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De acuerdo con la OMS la rabia es una encefalomielitis aguda casi siempre mortal.
La rabia es una zoonosis, y los casos en los humanos son un reflejo de la distribución local o
regional en las diversas especies de mamíferos, y del grado de exposición frente a los animales
infectados.
La rabia existe en todos los continentes excepto en la Antártida; se ha notificado su existencia en
más de 106 países, habiendo sido causada principalmente por los perros (54%), otros mamíferos
terrestres (42%) y los murciélagos (4%).
Plutarco asevera que se le observó por primera vez en la humanidad en los días de los
asclepiadeos, los descendientes del dios de la medicina: Esculapio.
Se cree que Homero se refiere a la rabia cuando menciona que Sirio, la estrella
perro del Orión, ejerce una influencia maligna sobre la salud de la
humanidad.
La estrella perro se asociaba con perros rabiosos a través de todo el Mediterráneo oriental y Egipto
y posteriormente en Roma.
Los griegos tenían en su mitología a un dios que contrarrestaba los efectos de la rabia: Aristeo, hijo
de Apolo.
Los griegos llamaron ! 0 ! a la rabia, lo cual significaba locura.
En el hombre la enfermedad fue descrita como hidrofobia.
La palabra latina proviene de una vieja palabra del sánscrito que traducida significa
"actuar con violencia".
Desde la antigüedad el perro ha sido considerado como la especie prototipo de la rabia.
Una de las primeras referencias de ésta en perros se encuentra en el
que precede al mejor conocido Código de Hammurabi de la antigua Babilonia, en el
siglo XXIII a.C.
La enfermedad fue descrita con precisión por Demócrito en el siglo V a.C. y por Aristóteles en el
siglo II a.C.
En el año 100 de nuestra era, Celso dio una descripción detallada de la enfermedad, al indicar que
los seres humanos, al igual que los animales inferiores, eran susceptibles, y fue el primero en
recomendar la cauterización de la herida causada por la mordedura por un animal rabioso.
En el periodo 1989 a 1995, ocurrieron en el país 265 casos de rabia humana, con un promedio de
44 para el periodo, y un rango entre 69 en 1989 y 24 casos en 1994 y 1995, respectivamente. De
los casos ocurridos en el periodo, el 67 % correspondieron a hombres y 33 % a mujeres e
independientemente del sexo, la mayor frecuencia ocurrió en el grupo de edad entre 5 y 14 años,
con un 45 %, que en conjunto con el de 1 a 4 años, representaron el 57 % del total. La especie
agresora causante fue con mucho, los perros, que contribuyeron con 226 casos (86 %), seguidos
por los quirópteros con 22 (8.4 %), gato 8 (3 %), Y 5 casos (1.6 %) provocados por bovinos, zorro,
mapache, coyote, gato montes y zorrillo. La forma de transmisión de los casos de rabia humana en
el periodo considerado fue en forma decreciente: mordeduras 245 (92.5 %), contacto 11 (4.2 %) y
se ignora en 9 casos (3.4 %). Las mordeduras en miembros superiores fueron la causa de 125
casos, 77 en miembros inferiores, 44 en cabeza 0 cuello, en 12 casos no se precisó y 7 de ellas
fueron en el tronco.
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Al considerar la biología molecular del virus rábico, se ha podido identificar cinco proteínas. De
ellas, la G y la N, han sido las mejores caracterizadas.
La proteína G es el único antígeno viral que induce la formación de anticuerpos neutralizantes del
virus; es, asimismo, un objetivo para la formación de células T, inmunes y células T citotóxicas.
Los anticuerpos neutralizantes para el virus rábico dirigidos contra la proteína G, parecen ser un
componente importante en la respuesta inmune contra la rabia. La proteína N representa un
antígeno principal, capaz de inducir células T de apoyo que tienen reacción cruzada entre
diferentes virus rábicos relacionados.
El virus de la rabia es incapaz de reproducirse de no ser bajo la condición intracelular en los
sujetos sensibles, infectados en forma natural o artificial, lo mismo que bajo un sustrato
celular expuesto ex profeso.
La gran fragilidad del virus rábico no permite una larga sobrevivencia en el ambiente exterior, por lo
que es sumamente rara la infección indirecta.
La transmisión se produce por contacto con la saliva del animal enfermo, aunque el virus no
penetra en piel intacta por lo que es necesario herida o laceración para su inoculación.
Se ha descrito transmisión aérea por aerosoles con gran cantidad de virus.
El contacto de saliva con mucosas también es efectivo para la transmisión.
La trasmisión persona a persona es hipotéticamente posible aunque sólo se ha descrito en casos
de transplantes de cornea.
