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EL NACIMIENTO DE UN
NUEVO MEDIO DE COMUNICACIÓN, 1877-
1936.
Autores:
Ángel Bahamonde Magro . Catedrático de
Historia Contemporánea. Universidad Carlos III
Madrid.
Luis Enrique Otero Carvajal. Profesor Titular de
Historia Contemporánea UCM.
Publicado en: Bahamonde Magro; A., Martínez
Lorente, G. y Otero Carvajal, L. E.: Ê
Madrid,
Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio
Ambiente, 1993. ISBN: 84-7433-949-9.
cc
ÎNDICEc
c
, ese mismo año la
X
creaba su propia
compañía de teléfonos,
encargando a Edison el
desarrollo de un modelo
alternativo al de Bell. El receptor
de Edison amplificaba
considerablemente respecto del
modelo de Bell la recepción y
difusión de la voz. La falta de
capital provocó la pérdida del
control que Bell ejercía sobre su
compañía, que paso a manos de
un grupo de financieros de Boston. Las dos compañías norteamericanas mantuvieron
una feroz lucha por el con trol del mercado telefónico estadounidense, desplegada en
tres frentes: técnico, a través de la mejora de los aparatos telefónicos; jurídico, respecto
de la primacía de las patentes de Bell y Gray, y geográfico por el control del territorio
norteamericano. En 1879 la patente de Bell fue reconocida por los tribunales de justicia
como la única válida, quedando la =
como la empresa autorizada
a explotar dicha innovación tecnológica. c
controlaba monopolísticamente el mercado. Tecnológicamente
el control de la =
La expansión del teléfono en Europa fue más lenta que en los Estados Unidos. Las
razones que explican este hecho son variadas. De una parte, desde 1880 Estados Unidos
mostraba una mayor pujanza industrial que el Viej o Continente. Las oportunidades para
el desarrollo de nuevas industrias eran mayores debidas a las grandes dimensiones del
mercado estadounidense y a la juventud de su estructura industrial, que mostraba una
mayor flexibilidad que las consolidadas estructu ras industriales europeas a la hora de
movilizar capitales para nuevos proyectos industriales. De otra, la pugna tecnológica
establecida entre los aparatos de Bell y Edison retrasaron la decisión europea sobre la
elección del sistema telefónico. Finalmente, el celo de los gobiernos respecto del control
de los nuevos sistemas de comunicaciones provocó una considerable demora respecto
del modelo a adoptar: estatal o privado, que dio origen a una contradictoria legislación
que retrasó el despegue de las respectivas
redes telefónicas. c
y ã )*
Desde los orígenes del teléfono dos grandes fenómenos se desarrollan de manera
íntimamente relacionados: su tendencia a constituirse en red universal de
comunicaciones y la preponderancia tecnológica, financiera e industrial de los Estados
Unidos. Ya en el acta de creación de la ATT en 1885 se señalaba el objetivo futuro de
enlazar telefónicamente los Estados Unidos con Canadá y México. Esta inicial aspiración
fue una realidad plena a la altura de 1930, momento en el que existía una consolidada red
telefónica internacional, que diseñaba los primeros pasos de un mercado mundial de las
telecomunicaciones, avanzando por la senda abierta por la red telegráfica internacional.
De la misma manera que la red mundial telegráfica había sido hegemonizada por Gran
Bretaña, símbolo e instrumento de su preponderancia internacional durante la segunda
mitad del siglo XIX hasta el estallido de la Gran Guerra, el predominio de los Estados
Unidos en la construcción de la red telefónica mundial anticipaba el papel primordial que
dicha nación iba a desempeñar de manera indiscutible con el estallido de la Segunda
Guerra Mundial. En el período de entreguerras los Estados Unidos no sólo lograron
superar su antigua dependencia en las conexiones telegráficas internacionales respecto
de Gran Bretaña, sino que mediante su hegemonía en la industria telefónica consiguió
afianzarse a posiciones de liderazgo en el naciente mercado mundial de las
telecomunicaciones. El emblema de esta hegemonía fue la+
(ITT), creada en 1920 por los hermanos Hernand y Sosthenes Behn. Una
pequeña empresa que había sido constituida para la explotación de las redes telefónicas
de Cuba y Puerto Rico, acabó, en un espacio de tiempo no superior a quince años, en la
empresa líder de las telecomunicaciones internacionales. Su momento de despegue fue
en 1925 cuando la ATT, como consecuencia de la aplicación de las leyes antitrust de los
Estados Unidos, se vio obligada a vender a la ITT la +
X
, que
monopolizaba la comercialización del =
0 . .
