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PRIMER ACERCAMIENTO A LA BIOANTROPOLOGÌA

DEL PERÌODO FORMATIVO DE LOS OASIS DE SAN PEDRO DE ATACAMA1,2

Resumen:

Se presentan los resultados del relevamiento bioantropológico realizado a los restos


óseos humanos de los sitios Toconao Oriente, Tchaputchayna, Tulor-4 y Larache
Acequia (I y II Grupo –Salvataje-), que por las materialidades asociadas permiten
ubicarlos temporal y culturalmente dentro del período formativo atacameño,
principalmente en la etapa Toconao (300 a.C. a 100 d.C.). La escasa muestra de
restos esqueletales completos, sumado al avanzado grado de fragmentariedad de las
piezas óseas, sólo nos permite postular aspectos paleopatológicos y
paleodemográficos básicos que, junto a una exposición preliminar de los estilos de
vida de los individuos analizados, deberán ser contrastados con la aplicación de
análisis bioarqueológicos complementarios. Éstos permitirán esclarecer aspectos
biológicos y culturales de las emergentes sociedades formativas agropastoriles que
habitaron las zona de los oasis de San Pedro de Atacama en los momentos anteriores
y posteriores al inicio de la era cristiana.

I.- INTRODUCCIÓN:

La bioarqueología, nueva subdisciplina de la bioantropología, que enfatiza el estudio y


análisis de los aspectos biológicos de las poblaciones prehistóricas (Larsen, 2000)
intenta reconstruir algunas dimensiones del pasado cultural de la especie humana,
mediante la diludicación de los patrones de comportamiento y pautas sociales que
debieron haber dejado su impronta en los restos humanos, sean estos esqueletales,
tejidos dentales o biológicos en general.

En este contexto resulta de sumo interés para la arqueología del Norte Grande de
Chile entender los procesos biológicos que experimentaron las poblaciones
atacameñas en las inmediaciones del primer milenio a. C., ya que en esta época se
inicia una de las más radicales transformaciones en los modos de vida de estas
poblaciones que caracterizadas principalmente por la depredación del entorno a través
de la caza y recolección de los recursos de diversa índole, paulatinamente van
ampliando sus fuentes de subsistencia por medio de la domesticación de plantas y
animales. Sin embargo, en la Puna de Atacama, este último fenómeno, posibilitado por
milenarias prácticas transhumánticas, ha sido documentado a través de los procesos
de domesticación de camélidos, de carácter local, más tempranos de la subárea
circumpuneña (Núñez, 1992; Cartagena, 1992). Este proceso, si bien se inicia en el
período arcaico tardío, solamente hacia el año 1.200 a. C. (Etapa Tilocalar) posibilita el
desarrollo de un modo de vida pastoril que será protagonista de la aparición de las
primeras manifestaciones cerámicas de la zona asociadas a campamentos
habitacionales que denotan una ocupación permanente del espacio a lo largo del ciclo
anual dando origen a las primeras sociedades formativas agropastoriles de la región
atacameña (Núñez, 1994).

No obstante, si bien este panorama de gradual complejidad sociocultural puede


graficarse con el registro arqueológico que se posee tanto hacia el sector sur del Salar
de Atacama (Transecto Tulán) como para el sector noreste de San Pedro de Atacama

1
Informe año 2003: Relevamiento antropológico-físico de restos óseos de los sitios Toconao Oriente,
Tchaputchayna, Tulor-4 y Larache Acequia I y II Grupo (Salvataje).
2
Proyecto Fondecyt 1030931: “Registro Arqueologico y Cronología del Periodo Formativo en los Oasis
de San Pedro de Atacama”.

1
(Puripica), particular es el panorama observado en los oasis de San Pedro de
Atacama.

En esta zona una serie de hallazgos y excavaciones realizadas desde mediados del
siglo XX ha conformado una de las colecciones arqueológicas más importantes de
Chile, compuesta principalmente por material de funebria, que no ha sido analizada
sistemáticamente desde una enfoque interdisciplinario. Tampoco se ha clarificado la
cuestión de los orígenes y desarrollo del periodo formativo en esta área geográfica,
objetivo que se ha impuesto el proyecto Fondecyt 1030931 del cuál forma parte la
investigación que presentamos.

