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Resumen:
I.- INTRODUCCIÓN:
En este contexto resulta de sumo interés para la arqueología del Norte Grande de
Chile entender los procesos biológicos que experimentaron las poblaciones
atacameñas en las inmediaciones del primer milenio a. C., ya que en esta época se
inicia una de las más radicales transformaciones en los modos de vida de estas
poblaciones que caracterizadas principalmente por la depredación del entorno a través
de la caza y recolección de los recursos de diversa índole, paulatinamente van
ampliando sus fuentes de subsistencia por medio de la domesticación de plantas y
animales. Sin embargo, en la Puna de Atacama, este último fenómeno, posibilitado por
milenarias prácticas transhumánticas, ha sido documentado a través de los procesos
de domesticación de camélidos, de carácter local, más tempranos de la subárea
circumpuneña (Núñez, 1992; Cartagena, 1992). Este proceso, si bien se inicia en el
período arcaico tardío, solamente hacia el año 1.200 a. C. (Etapa Tilocalar) posibilita el
desarrollo de un modo de vida pastoril que será protagonista de la aparición de las
primeras manifestaciones cerámicas de la zona asociadas a campamentos
habitacionales que denotan una ocupación permanente del espacio a lo largo del ciclo
anual dando origen a las primeras sociedades formativas agropastoriles de la región
atacameña (Núñez, 1994).
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Informe año 2003: Relevamiento antropológico-físico de restos óseos de los sitios Toconao Oriente,
Tchaputchayna, Tulor-4 y Larache Acequia I y II Grupo (Salvataje).
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Proyecto Fondecyt 1030931: “Registro Arqueologico y Cronología del Periodo Formativo en los Oasis
de San Pedro de Atacama”.
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(Puripica), particular es el panorama observado en los oasis de San Pedro de
Atacama.
En esta zona una serie de hallazgos y excavaciones realizadas desde mediados del
siglo XX ha conformado una de las colecciones arqueológicas más importantes de
Chile, compuesta principalmente por material de funebria, que no ha sido analizada
sistemáticamente desde una enfoque interdisciplinario. Tampoco se ha clarificado la
cuestión de los orígenes y desarrollo del periodo formativo en esta área geográfica,
objetivo que se ha impuesto el proyecto Fondecyt 1030931 del cuál forma parte la
investigación que presentamos.
Por una parte existe una concepción heredada de la antropología decimonónica que
concibe a las sociedades cazadoras recolectoras como fieles representantes de los
grupos que atraviesan las etapas de barbarie y salvajismo, visión evolucionista y
victoriana que visualiza a este estadio de desarrollo como una época de grandes
temores e incertidumbres en torno a la búsqueda, provisión de alimentos y
condiciones de higiene y salud. Contraria a esta visión se hallan los postulados de
Marshall Sahlins (1972) que adoptados por algunos materialistas culturales (Harris,
1992) consideran que el modo de vida cazador recolector constituyó una estrategia de
subsistencia exitosa de apropiación de los recursos del entorno que, antes de generar
incertidumbres y largas jornadas de caza y recolección, propició una dieta de alta
calidad, un buen estado de salud en la población debido a la alta ingestión de
proteínas y la disponibilidad de un considerable tiempo de “ocio” (op. cit., 23).
Bajo esta concepción la visión que se posee del modo de vida aldeano, expresado en
las sociedades formativas agropastoriles considera que los factores que gatillan el
surgimiento de estas nuevas economías, producirán una serie de desequilibrios al
interior de estas incipientes sociedades sedentarias. En este sentido, por ejemplo,
conocidos son los efectos que la adopción de este nuevo modo de vida ocasionó en la
esfera sociopolítica de estos conglomerados, articulándose sociedades de rango y de
nivel pre-estatal (Fried, 1967), que claramente se expresan en el registro arqueológico
de la zona.
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Complementariamente a lo anterior, existe un fuerte consenso entre los especialistas
al señalar que durante el formativo se producen los episodios fisiológicos más
drásticos que ha experimentado el ser humano debido a la adopción de nuevas
prácticas culturales que originarán severos trastornos nutricionales y epidemiológicos
producto del hacinamiento, escasa ventilación de los recintos habitacionales y la
restricción de los circuitos de movilidad, entre otros, factores que incidirían en la
aparición y propagación de algunas enfermedades que incrementaron las tasas de
mortalidad y morbilidad de estas poblaciones al adoptar el sedentarismo y la
agricultura (Cohen y Armelagos, 1984:585; Roosevelt, 1984:569).
