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CARLOS CASTILLA DEL PINO: Teoría de cuenta de su carácter, las funciones de los
los sentimientos, Barcelona, Tusquets, sentimientos y su papel en la economía
2000, 380 pp. del sujeto, la evolución y la tipología de
los sentimientos, la relación y las demar-
Las dificultades con la censura, en tiempos caciones de los sentimientos normales con
del franquismo, no impidieron a Carlos los anormales y con los patológicos, y las
Castilla del Pino alcanzar el reconocimien- bases neurofisiológicas de los mismos. Par-
to de desempeñar un papel privilegiado tiendo del presupuesto de una relación
en la psiquiatría española del momento, siempre conflictiva con la realidad, porque
papel que, desde nuestra ya lejana tran- nos situamos activamente ante ella, los sen-
sición democrática, sigue cumpliendo has- timientos se consideran instrumentos del
ta la fecha de manera cabal. A decir ver- sujeto para vincularnos eficazmente con
dad, la influencia de su pensamiento ha los objetos y organizar axiológicamente el
desbordado con mucho el ámbito mera- mundo, siendo ellos los que confieren sub-
mente psiquiátrico, para ejercerse en esfe- jetividad al modo de relación de cada per-
ras muy diversas: con sus intervenciones, sona y llegan a canalizar incluso los pro-
Carlos Castilla del Pino ha reflexionado cesos cognitivos. Al poderse constituir, asi-
públicamente sobre momentos importan- mismo, la experiencia interna en objeto de
tes de nuestra vida social y, con sus libros, análisis y valoración, los sentimientos pro-
ha recorrido buena parte de los problemas vocan sentimientos de segundo orden o
teóricos del hombre contemporáneo, des- metasentimientos (la culpa por una alegría
de los más estrictamente psicopatológicos sentida anteriormente, por ejemplo), que
(como en sus estudios sobre La culpa o aparecen como mecanismos autorregula-
Introducción a la psiquiatría), a las rela- dores del sistema. Mas, por importantes
ciones de marxismo y psicoanálisis, el aná- que sean, gran parte de la dificultad de
lisis del lenguaje, tan presente en sus obras, su estudio radica en el carácter de inti-
la fenomenología y la hermenéutica, sin midad no constrastable que los sentimien-
olvidar su incursión por el género de las tos tienen.
«memorias», tal como nos lo ofreció en En todo caso, a la base de ese estudio
Pretérito imperfecto, por el que le fue otor- es preciso diseñar una teoría del sujeto,
gado el IX Premio Comillas. como una hipótesis necesaria, si es que se
En este libro, Castilla del Pino quiere acepta que los sentimientos son siempre
alzar, tal y como en su título indica, una sentimientos de alguien. Castilla del Pino
teoría de los sentimientos, es decir, una dibuja tal teoría del sujeto en el capítulo II
exposición sistemática que, sin merma de de la obra y en el primero de los apéndices
la flexibilidad que ha de adoptar la propia a la misma, en donde reproduce las Con-
teoría a causa de su objeto de estudio, dé ferencias Aranguren, pronunciadas en la
ter o de personalidad. Esas taxonomías han Sin perseguir ahora tal índole de cues-
de enfrentar las distinciones entre lo nor- tiones, y sea de ellas lo que fuere, es impor-
mal, lo anormal y lo patológico. El criterio tante hacer notar que la exposición teórica,
mantenido por Castilla del Pino al respecto ágil en todo momento, se complementa
es funcional, sin identificar excepcionali- con valiosos testimonios clínicos, que tra-
dad con anormalidad; considera que «un tan de ilustrar las tesis mantenidas. Y de
sentimiento es “perverso” si y sólo si el no menor interés son los apéndices a la
sujeto protagonista del mismo lo considera obra, relativos, además del ya citado res-
tal». Con ese criterio Castilla del Pino pue- pecto al «sujeto como sistema», a la con-
de evitar, sin duda, los escollos de la simple sideración filosófica de los sentimientos y
estadística uniformizadora y de la compleja
al estudio pormenorizado de algunos de
normatividad, pero quizá se levanten otros,
ellos, tales como el odio, la envidia y la
pues la perversión o no de determinados
sospecha, que han sido objeto de análisis
sentimientos tal vez no pueda hacerse radi-
interdisciplinar en los seminarios estivales,
car tan sólo en la conciencia de los indi-
viduos, si es que esa conciencia es, muchas celebrados en San Roque (Cádiz) y diri-
veces, engañosa, como la crítica de las gidos por Carlos Castilla del Pino, en algu-
ideologías y el psicoanálisis (tan tenidos no de los cuales, y gracias a su cordial pro-
por él en cuenta) nos quisieron enseñar. puesta, tuve ocasión de participar. Sobre
Es indudable que la normatividad levanta las implicaciones de tales sentimientos en
un revuelo de problemas difíciles de sol- la vida personal y social se han publicado
ventar, pero, ¿se resuelven éstos acudiendo recientemente algunas otras obras (como,
a la utilidad, como cuando se mantiene en el caso de la envidia, el estudio de John
que «los sentimientos normales son útiles Forrester, Partes de guerra del psicoanálisis,
y benefician al sujeto; los anormales, inú- en el que se trata de relacionar la teoría
tiles y lo perjudican»? Los sentimientos psicoanalítica de la envidia con la teoría
anormales, mantiene Castilla del Pino, «no de la justicia de John Rawls), cuya lectura,
difieren de los normales en el contenido de interesar al estudioso, quedará alum-
del deseo que ansía satisfacerse, sino en brada por el análisis que Carlos Castilla
su satisfacción desreística, sin contar con del Pino ofrece en la suya. Unos apéndices,
el objeto ni con el contexto». Pero si ese pues, que no son un mero añadido o ador-
contexto se amplía, hasta alcanzar al todo no, sino que justificarían por sí mismos una
social e incluso al concepto de humanidad publicación independiente, todo lo cual no
(que incluye siempre un ideal moral), ¿po- hace sino redoblar el valor de su Teoría
dría considerarse normal una relación
de los sentimientos.
