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Instituto Abdón Cifuentes

San Felipe.
CMM
Fuentes Alta Edad Media (siglos V-X)

A partir de ahora seguiremos una estructura semejante para abordar los tres períodos clásicos
de la Historia Medieval (Alta, Plena y Baja Edad Media), diferenciando el ámbito occidental, del
Imperio Bizantino, y del mundo islámico. De los restos del antiguo Imperio Romano surgen tres
núcleos de poder que se disputarán durante los primeros siglos de la Edad Media y con muy
desiguales posibilidades de éxito, un protagonismo que por algún tiempo sería indiscutiblemente
monopolizado por la Pars Orientis del Imperio.
Mientras este proceso va adquiriendo forma, el Imperio bizantino, cuyo origen y características
constitutivas no son disociables de los factores que hicieron posible la pervivencia de la Pars Orientis
del antiguo Imperio Romano unido, asume plenamente, bajo la «Era justinianea», el protagonismo
que le corresponde en el Mediterráneo, si bien su propia tendencia a la helenización orientalizante,
unida a la aparición en su seno de singulares «nacionalismos» religiosos, favorece la consolidación
de su particularismo al margen por completo de la realidad cristiano-occidental: la búsqueda de la
identidad bizantina no hace sino separar sus esquemas socio-culturales de la «Europa bárbara»; en
este sentido, un fenómeno como el de la iconoclastia no deja de ser significativo.
En tanto el Occidente germano-latino y el Oriente greco-bizantino pugnan por afianzar posiciones
en sus respectivos ámbitos de influencia cultural y política, se producirá en la Península Arábiga y en
el Próximo y Medio Oriente asiático, el nacimiento y primera expansión del Islam.
Pero entre los siglos V y VIII surgen además otras grandes formaciones políticas ajenas al
Mediterráneo. Por una parte, hemos de hablar de la lenta integración de la periferia europea en el
concierto general de la evolución histórica de nuestro entorno, que sin embargo, inmediatamente va
a adquirir un indudable protagonismo en dicho proceso. La heptarquía anglosajona dotará a las islas
británicas del elemento cohesionador que necesitaba para su integración en la órbita occidental.
Occidente
En lo que se refiere a la más primitiva Europa, el Occidente plural de los reinos germánicos
tardaría aún en consolidar su proceso de autodefinición. El fenómeno que tradicionalmente
conocemos como «invasiones» -término que sin duda debería ser definitivamente revisado-, se
traduce en una progresiva germanización de Occidente cuyas primeras fases coinciden con la etapa
de descomposición imperial. En este sentido no conviene olvidar que la instalación de muchos de los
pueblos bárbaros en territorio occidental se verifica antes de la formal desaparición del Imperio y
que, en cualquier caso, la ubicación de los efectivos germánicos no supuso una traumática realidad,
ya que la «desnaturalización» progresiva de la esencia imperial, facilitó la paulatina «barbarización»
de sus estructuras. Ello no fue obstáculo, sin embargo, para que culturalmente, la caída de Roma
dejara una profunda huella que solo el pensamiento agustiniano fue capaz de superar de modo
racional. Con todo, la dialéctica romanismo-germanismo no siempre desembocó en perfecta
integración social y los fundamentos políticos y estructuras socio-económicas de las monarquías
bárbaras a menudo dejaron de contar con una sólida base que garantizara, desde la nueva
concepción patrimonial del poder, la efectiva estabilidad de cada una de las monarquías.
El deterioro de la economía monetaria, la autarquía y la ruralización, así como un notable
desarrollo de las relaciones económicas y sociales de dependencia personal, características todas
presentes en el Bajo Imperio, no hacen sino consolidarse mediante el impulso «continuista» de los
monarcas germánicos. Desde la inestable monarquía vándala, sustentada en criterios de radical
diferenciación étnico-religiosa, a la monarquía merovingia, fusionada en el ideal romano-cristiano del
catolicismo, pasando por los casos intermedios del reino ostrogodo o de la monarquía hispano-
visigoda, el grado de mayor o menor cohesión interna viene determinado por la flexibilidad política
tendente a la integración social de la comunidad. Por último, y desde el punto de vista cultural, la
Iglesia, depositaria en régimen de exclusividad del legado clásico, va asumiendo poco a poco un
papel rector en el seno de Occidente: la doctrina del Primado, la pujanza del monaquismo
benedictino y el entramado filosófico-teológico del neoplatonismo agustiniano, serán sus principales
soportes, los ejes de un poder ideológico-cultural que moldea poco a poco los perfiles de la más
primitiva civilización cristiano-occidental.
Entre los siglos IX y X tienen lugar los primeros intentos serios de consolidar, con voluntad de
permanencia, fórmulas políticas que aseguren las cotas de influencia alcanzadas. En Occidente, los
primeros ensayos de articulación poseen la impronta del universalismo: la formación y evolución
política del Imperio carolingio es el primero y más claro ejemplo de ello. Pero la fórmula nació
«tocada»; ni su alianza con el Papado, ni el interés de Carlomagno y Luis «el Piadoso» por identificar
su noción imperial con una imprecisa Europa, amparadora del cristianismo romano, ni tampoco el
«renacimiento carolingio» en materia cultural, subsanaron unas deficiencias estructurales que
paralizaban a la sociedad bajo cada vez más rígidos esquemas feudo-vasalláticos, y que
amenazaban la vida económica con contradictorias iniciativas, unas veces ruralizantes y otras
interesadas en una actividad comercial de largo alcance. Finalmente, y tras una escasa andadura
política, la radicalización del concepto patrimonial del poder y la progresiva feudalización de la
sociedad provocaron la desmembración del Imperio carolingio, y en esa coyuntura las «Segundas
invasiones» aceleraron el proceso de descomposición, e indirectamente ayudaron a la configuración
de un nuevo mapa político para Occidente. Entretanto, la España cristiana de la inicial
«Reconquista», que tan vinculada había estado al origen, desarrollo y declive del Imperio carolingio,
se fue alejando progresivamente de la órbita de influencia del Sacro Imperio, empeñada en tareas
repobladoras y poco sobresaliente en materia cultural.