De esta forma, nuestro estudio bioarqueológico intenta aportar elementos explicativos


que nos ayuden a comprender la naturaleza de este singular período, desde el prisma
de la antropología biológica, que en la zona de los oasis de San Pedro de Atacama,
es el resultado de un proceso de cambios culturales y eventos migratorios poco
definidos que desde el período arcaico se han sucedido en distintas intensidades pero
que hacia el primer milenio a. C. marcan el transito desde una economía basada
fundamentalmente en la caza y la recolección a una en donde la producción de
alimentos, vegetales y animales va complementando al anterior estilo de vida en un
auspicioso escenario que con el transcurso del tiempo y gracias a las prácticas
pastoriles y caravaneras convirtieron a este lugar en un importante núcleo de tráfico
interregional del área centro-sur andina (Berenguer, 1984; Núñez y Dillehay, 1979).

II.- CONSIDERACIONES TEÓRICAS Y METODOLÓGICAS:

La transición de un modo de vida cazador-recolector, generalmente nómade, a uno


caracterizado por el sedentarismo producto de un incipiente pero gradual desarrollo
agropecuario asociado a las manifestaciones aldeanas ha constituido uno de los
principales hitos en la historia evolutiva del hombre. Sin embargo, existe un panorama
controversial al observar este fenómeno ya que al interior de la antropología han
primado dos visiones en torno a las características que cada uno estilo de vida
presento.

Por una parte existe una concepción heredada de la antropología decimonónica que
concibe a las sociedades cazadoras recolectoras como fieles representantes de los
grupos que atraviesan las etapas de barbarie y salvajismo, visión evolucionista y
victoriana que visualiza a este estadio de desarrollo como una época de grandes
temores e incertidumbres en torno a la búsqueda, provisión de alimentos y
condiciones de higiene y salud. Contraria a esta visión se hallan los postulados de
Marshall Sahlins (1972) que adoptados por algunos materialistas culturales (Harris,
1992) consideran que el modo de vida cazador recolector constituyó una estrategia de
subsistencia exitosa de apropiación de los recursos del entorno que, antes de generar
incertidumbres y largas jornadas de caza y recolección, propició una dieta de alta
calidad, un buen estado de salud en la población debido a la alta ingestión de
proteínas y la disponibilidad de un considerable tiempo de “ocio” (op. cit., 23).

Bajo esta concepción la visión que se posee del modo de vida aldeano, expresado en
las sociedades formativas agropastoriles considera que los factores que gatillan el
surgimiento de estas nuevas economías, producirán una serie de desequilibrios al
interior de estas incipientes sociedades sedentarias. En este sentido, por ejemplo,
conocidos son los efectos que la adopción de este nuevo modo de vida ocasionó en la
esfera sociopolítica de estos conglomerados, articulándose sociedades de rango y de
nivel pre-estatal (Fried, 1967), que claramente se expresan en el registro arqueológico
de la zona.

2
Complementariamente a lo anterior, existe un fuerte consenso entre los especialistas
al señalar que durante el formativo se producen los episodios fisiológicos más
drásticos que ha experimentado el ser humano debido a la adopción de nuevas
prácticas culturales que originarán severos trastornos nutricionales y epidemiológicos
producto del hacinamiento, escasa ventilación de los recintos habitacionales y la
restricción de los circuitos de movilidad, entre otros, factores que incidirían en la
aparición y propagación de algunas enfermedades que incrementaron las tasas de
mortalidad y morbilidad de estas poblaciones al adoptar el sedentarismo y la
agricultura (Cohen y Armelagos, 1984:585; Roosevelt, 1984:569).

En este sentido, para efectos de nuestro estudio nos interesan aquellos aspectos que
guardan relación con las condiciones de salud de las poblaciones formativas
asentadas en el área de los oasis de San Pedro de Atacama que pueden ser inferidas
a través de un análisis bioantropológico basado en la observación macroscópica de los
restos esqueletales. En este marco, especialmente nos interesa dilucidar las
patologías y estados mórbidos que afectan a este tipo de sociedades, que
generalmente son la expresión física de agentes patógenos -virales y bacterianos- que
por regla general no dejan huellas en los tejidos y restos esqueletales (Brothwell,
1963; White, 2000:389) a excepción de las patologías que afectan directamente a los
tejidos óseos (Larsen, 2000: 64; White, 2000:381; Bridges, 1992:69).

