vistas al valle
y una excelente bodega. Había una espléndida terraza con porche que incitaba a la
reflexión. El trabajo en la cueva era gratificante y el ambiente muy agradable.
Buscábamos neandertales conjuntamente con Carmen Olaria, Francesc Gusi y mis
colaboradores Frerwesc Ribot y Carlos Ferrandez. Podía trabajar tranquilo.
Los argumentos que expuse eran estrictamente anatómicos, basados en mis
trabajos de París y ampliados con datos relativos al origen de la cresta remarcando
las notables diferencias que había entre la del fragmento craneal de Orce (VM-0)
y las de los équidos insistiendo en el gran volumen cerebral de nuestro fósil.
Campillo aún no había encontrado cresta en los humanos actuales. La publicación
fue muy correcta y hoy no tengo que rectificar nada de lo expuesto.
Mi sesión la presidía la Dra. Muñoz Amilibia y la sala estaba repleta. Expuse
mis argumentos con buenas diapositivas, pero el aparato se estropeó en medio del
discurso (me sucedería más tarde en Ottawa y más recientemente en Barcelona),
aún así creo que estuve convincente, a pesar de que el discurso era muy árido para
un auditorio de prehistoriadores. Recuerdo mi estancia en la costa almeriense con
gran satisfacción. Me acompañó durante aquellos días Felipa Martínez que más
tarde iniciaría los estudios inmunológicos. ¡Que tiempos tan emocionantes!
Quizá lo más fructífero de mi estancia en Cuevas de Almazora fue conocer a
García Sánchez, entablar una amistad con él, y discutir, algún tiempo después,
con más argumentos y ante el fósil, sobre anatomía.
Con la polémica se intensificaron las peticiones de conferencias y la necesidad
de dar explicaciones. Quiero mencionar algunas muy emocionantes como la que
pronuncié en el Institut d'Estudis Vallencs, entidad señera de Valls, mi pueblo
natal y otra en Mora de Ebro, donde viví más de 20 años, los de mi niñez y
juventud. Fueron conferencias de reconciliación con mi pasado. En la sala Cardenal
Mendoza de la Catedral de Guadix me rindieron un pequeño homenaje en un
momento crucial de mi vida. Pronuncié una conferencia sentida. con palabras

GIBERT
llenas de ansiedad y esperanza. En El Estrecho de San Gines de la Jara, un pequeño
pueblo junto a Cueva Victoria me encontré rodeado de vecinos y eruditos ansiosos
de reivindicar su patrimonio. Fue una conferencia vibrante. Éstas y otras
conferencias me han ayudado a sobrevivir muchas de las adversidades de la larga
polémica. Cuando se habla con sinceridad ante un publico receptivo enseguida
surge una fácil comunicación que en el momento del dialogo, se traduce en apoyo.
Me entrego mucho en las conferencias, las preparo con meticulosidad y siempre,
antes de empezar, siento una extraña y agradable sensación que se prolonga hasta
el final de la intervención.
En otros casos la sensación también es agradable aunque tengan que superarse
momentos de tensión. Recuerdo que me invitaron a una mesa redonda en el Instituto
Alhambra de Granada. El auditorio, muy grande, estaba repleto, de alumnos y profesores
varios de la universidad. Se trataba de debatir con algunos adversarios de paradigma.
Recuerdo muy bien que en el fragor del debate, un adversario intentó descalificarme
porque "no pertenecía al staf científico", pues consideraba que sólo eran aptos para
investigar estos complejos temas los catedráticos o los investigadores del Consejo
(CSIC). Cuando se producen situaciones así, descalificaciones personales, sin
argumentos científicos, el debate está encauzado y ganado si no se replica en el
mismo tono. De todas maneras es dificil mantener la calma.
En el Museo Nacional d'Arqueología de Catalunya muy al principio de la
crisis, pronuncié otra conferencia ante un público ansioso de noticias. Se nos
acusaba de no disponer de publicaciones y recuerdo que al final de una conferencia
enérgica expuse todos los trabajos encima de la larga mesa, invitando a los asistentes
a quedárselos, por lo que desaparecieron en minutos. Inmediatamente después me
trasladé a Madrid para dar otra conferencia en el Museo Nacional de Arqueología
de Madrid. Cuando llegué me asaltaron los periodistas, pero el Dr. Ripoll me
rescató llevándome en su despacho. Expuse mis argumentos ante un numeroso
publico donde se encontraba el Dr. E. Aguirre y otros científicos. Se estableció un
vivo debate aunque creo que convencí a pocos. Pero estuve presente. Nunca
desaparecí en los momentos difíciles.
En la siguiente conferencia, organizada por el Colegio Mayor Reyes Católicos
en Granada, había avanzado mucho, pues ya disponía de los datos anatómicos de
Campillo. En la sala estaba presente el Dr. García Sánchez y, creo que su yerno,
que era psicólogo y quería comprobar como me expresaba en público y comportaba,
después de tanta polémica. La conferencia fue bien, con mucho debate, pero lo
meior fue el recorrido posterior por los bares y tabernas secretas de Granada que
fanuel conocía muy bien. Recuerdo que ya a muy altas horas de la madrugada.