Así en Europa la ITT penetró con fuerza, además del caso español, en Francia y en
Alemania. Este último país sirvió de plataforma para su penetración en la Europa
danubiana. En suma una hegemonía estadounidense del mercado mundial de las
telecomunicaciones que enseguida demostró su importante derivación política, sobre
todo a partir de 1945 cuando el concepto $ $
$$ se convirtió en la
doctrina oficial estadounidense en materia de telecomunicaciones. c
Alemaniac 29.040c
Bélgicac 4.339c
Franciac 9.883c
Italiac 9.564c
Rusiac 4.822c
Sueciac 14.791c
Suizac 6.884c
Españac 2.312c
La participación de la Dirección
General de Correos y Telégrafos
en el origen del servicio telefónico
en España es esencial, tanto en
los experimentos iniciales como
en la aprobación del reglamento y
en la selección de las diferentes
ofertas presentadas por los
concesionarios. La Dirección
General de Correos y Telégrafos
creó en Madrid, en 1882, una red
telefónica oficial que enlazaba las
principales dependencias
estatales que con escasos
recursos consiguió un
funcionamiento eficaz, siendo puesta como ejemplo por los partidarios de que el
teléfono fuera por cuenta del Estado. El decreto de 11 de agosto de 1884 reservaba al
Estado la explotación del servicio telefónico, valiéndose de los funcionarios del C uerpo
de Telégrafos. En la exposición del decreto elaborada por el ministro Romero Robledo se
justificaba la conveniencia del carácter estatal del servicio: las graves dificultades
sufridas para la puesta en servicio; el caos telefónico de Barcelona, ocasi onado por la
cantidad de concesiones otorgadas; el temor de dejar en manos privadas un medio tan
poderoso; lo rentable que sería para el Tesoro, y el ejemplo de Europa. c
En noviembre de 1885 la nueva ascensión al poder del partido liberal significó un cambio
en el marco legal del servicio telefónico. En aras de la libertad económica, el 13 de junio
de 1886 un decreto volvía al sistema de concesiones a la iniciativa privada; incluso en la
exposición de motivos se llegaba a tachar al Estado como obstáculo perpetuo al
desarrollo del teléfono. En 1890 Francisco Silvela aprobó una nueva reorganización de
los servicios telefónicos, esta vez de carácter mixto. Las experiencias de Gran Bretaña,
Francia e Italia rescatando la explotación del teléfono de manos de los concesionarios
particulares en favor del Estado fue uno de los argumentos básicos para el nuevo rumbo
legislativo. Consciente de las limitaciones económicas del Estado, l a posición defendida
por Francisco Silvela trató de conciliar los intereses particulares -hegemónicos en 1882
y 1886- y los del Estado -monopolizadores en 1884- (cuadro nº 61). El decreto establecía
una sistematización del servicio telefónico, que perseguí a salir del marasmo en el que se
encontraba mediante la definición de las diferentes modalidades de las instalaciones:
redes telefónicas, públicas o privadas; líneas interurbanas, públicas o privadas; líneas
secundarias, conectadas con las estaciones telegráficas, y líneas particulares. Las
privadas debían satisfacer un canon al Estado por su concesión y explotación que
variaba en función de las características de la concesión. La iniciativa privada se liberó
de trabas al poder concursar en la instalación d e líneas interurbanas a gran distancia,
bajo la condición del pago de un canon cuyo importe variaba dependiendo de la
importancia de la línea. Como desarrollo de este nuevo marco legal el 18 de marzo de