En este sentido, para efectos de nuestro estudio nos interesan aquellos aspectos que
guardan relación con las condiciones de salud de las poblaciones formativas
asentadas en el área de los oasis de San Pedro de Atacama que pueden ser inferidas
a través de un análisis bioantropológico basado en la observación macroscópica de los
restos esqueletales. En este marco, especialmente nos interesa dilucidar las
patologías y estados mórbidos que afectan a este tipo de sociedades, que
generalmente son la expresión física de agentes patógenos -virales y bacterianos- que
por regla general no dejan huellas en los tejidos y restos esqueletales (Brothwell,
1963; White, 2000:389) a excepción de las patologías que afectan directamente a los
tejidos óseos (Larsen, 2000: 64; White, 2000:381; Bridges, 1992:69).
También hay que señalar que, en comparación con otros informes bioantropológicos
realizados en la zona, el bajo índice de fragmentos óseos postcráneales reportados
para las fases culturales tardías de la arqueología atacameña (Reyes, 2000),
contrasta con la situación observada en nuestra muestra formativa ya que la mayoría
de los sitios analizados esta compuesto por fragmentos óseos correspondientes
principalmente a las extremidades superiores e inferiores, torax y zona pélvica en
general, situación que llama la atención ya que el S.J. Gustavo Le Paige, desde los
inicios de sus investigaciones arqueológicas (fines década del 50) optó por el estudio
de los restos craneales, analizando y comparando índices cefálicos, distinguiendo
categorías básicas como sexo, edad, tipo de deformación craneana predominante en
las diversas poblaciones precolombinas de los oasis de San Pedro de Atacama (Le
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Paige, 1961; 1961a), sin registrar ni profundizar el estudio del resto de las evidencias
óseas postcraneales y culturales asociadas las que sólo comenzaron a ser analizadas
sistemáticamente desde finales de la década de los 80 (Costa, 1986; 1988).
Paleodemografìa:
Por otra parte, el sexo fue definido solamente en los individuos adultos de la muestra,
ya que la diferenciación anatómica entre hombres y mujeres sólo comienza a
desarrollarse una vez iniciada la pubertad culminando tal proceso cuando el sujeto
3
En este sentido se tomarán como referencia la aplicación de análisis radiológicos como de isótopos
estables efectuadas tanto en muestras esqueletales del Norte y Centro de Chile (Falabella et al., 1995;
Aufderheide y Santoro, 1999) como en otros sectores de América de diversos períodos culturales
(Brothwell, 1963; Bender et al., 1981; Schoeninger, 1995, Larsen, 2000).
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alcanza la madurez sexual. En este sentido utilizamos dos sectores del cuerpo para
definir esta variable: pelvis y cráneo, aunque numerosos estudios señalan que el
dimorfismo es más certero de observar en la porción pélvica del individuo. En este
sector se calculo el índice de la escotadura ciática mayor (anchura escotadura x
100/profundidad escotadura) y se observó su ángulo, ya que éste en el individuo
masculino es estrecho y en la mujer se presenta con una curva más amplia y en
ángulo recto.
Sin embargo, se debe señalar que los resultados de los análisis paleodemográficos
realizados a la muestra estudiada, en términos biológicos, no constituyen tendencias
absolutas que puedan ser generalizadas al resto de la población de esta época ya que
se posee un escaso número de restos esqueletales, a los que se suman una serie de
fragmentos recuperados en un salvataje (Larache Acequia) y que fueron destruidos
parcialmente por la acción de agentes mecánicos de naturaleza antrópica. Lo anterior
también es aplicable, con mayor fundamentación, en el caso de las patologías
detectadas en el relevamiento ya que éstas proporcionan una visión sesgada y parcial
sobre las características epidemiológicas y patrones de morbilidad que primaron en la
época que deberá necesariamente ser reforzada mediante el análisis de otros restos
óseos pertenecientes temporalmente al mismo periodo cultural.
Paleopatología:
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presencia de un fuerte desarrollo osteoartrítico en un par de vértebras cervicales -axis
y 6ª cervical- (vid. Bridges, 1992:72), que al igual que la población neolítica de Abu
Hureyra, asentada en Siria (Molleson, 1994), sugeriría el transporte sobre la cabeza de
contenedores con agua u otro recurso alimenticio que por el peso transportado
comprimiría los cartílagos ubicados entre los cuerpos y las carillas articulares de las
cervicales generando la formación de excrecencia ósea como respuesta al grado de
presión a que es sometida la articulación.