sadomasoquista —por utilizar el ejemplo
del autor—, «siempre que ambos miem-
bros de la misma la acepten como objetivo Carlos Gómez Sánchez
propuesto»? UNED-Madrid
JON ELSTER: Sobre las pasiones. Emo- desgranaba la diversidad del alma humana
ción, adicción y conducta humana, en sus Ensayos, Elster estudia los senti-
trad. de J. F. Álvarez y A. Kiczkowski, mientos examinando incontables ejemplos
Barcelona, Paidós, 2001, 208 pp. extraídos de los más diversos dominios
mundanos (proverbios, novelas...) y aca-
Todavía hoy, a Jon Elster se le asocia en démicos (neurología, fisiología, psicolo-
España con el marxismo de la elección gía...) en busca de mecanismos, ya que no
racional, esa lectura analítica de la obra de leyes.
de Marx que se originó en las sesiones del Lo que para algunos es, peyorativamen-
September Group entre Londres y Oxford te, dispersión intelectual, para Elster pro-
a principios de los años ochenta. Como bablemente sea fidelidad a la propia con-
filósofo de las ciencias sociales —una de dición rapsódica del campo. Así, en 1999
sus muchas caras—, Elster defendió enton- edita también Getting Hooked, un volumen
ces un enfoque de la explicación intencio- sobre la adicción en el que participan,
nal basado en mecanismos, canónicamente entre otros, economistas, sociobiólogos,
ilustrado por los modelos de elección psiquiatras y filósofos. Puesto que no hay
desarrollados en la teoría de juegos. Pese leyes que sirvan como criterio de demar-
a su acuidad formal, no estaba demasiado cación, no bastará un solo enfoque para
claro cómo se inscribían tales elecciones agotar un fenómeno como la adicción. La
en la tantas veces confusa subjetividad del búsqueda de mecanismos será, necesaria-
elector empírico. Por su parte, Elster nun- mente, interdisciplinar.
ca eludió esta dificultad y comienza a Sobre las pasiones, basado en las con-
explorar una amplia casuística con la que ferencias Jean Nicod dictadas en París en
ejemplificar tales mecanismos en sucesivos 1997, es una buena introducción a estas
trabajos, bien conocidos del público espa- pesquisas del último Elster. Se trata de un
ñol: Ulises atándose al mástil de su nave análisis comparado de las emociones y la
para escuchar el canto de las sirenas, la adicción, en el que nuestro autor explora
zorra que renuncia a las uvas verdes, etc. las posibles homologías entre los mecanis-
No es extraño que su obra desembocase mos que operan en ambos fenómenos
en un amplio estudio sobre las emociones —así, los caps. 2 y 3—. Además, se pre-
que dio a la imprenta en 1999 con el título tende analizar cómo se articulan emocio-
Alquimias de la mente, cuyo primer capítulo nes y adicción con normas, valores, con-
se dedicaba precisamente a la cuestión de ceptos y creencias culturamente mediados
los mecanismos. Allí donde no se dispone (cap. 4) y también de qué modo afectan
de leyes, defiende Elster, la explicación a la elección (cap. 5).
debe basarse en esquemas causales que El programa no pudo ser más ambicio-
den cuenta de por qué, en unas circuns- so, y quizá por ello el resultado sea algo
tancias dadas, algunas ocasiones ocurren decepcionante, si se compara con los otros
unas cosas y otras veces no. Se objetará dos volúmenes que antes citábamos. En
que este enfoque es más bien casuístico, su estudio de las emociones, Elster no sólo
y ajeno, por tanto, a nuestros ideales cien- evita cualquier análisis filosófico —como
tíficos, pero probablemente a ese admi- los ensayados recientemente por David
rador de Montaigne que es Jon Elster esta Casacuberta, entre nosotros—, sino que se
calificación no le disgustará. Así como éste resiste a cualquier reducción causal, ya sea
EMOCIÓN Y CONSCIENCIA
imágenes de la realidad externa con los sus múltiples dimensiones» (p. 154). El
procesos internos del organismo. Esto es proto-yo aún no es consciente: sólo el yo
una condición para que los dispositivos tiene el grado de complejidad necesaria
internos del organismo gestionen de una para alcanzar la consciencia. Esta comple-
forma más eficiente la «regulación de la jidad consiste en ser capaz de representar
vida», la propia representación —casi per- simultáneamente, por una parte, el objeto
manente, casi inmutable— de la vida y, por otra, el organismo en el acto de cono-
interior. cer el objeto. La representación del objeto
Toda consciencia comienza por ser una es de primer orden; la del estado del orga-
consciencia de lo que está dentro y de lo nismo en el momento en que conoce el
que está fuera. Esa distinción, represen- objeto es de segundo orden. Para ambas
tada en múltiples formas imaginísticas y proporciona Damasio fascinantes datos
esquemáticas, ha demostrado no sólo ser sobre las estructuras neurológicas que
el primer paso hacia una construcción de soportan los dos tipos de representaciones.
la consciencia, sino también la fuente de Pero lo importante, en este punto, es que
metáforas básicas, que permiten la elabo- ambas representaciones están relacionadas
ración de múltiples conceptos (G. Lakoff con el cuerpo y entre sí mediante imágenes
y M. Johnson, 1999). Para A. Damasio, mentales, por lo que constituyen sentimien-
el entorno o medio interior (cap. 5) cons- tos (p. 170).