1891 un nuevo decreto publicó las bases de la subasta para la construcción y
explotación de las líneas interurbanas. c
CUADRO Nº61. Cronología legislativa del Servicio Telefónico en España. (1882 -1924)c
Elaboración propia. c
En vez de revertir al Estado los derechos y explotación de las tres zonas restantes, y
como reflejo de las contradicciones en que se moverán los partidos alternantes en
materia telefónica, salieron de nuevo a pública subasta entre personas o entidades
españolas. Modificaron algunas condiciones pero mantuvieron la política de que el
capital privado construyese las redes y las explotase hasta la finalización del contrato en
que pasarían a manos del Estado. Se amplió la red del Nordeste, incluyendo la conexión
con Francia, y se mantuvo la red del Noroeste. En julio de 1909 la construcción de la red
internacional Madrid-Zaragoza-San Sebastián-Irún, y en diciembre del mismo año la
variante Zaragoza-Barcelona-Gerona-Port Bou unió la red telefónica española con la
europea. En el cuadro 62 se aportan algunos datos comparativos de las tres redes. c
En 1897 se habían concedido 42 redes telefónicas a compañías privadas, entre las que
destacaban por el número de abonados la Sociedad General de Teléfonos de Barcelona,
con 2.479 abonados; la Compañía Peninsular de Teléfonos con cinco concesiones,
correspondientes a las redes de Bilbao con 1.078 abonados, Mataró con 61, Sabadell con
343, Santander con 299 y Valls con 17; la Compañía Madrileña de Teléfonos con 1.681
abonados y la de Antonio Mompó en Valencia con 961. En 1900 las concesiones se
habían elevado a 49, manteniendo las citadas compañías la primacía en cuanto a número
de abonados. En 1905 la Compañía Peninsular de Teléfonos incrementaba a siete el
número de concesiones, con las de Martorell y Palamós. En 1910 el número de
concesiones se elevaba a 74; desde 1908 las redes de Barcelona y Madrid habían pasado
a manos de la Compañía Peninsular, que con las de Tarragona y Manresa se elevaban a
diez al haberse municipalizado la red de Santander en 1909, año en el que Ayuntamiento
se hacía con concesión de la red de San Sebastián. De los 21.239 abonados de las
compañías concesionarias de 1909, 10.202 lo eran de la Compañía Peninsular, es decir
un 48,03 por ciento del total. En 1912 la Compañía Peninsular absorbió a la Compañía
Ibérica de Redes Telefónicas, que tenía las concesiones de las redes de Cádiz, Jerez de
la Frontera, Murcia y Vitoria. En 1915 las concesiones eran 89, de las que 27
correspondían a la Compañía Peninsular, que constituía con diferencia la compañía
telefónica privada más importante del país. Ese mismo año se hizo cargo de la
explotación de las tres grandes zonas en las que finalmente había quedado dividida la
Península: Nordeste, Sur y Noroeste. Con ello se trataba de garantizar la conexión
interurbana de las distintas redes locales existentes. En 1920 las concesiones
alcanzaban la cifra de 94, de las que 35 estaban en manos de la Compañía Peninsular;
que controlaba 39.554 abonados de un total de 67.736 de las compañías concesionarias,
lo que representaba el 58,39 por ciento del total de a bonados (ver cuadro nº 63). c
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cc
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c
A considerable distancia se situaba la segunda compañía por número de concesiones: la
Mancomunidad de Cataluña, que inició su actividad telefónica en 1916 con las
concesiones de Figueras, La Garriga y Lérida, a las que se unió en 1923 la de Puigcerdá.