Sin embargo, lo anterior debe necesariamente ser observado como una patología
crónica, ya que el estilo de vida predominante en esta época generará un cambio en
los tejidos que será progresivo y que a medida que aumenta la edad del individuo
puede expresarse en el desarrollo de enfermedades degenerativas de las
articulaciones que inevitablemente generarán inflamación y el consecuente dolor de
algunas zonas del cuerpo en particular como p. Ej. hombros, codos, caderas y rodillas,
manos y pies.
Por otra parte, es necesario señalar que, ante este panorama de traumas
morfofuncionales, una paleopatología esqueletal, sea de diversa naturaleza, también
puede estar indicándonos una mejor adaptación del huésped frente a un agudo
proceso patológico que si bien puede presentarse en forma aislada al interior de una
población, generalmente constituye un fenómeno que posee a nivel genético, una
expresión fenotípica que posibilita la adaptatibilidad de la población al medio.
4.- La frecuencia de hiperostosis porótica, lesión infantil por anemia, es casi siempre
mayor en los agricultores que entre los cazadores-recolectores.
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5.- Signos de desnutrición como crecimiento retardado, osteoporosis en los niños,
tamaño reducido de dientes, son más comunes entre los agricultores que entre los
cazadores-recolectores.
6.- La estatura promedio de los individuos adultos declinó, en el viejo mundo, desde el
paleolítico hasta el neolítico.
7.- Los signos de stress sistemáticos en los dientes, entre los que destacan las líneas
de hipoplasia del esmalte y las bandas de Wilson, son más pronunciadas en las
sociedades agricultoras que las cazadoras recolectoras.
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bioantropológico efectuado en el laboratorio Ester Cervantes del I.I.A.M. R. P. Gustavo
Le Paige.
Toconao Oriente:
Le Paige en este sitio excavo 368 tumbas en las cuales encontró 561 individuos de
diversas etapas etarias. De este total de individuos realizó un breve estudio del índice
cefálico de 167 cráneos en donde diferenció a la población entre hiperbraquicéfalos,
braquicéfalos, mesocéfalos y dolicocéfalos, sin tomar precauciones en cuanto a la
variación temporal y cultural que portaban los individuos estudiados.
En términos culturales este sitio presenta como rasgos característicos cerámica roja
pulida con forma globular, urnas modeladas con rostro antropomorfo, témbetas, pipas
y tabletas para inhalar sustancias psicoactivas asociadas a un mismo momento
temporal (Orellana, 1991: 36), que debe haber sido posterior a la controversial Fase I
de Tarrago y Berenguer caracterizada por urnas tronco-cónicas y cerámica gris pulida
y que este proyecto también intenta clarificar. No obstante, en otros sectores de este
cementerio se han encontrado materialidades culturales del período medio e
intermedio tardío.
Localizado a 38 km. al sur de los ayllus de San Pedro de Atacama, este sitio
proporcionó una gran cantidad de materiales culturales y óseos, los que con el
transcurso del tiempo y la despreocupación en el registro correspondiente terminaron
descontextualizándose en las bodegas de I.I.A.M. de San Pedro de Atacama. Como
resultado de este fatal proceso, a nuestro equipo de investigación sólo fueron
entregados dos fragmentos óseos –una costilla de infante y un maxilar inferior de
adulto- a pesar de que el arqueólogo jesuita exhumó más de medio millar de
individuos y contextos culturales asociados.
Tchaputchayna:
Este sitio arqueológico, ubicado al sur de San Pedro de Atacama, esta compuesto por
un amplio sector de túmulos que colinda con áreas utilizadas con fines agrícolas y un
sector empleado con fines fúnebres del cuál fueron recuperados 67 entierros, que en
general presentan individuos en cuclillas y que por el estado de preservación fueron
removidos por los eventos aluvionales producto de la crecida del río San Pedro que
desaguaba antiguamente en ese sector (Le Paige, 1974:62). En la publicación citada
el autor también realizó un breve estudio del índice cefálico de los cráneos excavados
(N=37), incluyendo a 4 infantes.