tituye el primer paso biológico en la evo- La primitiva configuración del yo, el yo
lución de la consciencia. A medida que nuclear, se prolonga en el yo autobiográfico
se progresa en la escala biológica, no sólo cuando la memoria almacena, en forma
existe una creciente diferenciación entre estructurada, los sucesivos estados de cons-
lo exterior y lo interior al organismo: tam- ciencia. Ese yo autobiográfico se distingue
bién se da una progresiva capacidad para por su capacidad para activar pautas neu-
sentir y representar la estructura interna rales correspondientes a episodios de cons-
del organismo. La representación del cuer- ciencia con características comunes, rela-
po proporciona entonces la característica cionados con otros a través de nuestra
estabilidad que se encuentra en la raíz del capacidad imaginística, de constituir uni-
concepto de consciencia. Junto a ella, dos dades de imágenes cuya sucesión tiene un
propiedades más son importantes en la sentido.
constitución de la consciencia: la pertenen- La conciencia global del individuo que
cia y la acción. Ambas están ligadas al sen- es capaz de representarse a sí mismo no
timiento del cuerpo: sentimos que nuestros sólo en un lugar y un momento determi-
cuerpos tienen límites, que tienen relacio- nados, sino en un pasado y en un futuro,
nes estables con otros cuerpos sólidos, a través de su yo autobiográfico, es lo que
pero los sentimos como nuestros cuerpos. A. Damasio denomina la consciencia
Del mismo modo, hacemos cosas con nues- ampliada. A través del relato de diversas
tros cuerpos, en particular utilizamos nues- historias patológicas, de pacientes con tras-
tros sentidos para representar todo tipo tornos de consciencia de esta clase, como
de realidades, a veces de forma voluntaria los anosognósicos (aquellos que son inca-
y a veces no. La encarnación neurobio- paces de saber que están enfermos),
lógica del proto-yo es el fruto de este pro- Damasio proporciona una vívida imagen
ceso de progresiva auto-representación del de la riqueza y fertilidad de la consciencia
cuerpo, en particular, el proto-yo es «una ampliada y de sus relaciones con la cons-
colección coherente de pautas neurales ciencia elemental o nuclear. Es la cons-
que proyectan, en cada momento, el estado ciencia extendida, «la capacidad de ser
de la estructura física del organismo en consciente de un amplio ámbito de enti-
LA FELICIDAD SECUNDARIA
proceso de elección, incluso aunque se ten- nomistas han avanzado poco en el análisis
gan en cuenta los resultados procedentes de muchos problemas agudos del presente
del análisis evolutivo sobre la génesis de que parecen tener un fuerte contenido eco-
las normas. Como dicen Avner Ben-Ner nómico, precisamente porque han excluido
y Louis Putterman: «La necesidad de los valores del análisis económico. Espe-
incorporar los valores en el análisis eco- ramos romper viejos tabúes disciplinares
nómico se ha manifestado con fuerza en y vincular la perspectiva económica de la
un área de la economía que ha trabajado elección racional con el análisis de la for-
con la forma más pura del homo econo- mación y cambio de los valores.»
micus, la teoría de juegos.» ¿Cómo incluir y acomodar los valores
Un primer movimiento muy generali- y las normas en el análisis económico? Al
zado, que ha intentado reconciliar las pre- respecto hace aquí A. Sen algunas obser-
dicciones teóricas con las observaciones vaciones que me parecen muy importantes.
empíricas, ha consistido en modificar el Es frecuente plantear determinadas dico-
concepto de racionalidad de los individuos. tomías que, sin embargo, lo que realmente
Así, como señala Putterman, se han nos exigen es estudiar las complementarie-
supuesto determinadas restricciones sobre dades que puedan existir entre esas elec-
la forma en que razonan los individuos, ciones supuestamente exclusivas. Amartya
sobre cómo perciben los movimientos de Sen señala tres de esas supuestas dicoto-
sus oponentes, su capacidad de memoria mías que es preciso superar. Se trata de
y de previsión (cuántos movimientos pue- analizar la conexión entre la selección
den anticipar) y se han tenido en cuenta reflexiva y la selección evolutiva, la com-
los problemas relacionados con la infor- plementariedad entre una valoración
mación, cuánta información disponen los directa y otra indirecta y la importancia
individuos, cómo la procesan, cuál es su de tener en cuenta simultáneamente los
capacidad de aprendizaje y cómo afrontar aspectos éticos y los prudenciales. Veamos
los marcos de incertidumbre. en líneas generales, siguiendo a Sen, estos
En buena medida los trabajos que caen tres tipos de complementariedad.
bajo el rótulo de racionalidad acotada han
ayudado a presentar una perspectiva más
realista de la conducta humana pero, como a) Complementariedad entre selección
hace ya años indicaba Shaun Hargreaves reflexiva y selección evolutiva
a propósito del tratamiento de la racio-
nalidad por parte de Herbert Simon, no En la moderna teoría de juegos evolutivos
por ello han abandonado el ámbito prin- la opción social elegida se conecta con su
cipal de la teoría, entre otras cosas porque papel en la supervivencia y la selección se
sigue mostrándose como un marco útil. produce por la consideración posterior de
Sin embargo, como recuerdan Ben-Ner los resultados que se dan en el mundo glo-
y Putterman: «Afrontar el problema sólo balmente considerado. Sin embargo, las
desde la racionalidad se ha mostrado insu- normas y los valores están sujetos a la
ficiente, se ha visto como necesario tener reflexión y a la selección racional; reflexio-
en cuenta las consideraciones sobre las namos y seleccionamos racionalmente las
reglas del juego, sobre las instituciones que normas y los valores, por lo tanto, los ante-
las producen y las motivaciones de los par- cedentes que se den en la mente de cada
ticipantes que van más allá de su interés individuo tienen efecto en el resultado de
propio... Las reglas del juego tienen mucha la acción social. La contribución de la filo-
importancia sobre los resultados y en la sofía moral ha sido precisamente la de
formación de las instituciones... Los eco- sugerir cómo razonamos sobre las normas
y cómo actuar de acuerdo con ellas. «Las mentar la selección reflexiva mediante el
alternativas organizativas e institucionales análisis evolutivo. «Las reglas con las que
se seleccionan simultáneamente a, y con- vivimos no pueden ser inmunes a nuestro
juntamente con, las regularidades evalua- razonamiento crítico, lo mismo que no
tivas.» pueden dejar de verse influidas por la
Está claro que los resultados de la selec- selección evolutiva. El reconocimiento de
ción evolutiva son importantes, pero «¿el una influencia no elimina la otra»
proceso de selección debe tener en cuenta (A. Sen).