De esta forma, el estudio de esta clase de tejido biológico constituye un tipo de


evidencia cuya potencialidad en términos de la investigación esta otorgando
auspiciosos resultados desde que algunos bioantropólogos adoptaran un enfoque
metodológico que privilegia el estudio de los modos de vida a través del análisis de
diversos marcadores óseos que permiten precisar conductas y comportamientos
culturales de diversos grupos prehistóricos (Neves y Costa, 1998; Constantinescu,
1997; Molleson, 1994; Kennedy, 1993), y en el cual convergen los aspectos
paleodemográficos y paleopatológicos que en conjunto forman la base de las
investigaciones en torno a la reconstrucción de los modos o estilos de vida y cuyos
postulados son considerados en este informe y discutidos con la evidencia ósea que
poseemos.

III.- MATERIAL Y MÉTODO:

El material osteológico disponible para la realización de este relevamiento pertenece a


la colección del Museo Arqueológico R. P. Gustavo Le Paige S.J., y fue ejecutado
durante el mes de octubre del 2003. La muestra analizada esta integrado por restos
esqueletales de los sitios Toconao Oriente, Tchaputchayna, Tulor-4 y los hallazgos
provenientes de un salvataje efectuado durante 1988 en el ayllu de Larache (sitio
Larache Acequia) por el equipo técnico de dicha institución.

También hay que señalar que, en comparación con otros informes bioantropológicos
realizados en la zona, el bajo índice de fragmentos óseos postcráneales reportados
para las fases culturales tardías de la arqueología atacameña (Reyes, 2000),
contrasta con la situación observada en nuestra muestra formativa ya que la mayoría
de los sitios analizados esta compuesto por fragmentos óseos correspondientes
principalmente a las extremidades superiores e inferiores, torax y zona pélvica en
general, situación que llama la atención ya que el S.J. Gustavo Le Paige, desde los
inicios de sus investigaciones arqueológicas (fines década del 50) optó por el estudio
de los restos craneales, analizando y comparando índices cefálicos, distinguiendo
categorías básicas como sexo, edad, tipo de deformación craneana predominante en
las diversas poblaciones precolombinas de los oasis de San Pedro de Atacama (Le

3
Paige, 1961; 1961a), sin registrar ni profundizar el estudio del resto de las evidencias
óseas postcraneales y culturales asociadas las que sólo comenzaron a ser analizadas
sistemáticamente desde finales de la década de los 80 (Costa, 1986; 1988).

El material bioantropológico analizado varió en cantidad y en la calidad de su


preservación dependiendo del sitio donde fueron efectuadas las exhumaciones,
factores a los que se suman los diversos criterios metodológicos aplicados por los
investigadores que realizaron las correspondientes excavaciones (Le Paige, 1972-
1973; Le Paige, 1974 ; Serracino; 1976; Ramos y Cruz, 1988).

De esta forma el análisis efectuado complementó las básicas descripciones de dichos


autores con la profundización de los aspectos paleodemográficos y paleopatológicos
que son posibles de inferir a partir del estudio de dichas colecciones óseas. Sin
embargo, es necesario señalar que la presente aproximación reviste un carácter
parcial ya que aún quedan pendientes una serie de análisis que precisarán nuestra
comprensión sobre el modo de vida de las poblaciones formativas, principalmente en
torno a los aspectos dietéticos y patológicos3, y que fortalecerán los enunciados de
nuestra línea de investigación en conjunto con los resultados de las otras líneas de
análisis arqueológico que se están desarrollando en los marcos del presente proyecto
(Lítica, Cerámica, Vegetales, Textiles, etc.).