Entre los materiales culturales más recurrentes se presentan en la superficie del sector
del cementerio fragmentos de cerámica gris con granos blancos denominada por el
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sacerdote como “cerámica primitiva”, que también se encuentra en la zona de los
túmulos. Por otra parte, la presencia de conas con sus manos de moler, hachas,
azadones y martillos de piedra podría sugerir la presencia la algunas patologías
morfofuncionales, producto de las labores agrícolas y minero-metalúrgicas que
debieron haberse realizado en el área. Lamentablemente la muestra ósea analizada
en el marco del proyecto sólo comprendió el estudio de 16 fragmentos esqueletales
que nos permitieron identificar tres individuos, uno de los cuales fue un infante por la
presencia de la sutura metópica no fusionada. Los dos restantes son un individuo
masculino y femenino que por las características de los suturas craneales pertenecen
a un segmento etario joven. En éstos no se descarta la deformación cranéana
intencional, pero es un postulado que deberá ser corroborado con un análisis más
detallado de los huesos del cráneo.
Tulor-4:
Sin embargo, en las inmediaciones de esta aldea, que presenta dos ocupaciones, se
localiza un área arqueológica que fue intervenida en 1974 por el arqueólogo George
Serracino, quién realizó una excavación estratigráfica de cuatro trincheras o pozos de
sondeo que le permitieron postular por las características de la matriz dos ocupaciones
(Serracino, 1976:26). En uno de estos pozos –Pozo 4- a 45 cm. de profundidad este
investigador encontró el cuerpo entero de un infante que presentaba en los huesos del
cráneo signos de quemaduras, producto de la exposición de estas piezas a una fuente
de calor que probablemente era un fogón.
Los restos óseos de este sitio que fueron entregados para su análisis bioantropológico
por el I.I.A.M. R. P. Gustavo Le Paige, corresponden íntegramente al cuerpo de este
infante y el estudio de la erupción dental revelo que no sobrepaso los 18 meses de
vida, ya que por las características y el patrón de dentición decidua del lactante
(Ubelaker, 1989) se pudo observar que el proceso de erupción de las piezas dentales
era incompleto.
Sería interesante ahondar en torno a las causas de muerte de este sujeto, que
probablemente debió haber padecido un cuadro mórbido con una etiología bacteriana
o vírica aguda, (v.gr. enfermedad del sistema respiratorio), supuesto tentativo que
deberá ser contrastado con los análisis bioantropológicos complementarios que
deseamos realizar durante la próxima temporada del proyecto.
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Entre el material arqueológico colectado en esta excavación destacan desechos y
artefactos líticos sin asociación a cerámica que se ubican en los estratos inferiores de
la misma, pero también aparecen huesos de camélidos y roedores en la misma
proporción en todos los pozos excavados. No obstante, superficialmente se halló un
tembetá elaborado según el autor, sobre hueso calcinado. También fragmentos de
cuentas, vegetales y concha marinas. Por otra parte, la cerámica de esta área se
caracteriza por presentar gruesas inclusiones de piedra y granos de cuarzo utilizados
como antiplástico y no presentar tratamientos de superficie a excepción de algunos
tipos alisados y engobados, que en conjunto son anteriores al rojo pulido (Serracino,
1974:28).
La primera referencia a este sitio aparece en el año 1961 (Le Paige, 1961:19) cuando
el sacerdote jesuita señala que a fines del año 1957 “en la acequia que corre a unos
200 mts. del callejón, al poniente, a 4 mts. de profundidad, encontramos los vestigios
de una cultura que no podemos atribuir a los atacameños; por lo menos 25 cántaros,
todos iguales de greda rojiza pulida […] todos rodeados y amontonados en este lugar
por una corriente fuerte de aluvión […] con varios cuerpos en todo sentido y por
desgracia, totalmente destruidos por la humedad de la acequia” (op. cit.).
En este sitio durante el año 1999 se realizó un salvataje ya que debido a la acción de
una moto niveladora una serie de restos esqueletales y materiales culturales fueron
sometidos a la exposición y destrucción consecuente desintegrándose los contextos
asociados y la información cultural contenida en ellos.