solamente ese mecanismo con la selección
consciente reducida a un simple refrendo
de la selección natural? ¿Por qué no pue- b) Complementariedad entre la evaluación
den los dos medios de selección actuar acti- directa e indirecta
vamente?». Algo muy cercano a esto lo
había planteado Elliot Sober en su artículo Otra segunda dicotomía que es más apa-
«El egoísmo psicológico» publicado en Ise- rente que real se refiere a si debemos tener
goría, núm. 18. Los dos procesos pueden en cuenta exclusivamente los efectos inme-
actuar cada uno por separado pero puede diatos o los no mediatos e indirectos. Los
que incluso trabajen conjuntamente: «el efectos indirectos, que son los que prin-
egoísmo (psicológico) no merece ser con- cipalmente han estudiado los teóricos de
siderado como la hipótesis por defecto que los juegos evolutivos, tienen que ver con
deberíamos adoptar en la medida en que ese conjunto de elementos que los soció-
resulta consistente con lo que observa- logos o políticos suelen llamar efectos no
mos... Aunque sea en un grado pequeño, deseados de la acción o subproductos de
el peso de la evidencia favorece al plu- la acción social. Sin embargo, la existencia
ralismo... Es menos probable que haya evo- de esos efectos indirectos, con toda la
lucionado un conjunto de motivos pura- importancia que puedan tener a largo pla-
mente egoístas que uno que incluya deseos zo, no excluyen que al actuar de acuerdo
últimos tanto egoístas como altruistas», con normas y valores podamos tener inte-
(E. Sober, 1998). rés además en efectos directos, ya sea por
De manera que la situación en vez de una posición prudencial o una moral.
apoyar el «dogma» de la incomunicación Al actuar de acuerdo con normas y valo-
entre la reflexión crítica y la selección res, podemos estar interesados en efectos
evolutiva, más bien señalaría a que si bien que pueden ser indirectos y no inmediatos,
la reflexión crítica no es inmune a la selec- además de los resultados inmediatos (que
ción evolutiva, «tampoco la selección evo- pueden incluir la satisfacción moral direc-
lutiva convierte a los seres reflexivos en ta, o méritos prudenciales conexos como
meros autómatas carentes de pensamien- el placer de ser bien considerado por los
to» (A. Sen). otros). «Por ejemplo, podemos no comer
Tradicionalmente la filosofía moral no la última manzana de la fuente porque
ha tenido en cuenta los procesos evolu- pensamos que esa restricción es la manera
tivos, quizás sea esa actitud la que ha lle- correcta de comportarse (nos apoyamos en
vado a algunos teóricos (Ken Binmore, un argumento moral directo) o porque no
por ejemplo) a proponer «deskantianizar» nos guste la manera en que nos mira la
a los filósofos morales contemporáneos, gente si nos apresuramos a comernos la
en particular a John Rawls, con quien, por última manzana (una preocupación inme-
otra parte, suelen coincidir en diversos diata prudencial).»
aspectos. Posiblemente esto indica más Como dice Sen: «Incluso si la respuesta
bien que resulta indispensable comple- a la pregunta ¿por qué nos preocupamos
por lo que otros piensan de nosotros?, se establecer una regularidad empírica. Los
puede explicar en términos de las ganan- dos procesos pueden actuar cada uno por
cias materiales que obtenemos al ser bien separado pero puede que incluso actúen
visto por los demás, esto no disminuye ni conjuntamente. Es importante ver cómo
impide que sea razonable preocuparse y por qué el proceso prudencial puede ope-
directamente por lo que otros piensan de rar con o sin razonamiento moral, pero
nosotros (de hecho es confortable ser bien esto no elimina el papel efectivo del razo-
visto e incluso puede darnos alguna con- namiento moral mismo.» De nuevo apa-
fianza moral de que no nos estamos com- recen claras conexiones con la idea defen-
portando mal). Los efectos indirectos com- dida por Elliot Sober en el artículo que
plementan más que suplantan los direc- ya hemos citado.
tos.» Pues bien, me parece que esa posición
cautelosa de Sen puede ayudar a que quie-
nes estamos interesados en los problemas
c) Complementariedad entre ética de la racionalidad y la acción humana
y prudencia extraigamos un interesante rendimiento
del conjunto de este extraordinario libro.
Muchos de los trabajos sobre el rendimien- En particular considero que puede ayu-
to económico de los códigos empresariales darnos a entender que los componentes
han mostrado que, en ciertos casos, aque- expresivos pueden formularse como res-
llos con mejores resultados suelen ser los tricciones de la racionalidad instrumental,
que no tienen como objetivo principal e aunque en otros casos la racionalidad
inmediato la búsqueda simple del rendi- expresiva deba entenderse como una
miento económico, y pueden servir de ampliación del contenido informativo. La
ejemplo de estudios que logran explicar cuestión no consiste en utilizar una noción
el papel prudencial de muchas normas éti- instrumental para unas cosas y una pers-
cas. Vendría a suponer una explicación ins- pectiva expresiva para otras, más bien se
trumental de las normas éticas. Pero, como trata de pensar en la complementariedad
señala Sen, esa consecuencia no se sigue sistemática. Ambas formas de racionalidad
de tales estudios: «Consideremos que se dan en el mismo individuo, no aparecen
aceptamos plenamente una demostración como modelos alternativos de individuo.