Paleodemografìa:

En cuanto a los aspectos paleodemográficos analizados en el relevamiento efectuado


cabe señalar que los métodos utilizados para la determinación de la edad y el sexo en
los restos óseos están basados en la observación de ciertas características
anatómicas correlacionadas con el crecimiento y desarrollo del sujeto, variables que si
bien pueden indicarnos las condiciones de salud, producto de variación en los
regímenes dietarios, expresadas en parámetros como la estatura (Neves y Costa,
1998a:278), también pueden generar una ambigüedad en el diagnóstico por el grado
de dimorfismo sexual que podrían expresar estas tempranas poblaciones aldeanas a
pesar de que algunos autores señalan que la división sexual del trabajo, visualizada en
la especialización laboral en determinadas actividades productivas, repercutiría en
esta diferenciación, sin obviar el importante rol de la variación genética Inter e
intrapoblacional que también participa de tal suceso fisiológico (Kennedy, 1993;
Goodman et al, 1984).

Con respecto a la edad partimos de la base de que ciertos períodos cronológicos se


verifican en cambios osteológicos, suponiendo que hay una reciprocidad en la entre la
edad biológica del desarrollo y la edad cronológica, aunque hay consenso en que tal
fenómeno no es paralelo (Bordach, 1985). En este contexto, se emplearon los
siguientes marcadores óseos atendiendo a la particularidad que cada uno de los
restos esqueletales presentaba: erupción dental, sinostosis de los huesos, unión de
las epífisis con los huesos; modificaciones en la sínfisis púbica y otras alteraciones
que pueden ser apreciadas macroscópica y morfológicamente, principalmente en el
cráneo y en la pelvis (altura de la nariz, prognatismo, cambios en los maxilares,
promontorio, modificaciones del sacro, entre otros) (Op. Cit., 51).

Por otra parte, el sexo fue definido solamente en los individuos adultos de la muestra,
ya que la diferenciación anatómica entre hombres y mujeres sólo comienza a
desarrollarse una vez iniciada la pubertad culminando tal proceso cuando el sujeto
3
En este sentido se tomarán como referencia la aplicación de análisis radiológicos como de isótopos
estables efectuadas tanto en muestras esqueletales del Norte y Centro de Chile (Falabella et al., 1995;
Aufderheide y Santoro, 1999) como en otros sectores de América de diversos períodos culturales
(Brothwell, 1963; Bender et al., 1981; Schoeninger, 1995, Larsen, 2000).

4
alcanza la madurez sexual. En este sentido utilizamos dos sectores del cuerpo para
definir esta variable: pelvis y cráneo, aunque numerosos estudios señalan que el
dimorfismo es más certero de observar en la porción pélvica del individuo. En este
sector se calculo el índice de la escotadura ciática mayor (anchura escotadura x
100/profundidad escotadura) y se observó su ángulo, ya que éste en el individuo
masculino es estrecho y en la mujer se presenta con una curva más amplia y en
ángulo recto.

El espesor de la pelvis también fue considerada como un criterio para diferenciar


sexualmente a los individuos de la muestra, ya que se observan diferencias en cuanto
morfología y la impronta de las inserciones musculares, que suelen ser más
pronunciadas en el hombre. Junto a este indicador se consideró también el ángulo
subpúbico, el diámetro vertical máximo del acetábulo, concavidad subpúbica, sacro y
otros indicadores clásicos de identificación genérica (ver Bordach, 1987; White,
2000:362).

Sin embargo, se debe señalar que los resultados de los análisis paleodemográficos
realizados a la muestra estudiada, en términos biológicos, no constituyen tendencias
absolutas que puedan ser generalizadas al resto de la población de esta época ya que
se posee un escaso número de restos esqueletales, a los que se suman una serie de
fragmentos recuperados en un salvataje (Larache Acequia) y que fueron destruidos
parcialmente por la acción de agentes mecánicos de naturaleza antrópica. Lo anterior
también es aplicable, con mayor fundamentación, en el caso de las patologías
detectadas en el relevamiento ya que éstas proporcionan una visión sesgada y parcial
sobre las características epidemiológicas y patrones de morbilidad que primaron en la
época que deberá necesariamente ser reforzada mediante el análisis de otros restos
óseos pertenecientes temporalmente al mismo periodo cultural.