Reinos germánicos

1.El cruce del Rhin en el 406

El pequeño número de los que sobrevivimos fue gracias no a nuestros méritos, sino a la
misericordia del Señor. Pueblos innumerables y feroces han ocupado el conjunto de las Galias. Todo
el país que se extiende entre los Alpes y los Pirineos, el que limita con el Océano y el Rhin, ha sido
devastado por quados, vándalos, sármatas, alanos, gépidos, hérulos, sajones, burgundios, alamanos
y -terrible desgracia- los panonios se han convertido en enemigos, pues Assur ha llegado con ellos
[Salmo, 82,9]. Maguncia, en otro tiempo ilustre, ha sido tomada y saqueada. En su iglesia, millares
de hombres han sido masacrados. Worms ha sido reducida después de un largo asedio. Las
prepotentes urbes de Reims, Amiens, Arras, Tournai, Spira y Strasburgo han sido trasladadas a
Germania. Las provincias de Aquitania, Novempopulania, Lugdunense y Narbonense, salvo un
pequeño número de ciudad, han sido completamente saqueadas. Las ciudades han quedado
despobladas por la espada y el hambre. No puedo recordar sin lágrimas a Tolosa, cuya ruina solo ha
sido impedida por el mérito de su santo obispo Exuperio. Hispania misma, tiembla recordando la
irrupción de los cimbrios (...)
SAN JERÓNIMO, Carta a Geruchia. En E. Mitre, P. Azcárate y A. Arranz, «Catástrofes medievales»,
Cuadernos de Historia 16, n.º 120, Madrid, 1985, Textos, p. III.