Incluso el Estado, a pesar de tener 149 redes telefónicas locales, con 7.952 abonados,
quedaba lejos de los 39.554 abonados que la Compañía Peninsular tenía en 1920 (ver
cuadro nº 74 en apéndice final del capítulo). c
c
Si a ello añadimos el caos telefónico existente entre 1882 y 1924, sólo resuelto en parte
desde 1915 con la preponderancia de la Compañía Peninsular y su explotación de las
redes interurbanas, tendremos el marco explicativo completo de las dificultades de la
introducción de la telefonía en España, a diferencia de lo ocurrido con la telegrafía. A
este respecto cabría añadir las diferencias sustantivas de la telegrafía y el teléfono. La
primera, para su pleno desarrollo necesitaba fundamentalmente de la const rucción de la
red telegráfica nacional. Tendidas las líneas con una o varias estaciones telegráficas,
según las dimensiones de las localidades y las demandas de los sectores político,
económico y periodístico, el servicio telegráfico era plenamente operati vo. c
Sin embargo, el teléfono para su pleno desarrollo necesitaba no sólo del tendido de las
redes interurbanas sino también y fundamentalmente del desarrollo de las redes
urbanas, basadas en el tendido de las líneas telefónicas particulares, lo que signif icaba
un incremento considerable de los costes respecto del tendido telegráfico, estando
directamente ligado a los niveles de renta de la sociedad. Cuotas de enganche cuya
media inferior alcanzaba en 1897 las 149,86 pesetas y en 1923 las 81,56 pesetas
resultaban inalcanzables para la mayoría de la sociedad española de la época. En estas
condiciones resultaba previsible la dificultad para la consolidación de la red telefónica
española. Las empresas concesionarias, dada su fragmentación y escasa capitalización
eran incapaces de impulsar una política tarifaria a la baja, acrecentada esta incapacidad
por la incertidumbre de la renovación de las concesiones por el Estado y los reducidos
plazos de las mismas, todo lo más veinte años. Ni siquiera la Compañía Penins ular
estaba en condiciones de ofrecer una reducción significativa de las tarifas que supusiera
una ampliación potencial de la demanda telefónica vía reducción de costes de la
conexión. c
A la altura de 1920 la red telefónica urbana estaba dividida entre concesionarios que
explotaban 93 redes. De ellas 42 correspondía a capitales de provincia explotadas por
compañías privadas salvo cuatro en manos de los Ayuntamientos. El Estado poseía 110
redes urbanas, de las que once correspondían a capitales de provincia. Cuatro años más
tarde, cuando Primo de Rivera impuso desde el Directorio Militar la unificación del
servicio telefónico, el control de las redes había variado de manera considerable. El 28
por ciento correspondía al Estado a través de la Dirección General de Correos y
Telégrafos, que controlaba 147 redes urbanas. Las más importantes eran las de Las
Palmas, Castellón, Sevilla, Burgos, Cuenca, Ciudad Real, Guadalajara, León, Logroño,
Lugo, Soria, Segovia y Teruel. Igualmente t enía bajo su control dos redes provinciales,
Vizcaya y Ciudad Real, y circuitos interurbanos en varias provincias, siendo los más
importantes el de Zaragoza-Ariza y la red del Guadarrama en Madrid. Explotaba también
la red internacional con Francia. El 9 p or ciento correspondía a Diputaciones y
municipios como la red urbana de San Sebastián y la de Guipúzcoa, además de la red de
la Mancomunidad Catalana, que instaló en 1921 la primera central automática. El 33 por
ciento estaba en poder de dos empresas. La más importante seguía siendo la Compañía
Peninsular de Teléfonos propietaria de la red interurbana y de las redes urbanas de
capitales o pueblos importantes de Valladolid, Vitoria, Tarragona, Huesca, Vigo y Cádiz.
Por su parte, la Compañía General de Teléfonos explotaba las redes urbanas de Murcia,
Toledo, Alicante, Albacete, Tenerife. El otro 30 por ciento correspondía a pequeños
concesionarios. En su conjunto el servicio telefónico en 1924 presentaba el siguiente
cuadro: 80.000 teléfonos manuales; 0,36 teléfonos por cada 100 habitantes; 40.000
kilómetros de circuitos interurbanos; 627 localidades enlazadas por teléfono, y 8.000
empleados. El incremento del número de teléfonos entre 1914 y 1924 (Ver cuadro nº 66)
había significado un aumento paralelo en los ingresos de la Hacienda Pública (Ver
cuadro nº 67).c
Una de las principales razones que indujeron a Primo de Rivera a autorizar la entrada de
la ITT en España, en 1924, fue la necesidad de encontrar capital suficiente para la
explotación y el desarrollo de las nuevas tecnologías. Los hechos se sucedieron con una
rapidez inusual en este tipo de operaciones. El 19 de abril de 1924 se constituyó en
Madrid la )
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,
(CTNE), en régimen de sociedad
anónima, con un capital de 2.000 acciones de 500 pesetas nominales cada una. El 11 de
mayo, el Directorio Militar dictó una Real Orden, sin carácter de concurso, nombrando
una Comisión encargada de estudiar los proyectos libremente presentados para
reorganizar el servicio telefónico. Se presentaron además de la CTNE, la %
&$ y la ,!