Paleopatología:

Desde que el individuo va asumiendo roles productivos dentro de la sociedad,


fenómeno que en las sociedades etnográficas se ha registrado a temprana edad, se
van realizando una serie de actividades y tareas que requieren esfuerzos físicos que
paulatina e irreversiblemente al transcurrir la vida generan el desgaste de los tejidos
que conforman el cuerpo humano.

Este suceso se visualiza a través en la perdida de piezas dentales, presencia de


fracturas, los procesos degenerativos osteoartríticos, las inserciones musculares y la
composición química del hueso. Sin embargo, reiteramos que son escasas las
patologías, ya sean bacterianas o virales, que dejen huellas claras y visibles en los
tejidos óseos ya que éstos sólo expresan una cantidad limitada de trastornos cuya
etiología recurrentemente está escasamente definida. Ante esto sólo podemos señalar
que la patología ósea se caracteriza como un proceso de destrucción ósea, de
formación ósea anormal o como una mezcla de ambos (Constantinescu, 1997).

Macroscópicamente hemos observado que nuestra muestra expresa una baja


incidencia de patologías, ya sea de origen biológico o morfofuncional, aunque las
primeras no necesariamente quedan impresas en los huesos. Sin embargo esta última
condición es la que prevalece en los restos estudiados debido a que los tejidos óseos
blandos son los más expuesto a condiciones de stress fisiológico (v.gr. cartílagos y/o
discos intervertebrales) generándose procesos de lipping u osteofitosis en los bordes
de los cuerpos vertebrales, especialmente dorsales y lumbares, que generalmente se
asocian a actividades propias de un estilo de vida agricultor (Molleson, 1994: 62;
Bridges, 1992:67), aunque también se aprecia en uno de los esqueletos analizados la

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presencia de un fuerte desarrollo osteoartrítico en un par de vértebras cervicales -axis
y 6ª cervical- (vid. Bridges, 1992:72), que al igual que la población neolítica de Abu
Hureyra, asentada en Siria (Molleson, 1994), sugeriría el transporte sobre la cabeza de
contenedores con agua u otro recurso alimenticio que por el peso transportado
comprimiría los cartílagos ubicados entre los cuerpos y las carillas articulares de las
cervicales generando la formación de excrecencia ósea como respuesta al grado de
presión a que es sometida la articulación.

Sin embargo, lo anterior debe necesariamente ser observado como una patología
crónica, ya que el estilo de vida predominante en esta época generará un cambio en
los tejidos que será progresivo y que a medida que aumenta la edad del individuo
puede expresarse en el desarrollo de enfermedades degenerativas de las
articulaciones que inevitablemente generarán inflamación y el consecuente dolor de
algunas zonas del cuerpo en particular como p. Ej. hombros, codos, caderas y rodillas,
manos y pies.

Por otra parte, es necesario señalar que, ante este panorama de traumas
morfofuncionales, una paleopatología esqueletal, sea de diversa naturaleza, también
puede estar indicándonos una mejor adaptación del huésped frente a un agudo
proceso patológico que si bien puede presentarse en forma aislada al interior de una
población, generalmente constituye un fenómeno que posee a nivel genético, una
expresión fenotípica que posibilita la adaptatibilidad de la población al medio.

No obstante, y considerando el reducido tamaño de la muestra analizada, que sólo


nos permite efectuar caracterizaciones parciales y restringidas sobre la biología de los
individuos de los sitios, y con mayor razón sobre la población del período,
esbozaremos algunas tendencias paleopatológicas que han sido observadas en
algunas sociedades formativas de Norteamérica que han sido analizadas por Bridges
(1989) y Cohen et al. (1994) y que pueden ser consideradas como comparadores con
las sociedades que nuestro proyecto intenta caracterizar.

Según Bridges (1989, citada en Constantinescu, 1997), en relación a al estudio


paleopatológico de las poblaciones prehispánicas, se debe trabajar con supuestos
osteológicos que se verifican claramente en los períodos de grandes cambios o
transformaciones de la historia humana, como son la transición hacia la agricultura o
la llegada de los europeos al nuevo mundo. Estos supuestos se basan en
observaciones realizadas al comparar los modos de vida de las sociedades de
cazadores-recolectores y agricultores (Cohen et al., 1994):

1.- La presencia de infecciones crónicas no-específicas encontradas en los


esqueletos, es generalmente más alta entre los agricultores que entre los cazadores-
recolectores.