2.La batalla de los Campos Catalúnicos

De la parte romana, Teodorico y sus visigodos ocupan el ala derecha; Aecio y los romanos, el ala
izquierda. Habían colocado en el centro a Sangíbano, rey de los alanos (...) En cuanto al ejército de
los hunos, fue alineado en batalla en orden contrario al de los romanos: Atila se colocó en el centro
con los más valientes entre los suyos (...) Los pueblos numerosos, las naciones que habían sometido
a su dominación, formaban sus alas. Entre ellos se hacía notar el ejército de los ostrogodos,
mandados por Valamiro, Teodomiro y Videmiro, tres hermanos que sobrepasaban en nobleza al
propio rey, a las órdenes del cual marchaban entonces, porque pertenecían a la ilustre y poderosa
raza de los ámalos. También se veía allí, a la cabeza de una tropa numerosa de gépidos, a Ardarico,
su rey, tan valiente y tan famoso, cuya grande fidelidad lo hacía admitir por Atila a sus consejos (...)
La muchedumbre de los otros reyes y los jefes de las diversas naciones, parecidos a satélites,
espiaban los menores movimientos de Atila, y en cuanto él les hacía un signo con la mirada, cada
uno, en silencio, con temor y temblando, venía a colocarse delante de él, o bien ejecutaba las
órdenes que de él había recibido. Sin embargo, el rey de todos los reyes, Atila, velaba sobre todos y
por todos.
JORNANDES, Histoire des Goths, p. 267-268, ed. M. A. Savagner, París, S.A. En E. Mitre y A.
Lozano, Análisis y comentarios de Textos Históricos. I. Edad Antigua y Media, Madrid, 1978, p. 140.

3.La opinión de Ataúlfo sobre Roma en el año 414

Ataúlfo era un gran hombre, por su valor, poder e inteligencia. Su deseo más ardiente, decía a
sus familiares y próximos, había sido borrar el nombre de Roma, hacer de todo el territorio romano
un imperio godo, de la Romania una Gothia, convertirse en César Augusto. Pero, como sabía por
experiencia, los godos no obedecían leyes, como consecuencia de su barbarie sin freno; y no se
podía prescindir de las leyes, sin las cuales un Estado no puede existir. Así, al menos, había escogido
hacerse famoso restaurando en su integridad y extendiendo el nombre romano gracias a la fuerza
gótica, pasar a los ojos de la posteridad como restaurador de Roma, ya que no había podido
destruirla. Por eso se abstenía de la guerra y aspiraba a la paz.
OROSIO, Historiae, VII, 43, 5-7, p. 458. Recoge: Migne, Patrología Latina, col. 1171.

4.Teodorico, rey de los ostrogodos

Teodorico, varón belicosísimo y animoso, era hijo natural de Valamir, llamado rey de los godos.
Su madre, goda, llamada Ereriliva, era católica y en el bautismo recibió el nombre de Eusebia.
Preclaro y de buena voluntad para con todos, reinó treinta y tres años y aseguró la felicidad de
Italia treinta años y la paz para sus sucesores. Nada hizo de malo. Así gobernó aunados dos pueblos,
el de los romanos y el de los godos. Aunque pertenecía a la secta arriana, nada intentó contra la
religión católica. Ofreció juegos en el circo y en el anfiteatro, lo que fue llamado por los romanos un
Trajano o un Valentiniano, en cuya época se inspiró. Y los godos lo estimaron como su mejor rey por
el Edicto en que estableció el derecho. Prescribió a los romanos que el servicio militar fuese como
bajo los emperadores. Fue pródigo en dádivas y distribución de víveres y aún cuando encontró el
erario público exhausto, lo restableció y lo hizo opulento con su labor. Aun cuando era iletrado,
demostró tanta agudeza, que algunos de sus dichos son aún hoy sentencia para el vulgo; por eso no
nos avergüenza recordar algunas de ellas. Dijo: «El que tiene oro y demonio no lo puede esconder».
También: «El romano miserable imita al godo y el godo útil imita al romano» (...)
Era también amigo de las construcciones y un restaurador de ciudades. Restauró el acueducto de
Ravena, obra del emperador Trajano, y después de mucho tiempo hizo correr agua; edificó el palacio
hasta terminarlo, pero no lo dedicó y acabó el pórtico alrededor del palacio. Además hizo las termas
y el palacio de Verona y agregó una galería desde la puerta hasta el palacio; reedificó el acueducto
que por mucho tiempo había estado destruido e hizo circular el agua, circundó la ciudad con otros
muros nuevos. También en Ticino hizo un palacio, las termas, el anfiteatro y amuralló la ciudad.
Pero también benefició a otras ciudades. Tanto agradó a los pueblos vecinos, que se ofrecieron a
pactar con él en la esperanza de tenerlo por rey. También llegaban hasta él comerciantes desde
diversas provincias, pues había tanto orden que, si alguno quería enviar a su dominio oro y plata,
podía considerarse tan seguro como si estuviera dentro de los muros de la ciudad. Y así fue en toda
Italia, que no dotó de puertas a ciudad alguna, ni las cerró donde las había (...)
Anonymus Valesianus, Trad. Y. E. Jasson y F. E. Roberts, Anales de Historia Antigua y Medieval,
Buenos Aires, 1949, pp. 165-178.