EL HOMBRE DE ORCE

terminarnos en un bar donde según el experto anatomista, servían el mejor rioja.


Estaba cerrado pero llamarnos en una puerta lateral y al conocer al Dr. García
Sánchez nos abrieron y pudimos tomar el último trago.
Era dificil compaginar el frente mediático y el científico. Si la presentación
de VM-0 produjo 300 noticias, la polémica produjo muchas más, y aún ahora las
genera, aunque por suerte, más espaciadas. Este ritmo de noticias fue más o menos
continuo hasta 1996, o para ser más preciso, hasta algunos meses después del
Congreso Internacional de Paleontología Humana celebrado en Orce (Fig 5). Al
congreso de Orce le siguió un contracongreso en Madrid y después la división del
equipo investigador, las descalificaciones personales, las acusaciones de fraude y
la emergencia imparable de Atapuerca. Guardo la mayoría de recortes de periódicos.
Los he leído con atención y puedo decir que, como afirmé al inicio de la polémica,
siempre me he mantenido en el debate científico y nunca he descalificado a mis
adversarios con acusaciones graves. Pero ya hablaré con detalle de algunas de
estas cuestiones en los últimos capítulos.
El debate, que se había mantenido en el terreno científico, cambió bruscamente
cuando tres catedráticos de paleontología, los Drs. Jaime Truyols, Jaime de Porta
y Miguel Renzi, como antiguos alumnos de Crusafont, publicaron una carta abierta
a todos los medios de comunicación en otoño de 1985, en la que criticaban la
metodología de nuestras investigaciones y me calificaban de "mero coleccionista
de fósiles", que, sin duda, es una de las peores afrentas que se le puede hacer a un
investigador en paleontología, pues pone de manifiesto, inequívocamente, la falta
de criterios científicos. Debo hacer constar que sí tengo muchos cuadros y
cerámicas, pero que en ninguna de mis casas guardo fósiles. No soy aficionado a
ningún tipo de coleccionismo.
Los tres catedrádicos, nunca se han retractado. Su carta fue terrible. Ningún
político se opone a tres catedráticos, así que me cesaron corno director del Instituto
de Paleontología de manera 111111:11.
fulminante, y empezaron mis i
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problemas para conseguir recursos,
pues nadie que quisiera prosperar u•
... '
dentro del sistema, era capaz de ........
1., -,111111

oponerse a los entonces y ahora, .


poderosos catedráticos. Ya hemos ii,
comentado antes que, según uno de :: ng
ll
.-
....

ellos, "la Verdad la tienen los tg'.,, ..... .


1,15111 .

„.,.
catedráticos y Dios". Por cierto, en
Figura 5.- Noticias en periódicos locales y nacionales
referencia a esta grandilocuente Y desde el año 1983 hasta el 1999.

JosÉ GIBERT
absurda frase. un buen amigo mío, le pregunto si los catedráticos de Instituto
también tenían el privilegio de compatir con Dios la posesión de la Verdad, pues
en ese caso Gibert, que había sido catedrático de Ciencias Naturales, también
disponia de este privilegio.
Es indudable que detrás de esta ofensiva había poderosos intereses. Los
catedráticos no actuaban solos: les movía alguien. Pero no tengo datos, sólo
sospechas. Siempre he considerado que aquella carta fue una crueldad hacia mi
persona. Dieciocho años más tarde me reafirmo en esta opinión y considero que
ha causado un gran retraso en el progreso científico de las investigaciones de Orce
y Cueva Victoria, un desgaste personal imposible de recuperar, y otras consecuencias
difíciles de valorar, todas muy graves. Quienes ocupan posiciones de privilegio en
la sociedad han de ser muy responsables, meditar sus palabras y escritos, calcular
el mal que hacen o pueden hacer y, en caso de equivocarse, saber rectificar. En la
España democrática, por desgracia, pocas rectificaciones públicas se han producido.
Casi todos los poderosos se sienten impunes y algunos catedráticos también. Un
amigo portuges, que tuvo importantes responsabilidades científicas en su país, me
dijo que en la transición nos habíamos olvidado de la universidad... que en la
actualidad sigue teniendo, en algunos casos, hábitos endogámicos y algo feudales.
A pesar de todo sobrevivimos a la ofensiva mediática y a las críticas científicas.

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