2.- La frecuencia de infecciones específicas como la yaws y la tuberculosis


generalmente aumentan a medida que los grupos demográficamente crecen y
aumenta el sedentarismo.

3.- La frecuencia de infecciones intestinales y parásitos aumentan junto al tamaño del


grupo y su detección también aumenta al analizar momias o coprolitos.

4.- La frecuencia de hiperostosis porótica, lesión infantil por anemia, es casi siempre
mayor en los agricultores que entre los cazadores-recolectores.

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5.- Signos de desnutrición como crecimiento retardado, osteoporosis en los niños,
tamaño reducido de dientes, son más comunes entre los agricultores que entre los
cazadores-recolectores.

6.- La estatura promedio de los individuos adultos declinó, en el viejo mundo, desde el
paleolítico hasta el neolítico.

7.- Los signos de stress sistemáticos en los dientes, entre los que destacan las líneas
de hipoplasia del esmalte y las bandas de Wilson, son más pronunciadas en las
sociedades agricultoras que las cazadoras recolectoras.

En síntesis, se podría señalar que con la adopción de un estilo vida sedentario


caracterizado por las prácticas agrícolas y desarrollo aldeano, las patologías
aumentarían en relación al período que la precedió. Sin embargo, algunos indicadores
de salud, como la estatura, podrían mejorar a medida que las sociedades agrícolas
logran la estabilización en términos productivos y sociopolíticos, como lo han
demostrado Neves y Costa (1998a) en la población atacameña al comparar la longitud
del fémur en los períodos Pre-Tiwanaku, Tiwanaku y Post-Tiwanaku y llegar a la
conclusión que la calidad nutricional mejoró considerablemente desde el 400 d. C. lo
que generó el aumento de estatura durante el periodo Tiwanaku de la población de
esos oasis (Neves y Costa, 1998).

En términos de la patología oral detectada, el análisis de la dentadura de dos


individuos de Larache Acequia I Grupo revelo la perdida de piezas dentales originada
por procesos infecciosos –caries- que corroen las superficies oclusales, linguales,
distales y mesiales, estimuladas por una dieta rica en hidratos de carbonos. En estos
casos, se aprecio en la gran mayoría de los maxilares examinados–superiores e
inferiores- claros signos de reabsorción alveolar y aunque pertenecían a diferentes
categorías etarias (Subadulto y Adulto Maduro), uno de los individuos presentó una
abrasión oblicua y evidenció un absceso y signos de enfermedad periodontal por la
notoria exposición de la raíz. La dentadura de uno de los individuos de Larache
Acequia II Grupo presenta perdida de piezas dentales post-mortem y desviación en la
dirección de la erupción del incisivo central derecho superior. También presenta una
abrasión plana de las superficies lo que indicaría dieta rica en fibras y granos duros
que si bien pudieron haber sido molidos, no han sido sometidos a tratamientos
destinados a eliminar las piedrecillas y cuerpos duros que se incorporan a ellos en el
momento mismo de la molienda.

En cambio, el neonato de Tulor-4 (±18 meses), presentaba una dentadura


caracterizada por la presencia de dientes deciduos o de leche que sólo han eruptado
parcialmente, principalmente incisivos, caninos y premolares.

Tchaputchayna en relación a los escasos fragmentos óseos que componen su


muestra presentó restos de a lo menos tres individuos, todos adultos, que en general
evidencian perdida de piezas dentales post-mortem, con reabsorción alveolar en
algunos casos y la acción de procesos post-depositacionales que incidirían en la
fragmentación del esmalte de un gran número de piezas. El sitio de Toconao-oriente,
por su parte, presenta una porción del maxilar inferior derecho que exhibe reabsorción
alveolar en la zona donde se ubican los tres molares, lo que permite clasificar al
individuo como adulto por la erupción de esta última pieza dentaria.