5.Anglos, jutos y sajones en Gran Bretaña

En el año de la Encarnación del Señor de 449, habiendo obtenido Marciano la realeza, junto con
Valentiniano, como cuadragésimo sexto sucesor de Augusto, la poseyó siete años. En esta época, el
pueblo de los Anglos o de los Sajones fue invitado por el mencionado rey [Vortigern] y se trasladó a
Bretaña con tres barcos largos, y recibió residencia en la parte oriental de la isla, bajo las órdenes
del mismo rey, para defenderla como si de su patria se tratara, aunque en realidad para
conquistarla. Así, después de entablar lucha contra los enemigos que venían del Norte, trabaron
batalla y los sajones se alzaron con la victoria. Lo que, una vez anunciado en su lugar de origen, así
como la fertilidad de la isla y la cobardía de los bretones, pronto enviaron los sajones una flota más
nutrida con gente armada de refuerzo que, junto a los precedentes, formaron un ejército invencible.
Los que llegaron recibieron asiento entre los bretones, por concesión de estos, con la condición de
que lucharan contra sus adversarios, por la salvación y paz de la tierra, y que les darían el
estipendio debido por sus servicios. Habían venido gentes de los tres pueblos más valerosos de
Germania, esto es, los Sajones, los Anglos y los Jutos. De origen juto son los Cantuari y los Victuari,
o sea, el pueblo que posee la isla de Wight y el pueblo llamado hasta hoy juto en la provincia de los
sajones occidentales [Wessex]. De los sajones, es decir, de la región que se llama hoy país de los
viejos sajones [Holstein], vinieron los sajones orientales, meridionales y orientales [Essex, Sussex,
Wessex]. De los anglos, es decir, del país que se denomina Angeln [en el Este de Schleswig], y que
desde entonces hasta hoy ha permanecido desierto, salieron los anglos orientales [East Anglia] y
anglos mediterráneos [South Anglia y Uppland], Mercia y toda la descendencia de los northumbrios,
es decir, los que habitan el norte del río Humber, y todos los otros pueblos ingleses.
BEDA EL VENERABLE, Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, ed. J. E. King, Londres, 1962, pp. 86-
74.

6.Etelberto de Kent y la figura del «bretwalda», rey de reyes de los anglo-sajones