de que incluso si la gente fuera comple- Al esclarecer los elementos de integración
tamente amoral (en todo lo que puede y complementariedad tratamos de formu-
incluir el pensamiento intencional), toda- lar un agente integrado, más adecuado en
vía podrían emerger las reglas de conducta sus aspectos descriptivos y más preciso pre-
moral (a través de efectos indirectos, selec- dictivamente, para ello resulta enorme-
ción natural, etc.). Esto sería un descubri- mente valioso el conjunto de materiales
miento importante, pero no sería lo mismo que se nos ofrecen aquí.
que establecer que las personas son de
hecho amorales en su pensamiento y elec- J. Francisco Álvarez
ción. Un ejercicio hipotético no puede UNED-Madrid
con soltura a introducir la noción kantiana Esta obra tiene un segundo aspecto que
de Dios, no como un ser exterior al sujeto conviene resaltar. Aramayo sólo escribe
moral, sino como un pensamiento alojado 130 páginas, las cien restantes son una
en el interior de nosotros mismos. Estamos antología de textos de Kant, muy bien
sólo en la página 41 y ya hemos entendido seleccionados. Siendo el mayordomo que
lo fundamental del pensamiento moral nos invita a la casa de Kant, donde ha pres-
kantiano. No se ha dicho nada (todavía) tado tantos años de servicios, Aramayo nos
de los juicios analíticos o sintéticos a priori. sugiere con gestos imperceptibles que,
Este libro nos adentra en el sistema de pese a su fama de adusto, Kant puede
Kant por la puerta principal, su filosofía resultar entrañable. En una segunda lec-
moral, no por las ventanas que Kant cons- tura merece la pena fijarnos en la mano
truyó después para completar su arquitec- que nos guía, no sólo en el destino al que
tura filosófica. Antes de la página 50 ya nos conduce. Paso a paso, Aramayo se ha
hemos entendido la noción kantiana de ido convirtiendo en uno de los principales
prudencia y su proyecto de emancipar al especialistas españoles en la obra de Kant.
ser humano del azar, tema este que cons- Está reconocido como tal en el extranjero
tituye el leit-motiv que nos propone Ara- y, lo que es más difícil de lograr, también
mayo para interpretar la obra kantiana. El en España. Pues bien, ésta es su primera
aprobado está en el bolsillo, pensará el gran obra de madurez. Seguirán otras.
estudiante utilitarista. ¡Lo he entendido! Aparte de introducirnos en la casa de Kant,
Quienes traspasen la página 50 van a por Aramayo nos muestra cómo el mayordomo
nota. Incluso se les puede pasar por la ha reordenado los muebles, y en particular
cabeza la loca idea de matricularse en Filo- la cocina. Fiel a su amor intelectual, no
sofía al entrar en la Universidad. Es un oculta su propia visión del domos kantiano,
libro que hace afición. basada en el imperativo elpidológico, o
Lo anterior puede bastar para emitir un imperativo de la esperanza. Para Kant, el
primer juicio crítico: estamos ante una supremo bien es la buena voluntad, que
obra extraordinariamente eficaz para intenta ajustarse al deber. La voluntad
entender a Kant, e incluso para simpatizar guiada por el deber es buena en sí misma,
con él, si no con su pensamiento. De entra- e incluso el bien más elevado para los seres
da, podremos dudar de las tesis kantianas, humanos. Nos hace dignos de ser felices,
a la vista de cómo resuelve los problemas aunque no seamos felices. Nos enseña a
que plantea. ¡Pero ya hemos entrado! Nos ser virtuosos, aunque hayamos de suspen-
damos cuenta de algunos de los problemas der alguna asignatura. No mentir jamás
que le llevaron a Kant a ser filósofo y sabe- para respetar la dignidad propia es una
mos que también son problemas nuestros. regla muy severa. Apropiarse del depósito
¿Felicidad, prudencia, eficacia, deber? Las intelectual que otros hicieron hace siglos
oposiciones básicas están claras y podemos también plantea dilemas morales, aunque
singularizar a Kant en la historia de la éti- sea una práctica común, como la mentira.
ca, entendiendo la originalidad de su pos- Por eso Aramayo deslinda continuamente
tura. Por ejemplo: la felicidad es un regalo las aportaciones del mayordomo al mejor
de la suerte mientras que el deber nos lo orden doméstico de lo que es la arquitec-
damos a nosotros mismos, porque Dios tura señorial. Quitar el polvo a los grandes
habla en nosotros imperativamente. Ara- textos filosóficos es una tarea mal vista por
mayo nos pone en el lugar de Kant con muchos expertos en museología. Pero los
amabilidad y elegancia. Nos confronta con lectores agradecerán que Aramayo haya
él, haciéndolo nuestro. No se puede pedir restaurado la obra de Kant, devolviéndole
más a un libro introductorio. viveza a los colores.
rencia para todo aquel que pretenda cono- Aramayo no sólo es una excelente intro-
cer a Kant e, incluso, simpatizar con su ducción a Kant, sino una auténtica intro-
obra. El objetivo inicial se alcanza con éxi- ducción a la filosofía.
to pero, de paso, se nos abre un abanico
de problemas de gran envergadura filosó-
fica. Salvo las cuestiones epistemológicas, Javier Echeverría
en las que apenas se adentra, el libro de Instituto de Filosofía, CSIC
AZAR Y RACIONALIDAD
mente las intertemporales, es decir, la forma demás, incluso definidos con claridad, nun-
cómo queremos distribuir nuestras tareas ca serían distintos, se sabrían idénticos a
y nuestro bienestar a lo largo del tiempo sí mismos y carentes de auténticos dere-
(p. 256). La voluntad estaría al servicio de chos ya que, en todo caso, no forman parte
la razón si satisficiera en cada momento de una sociedad de normas (un grupo),
escrupulosamente tales metapreferencias, sino de fines (la persona).
