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América es descrita como una joven leonesa de carácter fuerte, cuya gran
pasión es el teatro. Proveniente de una humilde familia pueblerina, Ameriquita,
como se le denomina en el relato, es hija de Doña Elena Castro (maestra
retirada) y de don Juan Carvajal (un carpintero). En este primer plano
introductorio se narra la historia de esta familia, su forma de vida, así como el
mundo profesional de América, maestra de Español y teatro, sueña que León
recupere sus días de gloria cuando éste gozaba de ser la cuna del arte literario
nicaragüense, y se empeña en convertir a su grupo teatral en el mejor elenco
de la región.
Primer Plano
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Prentación del leit motiv discursivo
↓
América: símbolo
América, aparece entonces como eje temático, como fuente de inspiración del
personaje primario representado curiosamente en el Narrador, quien se
encarga no sólo de narrar la vida de la misma América y el quehacer del resto
de los personajes, también es el responsable de describir el contexto
sociocultural de los escenarios, cambiando de rol constantemente cuando
actúa desde su nicho de ficción. A diferencia de Ámerica el Narrador aparece
en todo el relato y no por momentos como lo hace el resto.
El Narrador como personaje (héroe) deviene en eje central de cada una de las
historias expuestas; en su rol multifacético el narrador llega a convertirse en el
protagonista de Conspiración, anulando por completo los deseos de libertad de
América, quien queda supeditada. La historia redime a América a ser
copartícipe de los diálogos existencialistas presentes en la novela, esto como
una continuidad a la línea temática que viene trabajando Espinoza y que ya se
puede afirmar, es el sello de su narrativa:
¡Claro!, ¿cómo voy a pensarla sin nombre? Y yo, anónimo… ¿cuánto
me favorece ser omnisciente, si al fin y al cabo ni yo mismo sé quien
soy ni me puedo mirar en un espejo?... (Conspiración, 28)
Así, a partir del Narrador se presentan dos situaciones concretas de su rol
actancial:
Espinoza presenta con este plano el fenómeno del espejo, cuando refleja la
manera de funcionar del oficio de escribir un texto novelístico, un autor que
relata su diégesis haciendo uso de un narrador, que nace en su mente y se
materializa ante el lector en las páginas del texto creado. Esta materialización
da cierta independencia al narrador como elemento discursivo pero no deja de
ser solo un elemento creado para describirse. Ejemplifiquemos:
- Sí. A veces deseo rebelarme… Pero no puedo, es difícil, por no
decir imposible…
- En este trabajo…
- ¿Estamos trabajando?
- ¡claro, estamos trabajando!, y para la autora.
Debería poseer esa suficiencia, no sólo porque me considero
hombre, sino por ser el narrador. Mando, hasta cierto punto… A lo
mejor la autora ha cifrado sus esperanzas en mi poder de
seducción…(…)
Se le nota su antipatía. ¿Le tendrá celos? ¿Querría ser la autora? No
creo, porque esa señora tiene un mundo solitario metida en una
cueva, no sé cómo puede inspirarse, es como un topo… todo se lo
imagina. Además, no escribe para satisfacer a sus lectores, aunque
le escucho decir lo contrario. Ahí está el problema. Le pasa lo que a
mí, deseo complacer a América y digo exactamente lo contrario de lo
que desea oír. Y como la autora es invisible, también yo lo soy y al
parecer lo seguiré siendo. Después de todo soy su escribano, su
copista, un ¡bartleby de Melville! ¡No!, preferiría no hacerlo. El
problema es que sólo percibo… o adivino, porque no se dirige a mí
directamente y eso me lastima. En el fondo ¿la admiro?, ¿la
compadezco?, o me cae muy mal, quizás la considero… ¿Acaso soy
ella?... ¡No!, soy narrador, género masculino, quizás la autora
quisiera ser como yo, hombre, para hacerse sentir. Pero… (…).
(Conspiración, 32)
En este lenguaje poético con el cual se nutre la voz del narrador como
personaje, la naturaleza como tema hace su aparición como expresión de los
motivos y constantes con las que Espinoza de Tercero viene trabajando en sus
novelas anteriores, la naturaleza, ya no sólo es vista como el foco de la
destrucción que más adelante se presentará, en la voz del enamorado narrador
es el sinónimo de la belleza, la sensualidad y el deseo, América, es la selva
que conquista y grita por ser descubierta, amplia, fértil, bella y destructiva.
Véase:
Con este nuevo discurso poético enfrenta al lector con una realidad interesante,
lo aproxima a un examen de conciencia, que lo sume en la culpabilidad por
hacer caso omiso a su tierra y a la sencillez de su gente dejando en su ser la
necesidad de reencontrarse con su raíz. Una forma de iniciar de dar paso al
problema filosófico de la identidad latinoamericana tras generaciones de olvido.
Veamos:
… la vida y la historia de Yadira era el rancho, el río, el mono, las
lianas, las culebras, la mula, el macho, el chagüite, las crecidas del
río, el temporal y hasta la piedra de moler que usó su tatarabuela,
bisabuela, la mama, la tía, la prima, la cuñada y la otra mujer…
ni siquiera tiene retratos para recordar a sus tatas ni a sus primos ni
a las mujeres, todas las mujeres que han molido el maíz en esa
piedra de moler…
los nombres van pasando de generación en generación…
y era joven y murió joven…
o era tan vieja que se ha consumido igual que los árboles han
engrosado su tronco y se han arrugado y abrigado con líquen…
sin albúm ni retratera… sin herencia…. más que aquellos cuentos y
aquella voz débil y cansada que va diluyendo con el tiempo…
y Yadira ha visto correr el tranquilo río, con ímpetu, contado lunas,
suspiros, noches con pisadas del puma, con el chillido de los monos,
con los ojos del mapache y el sonido sigiloso de la culebra… (Op cit:
42)
Yadira, es la imagen del pasado del mundo que las nuevas generaciones
latinoamericanas están olvidando producto de la globalización y la necesidad
de emigrar a raíz de la pobreza que les hereda su pueblo, los cuentos de
camino, la historia pérdida de las familias, la aniquilación de la selva, todo se
ha ido perdiendo por la falta de interés y la necesidad de subsistir en países
donde los sistemas políticos son inestables a causa de las luchas de poder.
Yadira es una desmovilizadas más como miles en Nicaragua y producto de la
guerra de 1979 rompe su lazo con el pasado con la intención de encontrar un
lugar mejor para vivir.
2.- La guerra
Una vez más la guerra, como constante narrativa es presentada como un
proceso cruel y despiadado que ni el paso del tiempo puede borrar; están los
tópicos de la crueldad humana, la política y sus vejámenes, los partidos
tradicionales que incentivaron los ideales nacionales y los usaron a su
conveniencia, hasta el momento en que ya no necesitaron soldados y armas y
los olvidaron en los campos de batalla, a merced de las montañas que
cobraron sus vidas por haber sido invadidas y manchadas de sangre inocente.
Esta realidad es recreada en los siguientes fragmentos:
Este plano es uno de los más difíciles de describir pues hasta en la misma
historia la escritora lo desprovee de características que faciliten esta tarea. Solo
queda el ejercicio de interiorización del actante que se establece a través del
uso del monólogo, así como de la interacción que se le permite establecer con
los lectores a través del correo electrónico y que se presenta como el último
plano intertextual.
Relación extratextual
↓
Narrador ↔ lector