En el año 616 de la Encarnación del Señor, que es el vigésimo primero desde que fue enviado
Agustín con sus compañeros a predicar al pueblo de los anglos, Etelberto, rey de Kent, después de
gobernar gloriosísimamente su reino temporal por espacio de cincuenta y seis años, alcanzó el gozo
eterno del reino celeste. Este rey fue el tercero de los reyes del pueblo anglo que gobernó unidas las
provincias de dicho pueblo situadas al sur del río Humber y las contiguas al mismo río por la parte
del Norte, pero fue el primero de todos ellos en ascender al reino de los cielos. El primer rey que
imperó [sobre los restantes reinos anglosajones] fue Aelle, rey de los Sajones meridionales
[Sussex], el segundo fue Celin, rey de los Sajones Occidentales [Wessex] (...); el tercero, como dije,
fue Etelberto, rey de los Kentienos (...)
Y este rey, entre otras cosas buenas que proporcionaba a su gente con su buen gobierno,
promulgó con el consejo de los sabios, una legislación judicial, basada en el Derecho Romano. Estas
leyes se conservan todavía en la lengua de los anglos y son observadas por ellos: en las mismas
dispuso, en primer término, de qué modo debía enmendar [el daño causado] quien se apoderase
mediante robo de algún bien de la Iglesia o del obispo o de los restantes órdenes eclesiásticos,
estableciendo su salvaguarda sobre aquellos de quienes había recibido la fe.
Era, dicho Etelberto hijo de Irminric, cuyo padre fue Octa, cuyo padre fue Erico, conocido por
Oisco, de quien los reyes de Kent suelen ser llamados Oiscingas. Cuyo padre fue Hengist, quien
junto con su hijo Oisco, invitado por Vurtigerno, fue el primero que llegó a Gran Bretaña, según ya
hemos referido anteriormente.
BEDA EL VENERABLE, Historia ecclesiastica gentis Anglorum, Ed. J. E. King, Londres, 1962, lib. II,
cap. V, pp. 224-226.

7. Offa, rey de Mercia


Y este mismo año (757) Offa puso en fuga a Beornred y le sucedió en el reino, y lo rigió durante
treinta y nueve años, y su hijo Ecgfrith reinó ciento cuarenta y un días. Este Offa era hijo de
Thingfrith (...)
En la época de dicho rey Offa hubo un abad de Medeshamstede llamado Beonna. Y este Beonna,
obtenido el consentimiento de los monjes de su monasterio, entregó al ealdorman Cutberto diez
fincas en Swineshead con pastos y praderas y con todas sus pertenencias, con la condición de que el
antedicho Cutberto diera al abad cincuenta libras por dicha entrega y le proporcionara de comer un
día al año o le diera, a cambio, treinta chelines en moneda; y con la condición, además, de que la
tierra entregada debería volver al monasterio a la muerte del obtentor.
(...) Ecgfrith fue consagrado rey [en el 785]. En este año [787-789] el rey Beorhtric tomó por
esposa a Eadburh, hija de Offa. Y en sus días llegaron por primera vez tres naves: y entonces el
guarda de la costa o «gerefa» cabalgó hacia donde estaban [anclados] e intentó obligar a los recién
llegados a ir al mayor real, pero él no sabía quiénes eran estos, y ellos le dieron muerte. Estas
fueron las primeras naves de los daneses que llegaron a Inglaterra.
ALFREDO EL GRANDE, Crónica Anglosajona, años 757-796. M. Riu y otros, Textos comentados de
época medieval (siglos V al XII), Barcelona, 1975, pp. 118-119.

Prueba de Historia Fuentes Medievales 7° Básico.


Análisis de fuentes Medievales

Responda cada pregunta no olvidando señalar (autor, fecha, texto, a quien esta dirigido)

1. ¿Cómo relata San Jerónimo el Cruce de los Germanos por el Rhin?

2. ¿tras la batalla de los Campos Catalúnicos, como se ubicaron los pueblos Germanos?

3. Ataúlfo realiza una opinión sobre Roma ¿Cuáles eran sus deseos?

4. ¿Quién fue Teodorico? Cual fue su Misión según la fuente?

5. ¿Por qué motivo se trasladaron los Anglos, Jutos y Sajones a Gran Bretaña

6. ¿Cuál fue el motivo para que Etelberto de Kent fuera llamado el rey de los reyes anglos-
sajones?

7. ¿Cuál es la narración que realiza ALFREDO EL GRANDE sobre el reinado de Mercia?

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