pero también podría ocurrir lo contrario, Por lo demás, J. A. Rivera rechaza la
que se dejase llevar eventualmente por existencia de un único plan de vida racional
otros requerimientos, pasionales por ejem- para cada persona y, por supuesto, de una
plo (debilidad de la voluntad). El hecho escala exógena absoluta de planes de vida;
de que un incumplimiento así de las meta- «desde una óptica liberal y pluralista —lee-
preferencias sea siempre posible y pueda mos—, no es lícito afirmar que haya meta-
quedar psicológicamente justificado ante preferencias intrínsecamente mejores que
el sujeto mediante el recurso a la enmienda otras» (p. 328). Pero sí puede decirse que
futura es lo que da pie a J. A. Rivera a un plan racional tiene que satisfacer ciertas
introducirnos en el discutible universo de condiciones mínimas. Ha de representar
la microcomunidad intraindividual: la per- un desafío personal, ser constitutivo y no
sona concebida como una sociedad de yoes sólo aparentemente bueno, respetar la
sucesivos cuyos móviles se suponen seme- libertad y el derecho de otros a desarrollar
jantes a los que acompañan a los sujetos sus propios planes de vida y, sobre todo,
en el estado de naturaleza. De modo que, ser internamente justo, es decir, ha de
una vez decidido un plan de vida racional, repartir el bienestar entre los sucesivos
según este modelo, procedería hablar de yoes temporales de forma que, una vez des-
pacto con nosotros mismos —entre nues- contado el futuro, se maximice el del
tros sucesivos yoes— a modo de consti- menos favorecido (principio de la diferen-
tución moral; una constitución destinada cia) y se garantice al tiempo la cooperación
a conseguir que nuestros gustos y pasiones entre ellos. Naturalmente la aplicación de
se ajusten en todo momento a la razón un plan de vida semejante puede contar
mediante el establecimiento de deberes y con dificultades (debilidad de la voluntad,
la instauración de una conciencia moral autoperfeccionismo compulsivo, hábitos
que, como un decisor rawlsiano sometido adquiridos, conversiones metapreferencia-
al velo de la ignorancia, reparte el bie- les, ambición fáustica). Imprevisto ante el
nestar equitativamente y castiga desvia- cual también existen recursos defensivos
ciones. (pp. 264 ss.), por lo que su eficacia como
Cabe preguntarse, por supuesto, qué instrumento con el que encauzar el azar
ventajas brinda este brillante pero con- parece establecida, a diferencia de lo que
traintuitivo diseño de una república de el autor nos proponía en el ámbito del con-
yoes a la comprensión de nuestra perso- trol racional de las instituciones sociales.
nalidad moral. Diríase que esta tendencia El gobierno de la fortuna se desliza por
a explicar incluso los fenómenos intrain- último hacía el lado normativo a través del
dividuales como el resultado de la inte- concepto de virtud, respecto al cual halla-
racción entre individuos, aunque, eso sí, mos una propuesta encuadrable en la
de menor tamaño, corresponde a una exa- nómina de las éticas formales. La virtud
cerbación del individualismo metodológi- intraindividual —entendida como excelen-
co, o tal vez a su abandono, puesto que cia— es definida como el buen orden inter-
parece imposible encontrar un criterio no o la disposición armónica de los yoes
para separar yoes intrapersonales que no sucesivos del individuo. La clave está en
sea completamente caprichoso. Por lo que el grado de integración entre las acti-
LA HETEROLOGÍA DE LÉVINAS
posiciones y constricciones de una tradi- tud crítica, inhibida a lo largo de esa minu-
ción milenaria (y el de Lévinas es de esa ciosa explicación con el texto de 1961.
estirpe), la disciplina del concepto no pier- Algo visible en la propia arquitectónica
de su vigencia; muy al contrario, ha de agu- del trabajo: su estructura refleja la de la
dizarla al adentrarse en territorios donde obra comentada, consistiendo ambas en un
la idea sólo puede avanzar arrastrando su breve prefacio al que siguen cuatro grandes
lastre aporético. bloques (aunque Argumento de Alteridad
Argumento de Alteridad lo deja claro comience con «Hacia Totalidad e Infinito»,
desde las clarividentes páginas prologales: ubicación de la obra en el conjunto del
si no se quiere correr el riesgo de confundir corpus, y por ello desplace el «Prefacio»
empeño divulgativo con empresa banali- de Totalidad e Infinito a la primera parte
zadora, hay que arriesgar un no rotundo propiamente dicha del comentario, «El
ante aquellas estrategias de lectura que, pensamiento heterológico del ser»).
aun bienintencionadas, acaban neutrali- Ese primer apartado se abre con una
zando la médula filosófico-conceptual de vibrante y lúcida interpretación del pre-
los escritos levinasianos. Peñalver destaca facio levinasiano, donde la escatología de
tres: la teísta (apropiación de modos dis- raigambre profética entra en colisión con
cursivos del lituano para vehicular una ran- las pretensiones totalizadoras (y guerreras:
cia teología), la humanista (reducción de la ontología es, encubierta o explícitamen-
te, un discurso de la guerra) del logos filo-
la heterología a prédica moralizante y edi-
sófico, para continuar con una tematiza-
ficante) y la posmoderna (fidelidad a la
ción de las categorías centrales de la he-
retórica de la prioridad de lo narrativo y
terología, tal y como se despliegan en la
el pensiero debole). Frente a ellas, se nos
primera de las partes («Lo Mismo y lo
propone una exégesis animada por el amor
Otro») de Totalidad e Infinito: deseo, sepa-
a la dificultad y la pasión categorial.