Con el objeto de informar al lector de las características biológicas y culturales que


presentan los individuos estudiados en el presente estudio realizaremos una
descripción contextualizada de cada uno de los sitios arqueológicos de los cuales
proviene los restos craneales y post-craneales analizados en el relevamiento

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bioantropológico efectuado en el laboratorio Ester Cervantes del I.I.A.M. R. P. Gustavo
Le Paige.

Toconao Oriente:

Este importante sitio arqueológico, que presentan indicadores culturales de períodos


tempranos y tardíos (multicomponente), ha constituido un referente que ha permitido
definir la fase homónima (Tarragó, 1989; Berenguer et al., 1986), -300 a. C. al 100 d.
C.- dentro de la secuencia histórico-cultural del área atacameña. Las primeras
referencias a este sitio provienen de la comunicación que el clérigo belga realizó
durante un congreso de arqueología de Chile (Le Paige, 1972-1973), que
posteriormente fue publicado en un artículo donde dio a conocer los hallazgos que él
había efectuado en este sitio, al que sumo una descripción de las excavaciones
efectuadas en los cementerios prehispánicos de Coyo Oriental y Solcor (nueva
población).

Le Paige en este sitio excavo 368 tumbas en las cuales encontró 561 individuos de
diversas etapas etarias. De este total de individuos realizó un breve estudio del índice
cefálico de 167 cráneos en donde diferenció a la población entre hiperbraquicéfalos,
braquicéfalos, mesocéfalos y dolicocéfalos, sin tomar precauciones en cuanto a la
variación temporal y cultural que portaban los individuos estudiados.

En términos culturales este sitio presenta como rasgos característicos cerámica roja
pulida con forma globular, urnas modeladas con rostro antropomorfo, témbetas, pipas
y tabletas para inhalar sustancias psicoactivas asociadas a un mismo momento
temporal (Orellana, 1991: 36), que debe haber sido posterior a la controversial Fase I
de Tarrago y Berenguer caracterizada por urnas tronco-cónicas y cerámica gris pulida
y que este proyecto también intenta clarificar. No obstante, en otros sectores de este
cementerio se han encontrado materialidades culturales del período medio e
intermedio tardío.

Localizado a 38 km. al sur de los ayllus de San Pedro de Atacama, este sitio
proporcionó una gran cantidad de materiales culturales y óseos, los que con el
transcurso del tiempo y la despreocupación en el registro correspondiente terminaron
descontextualizándose en las bodegas de I.I.A.M. de San Pedro de Atacama. Como
resultado de este fatal proceso, a nuestro equipo de investigación sólo fueron
entregados dos fragmentos óseos –una costilla de infante y un maxilar inferior de
adulto- a pesar de que el arqueólogo jesuita exhumó más de medio millar de
individuos y contextos culturales asociados.

Tchaputchayna:

Este sitio arqueológico, ubicado al sur de San Pedro de Atacama, esta compuesto por
un amplio sector de túmulos que colinda con áreas utilizadas con fines agrícolas y un
sector empleado con fines fúnebres del cuál fueron recuperados 67 entierros, que en
general presentan individuos en cuclillas y que por el estado de preservación fueron
removidos por los eventos aluvionales producto de la crecida del río San Pedro que
desaguaba antiguamente en ese sector (Le Paige, 1974:62). En la publicación citada
el autor también realizó un breve estudio del índice cefálico de los cráneos excavados
(N=37), incluyendo a 4 infantes.

Entre los materiales culturales más recurrentes se presentan en la superficie del sector
del cementerio fragmentos de cerámica gris con granos blancos denominada por el

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sacerdote como “cerámica primitiva”, que también se encuentra en la zona de los
túmulos. Por otra parte, la presencia de conas con sus manos de moler, hachas,
azadones y martillos de piedra podría sugerir la presencia la algunas patologías
morfofuncionales, producto de las labores agrícolas y minero-metalúrgicas que
debieron haberse realizado en el área. Lamentablemente la muestra ósea analizada
en el marco del proyecto sólo comprendió el estudio de 16 fragmentos esqueletales
que nos permitieron identificar tres individuos, uno de los cuales fue un infante por la
presencia de la sutura metópica no fusionada. Los dos restantes son un individuo
masculino y femenino que por las características de los suturas craneales pertenecen
a un segmento etario joven. En éstos no se descarta la deformación cranéana
intencional, pero es un postulado que deberá ser corroborado con un análisis más
detallado de los huesos del cráneo.