Los restos esqueletales recuperados por el personal técnico del museo fueron
divididos en dos grupos a raíz de su localización en el área intervenida, pero debido a
la acción mecánica de la maquinaria presentaban muy malas condiciones de
conservación, ya que la mayoría de los huesos largos se hallaban fragmentados en la
porción medial, proximal y distal –sección de epífisis y diáfisis- lo que imposibilitó la
toma de medidas para estimar la estatura de alguno de los individuos. La excepción la
constituyó un esqueleto parcialmente completo que fue recuperado del II Grupo y que
presentaba completos el fémur izquierdo, la tibia izquierda y el radio derecho. La
determinación de su estatura se basó en las tablas de Trotter & Gleser (1952, 1958,
citado en White, 2000), particularizadas para la población con rasgos mongoloides. De
acuerdo con este método la estatura promedio del individuo masculino fue de 1,584
cms, que se correlaciona con un individuo que por el grado de fusión o sinostosis de
las epífisis de sus huesos largos corresponde a un sujeto adulto joven (25-35 años),
no maduro, ni senil.
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Sin embargo, se debe señalar que las excavaciones practicadas por el Padre Le Paige
(1961, 1972-1973) permiten plantear una relación de familiaridad cultural con el
cementerio de Toconao Oriente ya que en ambos se observan las clásicas vasijas
globulares antropomorfas rojas pulidas que junto a otros elementos han permitido
definir la fase temprana del agroalfarero para la región atacameña.
IV.- CONCLUSIONES
Los inicios de la vida aldeana y el desarrollo agrícola que estimulo tal estilo de vida
han constituido factores sinérgicos que a nivel de la biología de las poblaciones
humanas que experimentaron el transito desde una economía de caza y recolección a
una de carácter productor, esencialmente agropastoril, han dejado claras huellas en
los restos esqueletales de estas agrupaciones.
Estas huellas, observadas en la escasa data ósea de la muestra analizada, dan cuenta
de una crisis sanitaria generada por la adopción de nuevos hábitos de vida que
debieron afectar la fisiología de los individuos que la componen, en especial de
aquellos que se encuentran en las etapas más críticas de la vida, sea infancia o
senectud.
Por otra parte, señalar la existencia de alguna práctica cultural que incida en la
representatividad de este segmento etario, como el infanticidio, es un postulado que
sólo debe ser considerado parcialmente ya que tanto el escaso dimorfismo sexual
como la fragmentariedad de la evidencia ósea no permiten realizar precisiones en
torno a esta presunta práctica que debió haber constituido un filtro cultural que limitó y
controló el tamaño de la población formativa.
Por otra parte, el patrón de abrasión dental observado en algunos individuos (Larache
Acequia) corresponde fundamentalmente a uno de tipo plano, que debería estar
correlacionado con el consumo de granos o alimentos molidos en morteros pero que
probablemente no han sido cernidos quedando restos de piedrecillas o substancias
duras que deben haber generado la perdida del esmalte y la exposición, en algunos de
los individuos, del cemento o dentina, lo que en conjunto con la proliferación de caries
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generaron malas condiciones de salud bucal que propiciarían la perdida de piezas
dentales y una reabsorción alveolar en edades tempranas.
También tenemos que considerar que las patologías exhibidas por los individuos se
concentran en determinadas anomalías morfofuncionales que generalmente se
visualizan en los tejidos blandos y columna vertebral, pero que permiten plantear que
aunque se presencie una época de stress o trastorno fisiológico, este puede ser
indicativa de mejores condiciones de salud y adaptación ya que el cuerpo humano
presentaría mayor resistencia a los agentes mecánicos (huellas físicas de las
actividades pastoriles y/o agrícolas) o patógenos (infecciones virales y/o bacterianas),
que a nivel óseo sólo se pueden observar a través del estudio de los marcadores de
stress ocupacional que serían producto y reflejo de la adopción de un nuevo modo de
vida, aldeano y sedentario, registrado gracias a la plasticidad que el esqueleto
presenta en vida.
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Anexo I
Tabla 1
Frecuencia de Traumas en distintas regiones anatómicas
FRAGMENTOS ÒSEOS N* FRECUENCIA TRAUMA %
Cráneo 61 3 4,91
Costilla 65 N/I
Vértebras 54 5 9,25
Esternón 1 N/I
Clavicula 7 N/I
Húmero 9 N/I
Radio 11 N/I
Ulna 9 N/I
Metacarpo 52 3 5,76
Pelvis 16 1 0,06
Fémur 15 N/I
Tibia 14 1 0,07
Fibula 8 N/I
Patela 1 N/I
Metatarso 61 1 1,63
Total Bolsas 265 364
*
El N señalado se refiere a un promedio aproximado considerando la cantidad total de fragmentos óseos
analizados.
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