ración, trascendencia, infinito, metafísica,
No sin un punto de desafío, así lo pro- etc. Al privilegiar el alcance ontológico
clama el «Discurso del Método de la Alte- (por más que se trate de una ontología
ridad», primera y más extensa parte crítica con el discurso dominante en la tra-
(pp. 33-167) del libro. La filosofía de Lévi- dición: Peñalver destaca la paradoja de una
nas es una heterología, es decir, una pro- filosofía que, pertrechada con las técnicas
puesta especulativa nucleada en torno a de la descripción fenomenológica, se vuel-
la noción de alteridad. Su elucidación se ve contra la presuposición esencial de la
configura a manera de comentario siste- metódica husserliana, la complicidad entre
mático de Totalidad e Infinito (1961), una ser y luz) de los análisis, se nos advierte
de las dos obras mayores del corpus levi- contra el peligro de identificar a Lévinas
nasiano. No deja de ser significativa la elec- con un filósofo de la ética, como si de una
ción: en contra del parecer mayoritario de propuesta más en el campo de la filosofía
la crítica (proclive al encumbramiento del moral se tratase.
otro libro magistral: De otro modo que ser Si el ser es alteridad, y ésta radical tras-
o más allá de la esencia, publicado trece cendencia, la acogida de lo Otro presupone
años más tarde), Peñalver privilegia el la constitución del Mismo. «Fenomenolo-
escrito donde, frente a la escritura ator- gía de la vida feliz» se ocupa de los momen-
mentada de De otro modo, la voluntad de tos capitales del proceso de subjetivación,
construcción conceptual sistemática está de la constitución del psiquismo como ser
más acentuada. Adopta, además, un regis- separado: el gozo del elemento, la repre-
tro discursivo en el que el afán de com- sentación, la morada y el trabajo. Subje-
prensión y explicitación prima sobre la acti- tividad satisfecha como contrapunto a la
tación es por lo tanto, al menos en buena que ahora puede volverse con la agudeza
medida, una teoría de la analogía» (p. 199). visual reforzada por el viaje. La imagen,
Lo cual, además de obligarnos a volver a el retrato, el discurso, el relato, la metá-
los orígenes mismos de la filosofía, nos lle- fora, etc., que confieren virtud práctica al
va a plantearnos cuestiones fundamenta- lenguaje están involucradas en toda repre-
les, primeras, sobre las ciencias. No quiere sentación.
esto decir que en la lectura nos encon- De todas formas, tampoco debe obviar-
tremos una vez más con el intento de jus- se que hablar de representación en las cien-
tificar una actividad, la científica, cuyo cias supone asumir que los frutos de éstas
ejercicio y resultados eliminan ya tal nece- no se agotan en aquélla. Y debe notarse
sidad. Las cuestiones fundamentales a las que la perspectiva adoptada por los auto-
que nos referimos son las que conciernen res y editores de esta publicación es emi-
a las ideas que se manejan al «hacer cien- nentemente teórica, gnoseológica. Permite
cia». Quizá debiera el gremio dedicar más que la representación se tome como ins-
esfuerzos y entusiasmo a esta vieja labor trumento de intervención, pero destaca su
de desbrozado de las ideas nacidas de las función como substrato, elemento y fuente
ciencias o transformadas por ellas, en lugar de conocimiento.
de empeñarse en dirigir o reducir una acti- Es loable que un trabajo de este tipo
vidad ajena a muchos de sus miembros. logre la coherencia que el que aquí comen-
Una recopilación amplia y ambiciosa tamos alcanza. Los volúmenes colectivos
como la que nos traemos entre manos, si pueden servir de introducción y estímulo
se quiere filosófica, debe, creemos, con- al lector novel y nadie se atreverá a negar
tribuir a que su posible receptor perfec- sus virtudes sociales. Pero nunca deberían
cione no sólo la concepción de una idea, sustituir el trabajo sistemático. Hoy más
sino la idea misma. Quien lea Variedades que nunca necesitamos el calado filosófico
de la representación en la ciencia y la filo- que sólo se consigue cuando la labor indi-
sofía alcanzará una mejor comprensión de vidual se añeja y se criba con la de los
la idea de representación, pero también cada vez más escasos interlocutores autén-
pulirá su propia representación de las cien- ticos. Con el volumen editado por Ibarra
cias (y, de paso, de la filosofía). Los artí- y Mormann, se nos presenta un excelente
culos reunidos contribuyen a la ya general lugar de reunión, perfecto para un alto en
recuperación de la faceta artística o técnica el camino que permita contemplar la pers-
de las ciencias. Porque afirmar que las pectiva de lo andado y encontrar motivos
ciencias no son mera theoria, que también y senderos para seguir avanzando.