X-. Dicha Comisión informó negativamente
sobre los tres proyectos.c
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El estudio de las veintiséis bases del contrato revela que la Compañía nació y se
desarrolló con una legislación mucho más favorable que la que habían tenido los
antiguos concesionarios de redes telefónicas. Lo mismo sucedió con las contrapartidas
económicas y los recursos puestos a su disposición. Si en las concesiones anteriores
toda la instalación telefónica revertía al Estado una vez caducado el plazo, en el contrato
con la CTNE no existía tal reversión. La base veintidós recogía la obligación del Estado
de reparar los daños ocasionados en caso de guerra a las instalaciones tel efónicas. La
veintitrés regulaba que si una vez transcurridos veinte años el Estado se incautaba de la
totalidad del servicio telefónico debería indemnizar a la CTNE en moneda de oro y
conforme a las valoraciones que la propia Compañía hiciera de sus inver siones.c
La CTNE estaba, al igual que anteriormente los concesionarios, exenta de todo tipo de
contribuciones o impuestos directos. Además, disfrutaba de un amplísimo derecho de
expropiación de terrenos y propiedades basado en el principio de la utilidad pú blica, así
como del derecho de todas las servidumbres necesarias, según la base sexta. De
acuerdo con la base segunda el Estado se comprometía a entregar a la CTNE, cuando
esta lo solicitara, las instalaciones y propiedades explotadas por el Estado. Las ba ses
cuarta y quinta concedían a la Compañía amplísimos poderes para la adquisición o
incautación de las instalaciones y propiedades de todos o de cualquiera de los
concesionarios, así como la explotación de las redes de los particulares. La base
séptima regulaba el canon que debía abonar la CTNE. El Estado participaba de los
ingresos de la Compañía, a través del derecho a percibir anualmente un canon del 10 por
ciento de los beneficios netos de la Compañía, definido en la base vigésimo cuarta. En
ningún caso el canon sería menor del 4 por ciento de los ingresos brutos de la CTNE. Si
se compara este canon con los aplicados a los antiguos concesionarios (entre un 33,75
por ciento y un 10 por ciento de los beneficios brutos) se comprende el trato de favor
que recibió la CTNE, así como el descenso tan acusado que sufrieron los ingresos del
Tesoro Público en concepto de servicio telefónico a partir de 1925 (Ver cuadros 68 y 69). c
CUADRO Nº 68. Importe anual del canon pagado por la CTNE al Estado. 1924 -1930.c
Año c Pesetasc
1924-25c 3.505.298c
1926c 2.389.169c
1927c 2.386.108c
1928c 2.425.963c
1929c 2.736.488c
1930c 3.429.763c
Totalc 16.872.789c
c
El contrato del 25 de agosto de 1924 otorgaba a la CTNE una amplísima capacidad de
actuación para hacerse con el control de la red telefónica nacional. En la base cuarta se
estipulaba que .Ê ) 0 3 01
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) . La base quinta reafirmaba los poderes
otorgados a la CTNE al poner en sus manos un derecho de incautación prácticamente
ilimitado: .ã
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Entre septiembre y diciembre de 1924 la CTNE se hizo cargo, mediante el pago de las
correspondientes indemnizaciones, de las concesiones de las redes de Zaragoza,
Málaga, Almería, Córdoba, Santander y Granada. El proceso continuó en años
posteriores de manera que en 1930 sólo quedaban seis concesiones arrendadas fuera
del ámbito de la CTNE, correspondientes a los mun icipios de Berga, Castro-Urdiales,
Guardiola, Jaén, Melilla y San Sebastián con un total de 6.376 abonados, de los que 4.764
pertenecían a la red municipal de San Sebastián, además de la red provincial de
Guipúzcoa. c
* Los ingresos sólo comprenden las conferencias interurbanas, las internacionales y los
telefonemas, este último servicio dejó de ser prestado por la CTNE y pasó a manos del Estado
el 29 de agosto de 1934, por lo que a partir de ese año desaparecen los ingresos por
telefonemas.c
Fuente: Estadísticas Oficiales Telegráficas y Telefónicas de España. 1925-1936.c
Elaboración propia. c
c
* Los datos de las conferencias internacionales vienen incluidos en los de las conferencias
interurbanas.c
Fuente: Estadísticas Oficiales Telegráficas y Telefónicas de España. 1925-1936.c
Elaboración propia. c
cc
A modo de recapitulación .c
cc
cc
CUADRO Nº 80. Cuenta de resultados de la Sociedad General de Teléfonos de Barcelona. Enero 1925 c
Activoc Pasivoc
cc