El período de transmisibilidad sólo se conoce claramente en la especie canina, el virus
aparece en saliva entre 3 y 5 días antes de aparecer los síntomas clínicos y durante el curso de la
enfermedad. En el resto de los mamíferos no se conoce con exactitud el periodo infectivo.
Una herida por mordedura puede ser de riesgo aun cuando el animal agresor no esté manifestando
síntomas de rabia en el momento de la mordedura. Su saliva puede contener el virus varios días
antes del inicio de los síntomas apreciables.
A través de una mordedura, el virus penetra en la piel, o bien los aerosoles infectantes atraviesan
las mucosas. La replicación inicial ocurre en el músculo estriado más cercano al punto de
inoculación; los viriones llegan a los husos neuromusculares de las terminaciones nerviosas
sensitivas y amielínicas6. A continuación, el virus viaja probablemente en el axoplasma de los
nervios periféricos, en dirección centrípeta, hasta llegar a la médula espinal, y se multiplica
principalmente en la sustancia gris del encéfalo invadido. Finalmente, se propaga por los nervios
vegetativos hacia las glándulas salivales, riñones, pulmones, corazón, músculo-esquelético y piel.
El virus de la rabia se liga a, o cerca de, un receptor acetilcolina de la unión neuromuscular, donde
se encuentra el tejido nervioso sin vaina, sitio a partir del cual sale de la célula muscular para iniciar
su camino al sistema nervioso central.
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Los síntomas prodrómicos suelen ser vagos e inespecíficos; pero la existencia de dolor o
adormecimiento sobre la herida, que luego se extiende a todo el miembro afectado, puede ser
indicador clínico de la rabia.
Dos tercios de los enfermos con rabia clásica tienen encefalitis (rabia furiosa)
y sólo un tercio comienza con parálisis (rabia muda); los primeros mueren en cinco a siete días
y el segundo grupo en dos semanas.
El síntoma más temprano es la hiperactividad motora, agravada por el miedo, el ruido, la sed y
otros estímulos, además de fiebre, espasmos fóbicos inspiratorios, y nivel de conciencia muy
cambiante, con periodos de agitacióno depresión,
deterioro mental progresivo y coma.
La hidrofobia y la aerofobia se acompañan de signos faciales, de dolor y sufrimiento intensos,
hiperventilación y, a veces, hay opistótonos franco.
En algunos pocos enfermos se ha descrito anisocoria, piloerección, sudoración excesiva,
priapismo, eyaculación espontánea y convulsiones en fase preterminal.
La variedad paralítica o muda se presenta fiebre desde el comienzo de la debilidad muscular
presente en uno o ambos miembros, funciones sensoriales intactas, disfunción
vesical y mioedema (esto es, hinchazón temporal del músculo al percutirlo, que desaparece
en pocos segundos), espasmos fóbicos sólo en 50% de los enfermos y parálisis ascendente
bilateral.
Puede haber neuralgia radicular o déficit motor y movimientos coreiformes del miembro
afectado, mioclonus, ataxia, vértigo, hemiparesia, síndrome de Horner y crisis convulsivas.
Es recomendable vacunar a los gatos y perros domésticos.
La vacunación preexposición debe aplicarse a los espeleólogos, veterinarios, laboratoristas que
manejan virus rábico, personas en contacto cercano
con murciélagos o fauna silvestre. Se recomienda aplicarles tres dosis, los días 0, 7 y 28 por vía
intramuscular 1 mL/ o por vía intradérmica 0.1 mL,
con refuerzos cada dos a tres años.
La respuesta serológica se considera protectora cuando el título de anticuerpos neutralizantes es
de 1:5 (técnica de inhibición de focos fluorescentes).
La educación sanitaria de la población y de los grupos de riesgo alto es deseable y necesaria.
Cuando la persona ha sido mordida, la primera medida es lavar la herida con agua jabonosa al
20%; si el animal permanece 10 días sin enfermarse, no hay necesidad de aplicar la vacuna.
La mujer embarazada en riesgo puede también recibir la vacunación. En caso de exposición leve,
se aplicarán 14 dosis de 1 mL, una diariamente, por vía subcutánea (tipo Fuenzalida). La
inmunización con vacuna de células diploides o de células Vero es de cinco dosis, los días 0, 3, 7,
14 y 30, vía intramuscular, en la región deltoidea.
Cuando la mordedura está en la cara o las manos o hay heridas múltiples, debe aplicarse la
vacuna más suero heterólogo (40 IU/kg peso) o inmunoglobulina humana (20 IU/kg peso). Los
anticuerpos homólogos o heterólogos se infiltran en el sitio de la herida.
Profilaxis
Profilaxis recomendada por la OMS