tienen su parte de ars es, en realidad, regre-
sar a un viejo punto de vista que el pas(e)o Armando Menéndez Viso
de la modernidad había abandonado y al Instituto de Filosofía, CSIC
cavilaciones leibnizianas —como bien publican aquí por primera vez, otros
muestran estos textos— en muchas oca- habían sido publicados previamente por
siones nos proporcionan el hilo de Ariadna Couturat, Gerhardt o Grua, y, sin querer
para no perdernos en sus muchos labe- quitar valor a estas primeras ediciones con
rintos, sin hablar de la posibilidad que se las que tantos leibnizianos hemos echado
nos ofrece de ver los pensamientos leib- los dientes trabajando, todos sabemos de
nizianos en progresión hasta su expresión las deficiencias que lleva aparejado el ser
definitiva. pionero; por eso son tan importantes las
Acostumbrados como estamos a los concordancias con estas ediciones que aña-
órdenes cronológicos en este tipo de edi- de el tomo cuarto a los índices de personas
ciones, el lector se encontrará en un primer y conceptos. Esta edición nos ayuda así,
momento perdido entre las páginas de entre otras cosas, a terminar de poner
estos cuatro tomos, sin embargo, y éste entre paréntesis la tesis logicista de Cou-
me parece uno de los mayores aciertos de turat, a la que Russell se adscribió en su
los editores, pronto se orientará en las seis día y que hacía pie en transcripciones erró-
partes en que la publicación ha sido divi- neas o incompletas de los manuscritos leib-
dida de manera conceptual: A: Scientia nizianos o en dataciones falsas de los mis-
generalis. Characteristica. Calculus univer- mos. Por referirme sólo a un par de los
salis; B: Metaphysica; C: Philosophia natu- ejemplos más patentes en este sentido, ya
ralis; D: Theologia; E: Moralia; F: Scientia Gerhardt había publicado el Diálogo sobre
juris naturalis. Ahora bien, dentro de cada la conexión entre las cosas y las palabras
sección renace la calma cronológica, ade- con la conocida anotación marginal leib-
más de obsequiarnos también cada una de niziana que popularizó Couturat como
ellas con una segunda parte en la que apa- lema de su libro La lógica de Leibniz: «Cum
recen fragmentos, notas marginales y tra- Deus calculat et cogitationem exercet fit
ducciones, para ayudarnos —como recuer- mundus»; pues bien, como corrobora la
da Schepers en su magnífica introduc- presente edición, el manuscrito leibniziano
ción— a establecer las relaciones entre el no ostentaba un condicionado causal
pensamiento leibniziano y el de sus con- «cum», sino el temporal «dum», lo que
temporáneos. Y conste que las pequeñas mientras tanto dio lugar a interpretaciones
erratas que inevitablemente se cuelan en como la de Hintikka, que no entendía los
un trabajo de esta magnitud no ensom- «mundos posibles» como algo dado en la
brecen un ápice la valiosa aportación que región de las ideas o mente divina, sino
cada uno de estos apartados dedicados a como algo dependiente de una creación
la filosofía de Leibniz nos ofrecen. continua y que se encuentra a la base del
Los textos recogidos en este volumen instante que subyace al despliegue de cada
4 de la edición de los Escritos filosóficos posibilidad 5. Por otra parte, Couturat
de Leibniz fueron redactados en el período había publicado ya en 1903 el escrito Pri-
que abarca desde su incorporación al ser- mae veritates datándolo con anterioridad
vicio de la corte de Hannover (comienzo a 1686 y basando en él su tesis —que Rus-
de 1677) hasta su regreso del viaje de tres sell compartiría— de que las doctrinas fun-
años de duración por Italia (junio de 1690); damentales de la metafísica leibniziana
nos encontramos, pues, no tanto con lo partían de su definición de verdad 6; gra-
que desde el famoso libro de Kabitz se cias a la técnica de las marcas de agua,
ha dado en llamar «filosofía del joven Leib- el texto en cuestión ha sido datado en 1689
niz», sino con los primeros trabajos de su y colocado entre los textos metafísicos de
madurez, incluido el conocido Discurso de Leibniz, tras una serie de textos redactados
Metafísica. Una gran mayoría de textos se en la década de los ochenta, entre ellos
NOTAS
1
Valgan estas líneas como gratitud y amistad a 1981 como una preedición, Vorausedition (VE), que
Henrich Schepers (editor jefe del volumen que comen- alcanzó el número de diez volúmenes y sirvió como
tamos) y a sus colaboradores: Gerhard Biller, Ursula herramienta de trabajo mientras se terminaba de pre-
Franke, Herma Kliege-Biller y Martin Schneider, con parar la edición definitiva, con su aparato crítico.
quienes tantas horas compartí en la Forschungsstelle 4
Dos en una de las revistas de máxima difusión
de Münster en 1992 y a quienes tanto deben mis tra- científica en la época, junto con el parisino Journal
bajos y mi persona. des savants, esto es, en el Acta eruditorum, que había
2
Según datos del Leibniz-Archiv de Hannover, sido fundado por Leibniz, y otros dos como partes
Leibniz nos legó más de 200.000 páginas manuscritas, de un libro.
entre ellas 10.000 cartas, aparte de un centenar de 5
Cfr. A VI, 4, 22. El texto estaba en Gerhardt,
libros con notas marginales. La edición de la Academia
Die Philosophischen Schriften, VII, 191.
habrá conseguido poner a nuestra disposición, desde 6
La tesis de Couturat aparece resumida, junto con
1920 aproximadamente, un 20 por 100 del legado leib-
el texto en cuestión, en «Sur la métaphysique de Leib-
niziano, distribuido en siete series fundamentales:
I. Correspondencia política e histórica; II. Correspon- niz», Revue de métaphysique et de morale, 10 (1902),
dencia filosófica; III. Correspondencia matemática, pp. 1-25. Cfr. A VI, 4, 1644-1649.
7
científio-natural y técnica; IV. Escritos políticos; Cfr. «Introducción» de H. Schepers en A VI, 4
VI. Escritos filosóficos, y VII. Escritos matemáticos. A, p. LIII. Cfr. también H. Poser, «Die Leibnizschen
Según el catálogo de Bodemann de los manuscritos Akademiepläne als Element der Einheit Europas»,
leibnizianos, debería incluirse otra serie dedicada a los en Leibniz und die Idee Europas (ed. de C. Roldán),
textos (LH V) correspondientes a filología y/o ciencias Studia Leibnitiana-Supplementa, Stuttgart (en pren-
del lenguaje, y parece que se trabaja también en una sa). Cfr., asimismo, C. Roldán, «Die Gelehrtenrepu-
serie (VIII) dedicada exclusivamente a cuestiones de blik als Grundlage einer europäischen Gemeinschaft»,
física. en Nihil sine ratione (ed. de H. Poser), Actas del VII
3
La gran mayoría de los textos que se presentan Congreso Internacional Leibniz, Berlin, 2001, 4. Teil
circuló entre un estrecho círculo de especialistas desde (en prensa).