Lamentablemente la ausencia de maxilares y huesos mandibulares no permitió


comprobar la utilización en vida de témbetas, aunque la presencia de 24 adornos de
este tipo sugiere la vigencia de tal práctica estética, aunque no hay que descartar un
uso ritual de tales elementos, ya que es factible que la sociedad atacameña del
período formativo realizara prácticas fúnebres en donde este adorno fue puesto en
ambas secciones del rostro junto con minerales de cobre y otros elementos culturales
que han sido observados en las tumbas excavadas para el mismo periodo en otros
oasis del área de San Pedro de Atacama (v. gr. Quitor 8).

Tulor-4:

El distrito arqueológico de Tulor se ubica hacia entre el ayllu homónimo y el oasis de


Coyo, distante a 8 km. al suroeste de San Pedro de Atacama. Entre los sitios que
evidencian una ocupación formativa destaca un sitio habitacional conocido
coloquialmente como la aldea de Tulor cuyo patrón arquitectónico de tipo celular lo
familiarizan con los sitios formativos de Guatacondo en la región de Tarapacá y con
los desarrollos culturales que florecieron en el altiplano boliviano, región del lago
Popoo, donde hacia el año 1.200 a.C. se consolido una temprana e incipiente
sociedad agropastoril denominada Wankarani (Ponce, 1970) que hasta el momento
constituye uno de los referentes más antiguos para este patrón arquitectónico.

Sin embargo, en las inmediaciones de esta aldea, que presenta dos ocupaciones, se
localiza un área arqueológica que fue intervenida en 1974 por el arqueólogo George
Serracino, quién realizó una excavación estratigráfica de cuatro trincheras o pozos de
sondeo que le permitieron postular por las características de la matriz dos ocupaciones
(Serracino, 1976:26). En uno de estos pozos –Pozo 4- a 45 cm. de profundidad este
investigador encontró el cuerpo entero de un infante que presentaba en los huesos del
cráneo signos de quemaduras, producto de la exposición de estas piezas a una fuente
de calor que probablemente era un fogón.

Los restos óseos de este sitio que fueron entregados para su análisis bioantropológico
por el I.I.A.M. R. P. Gustavo Le Paige, corresponden íntegramente al cuerpo de este
infante y el estudio de la erupción dental revelo que no sobrepaso los 18 meses de
vida, ya que por las características y el patrón de dentición decidua del lactante
(Ubelaker, 1989) se pudo observar que el proceso de erupción de las piezas dentales
era incompleto.

Sería interesante ahondar en torno a las causas de muerte de este sujeto, que
probablemente debió haber padecido un cuadro mórbido con una etiología bacteriana
o vírica aguda, (v.gr. enfermedad del sistema respiratorio), supuesto tentativo que
deberá ser contrastado con los análisis bioantropológicos complementarios que
deseamos realizar durante la próxima temporada del proyecto.

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Entre el material arqueológico colectado en esta excavación destacan desechos y
artefactos líticos sin asociación a cerámica que se ubican en los estratos inferiores de
la misma, pero también aparecen huesos de camélidos y roedores en la misma
proporción en todos los pozos excavados. No obstante, superficialmente se halló un
tembetá elaborado según el autor, sobre hueso calcinado. También fragmentos de
cuentas, vegetales y concha marinas. Por otra parte, la cerámica de esta área se
caracteriza por presentar gruesas inclusiones de piedra y granos de cuarzo utilizados
como antiplástico y no presentar tratamientos de superficie a excepción de algunos
tipos alisados y engobados, que en conjunto son anteriores al rojo pulido (Serracino,
1974:28).

Larache Acequia I y II Grupo (Salvataje):

La primera referencia a este sitio aparece en el año 1961 (Le Paige, 1961:19) cuando
el sacerdote jesuita señala que a fines del año 1957 “en la acequia que corre a unos
200 mts. del callejón, al poniente, a 4 mts. de profundidad, encontramos los vestigios
de una cultura que no podemos atribuir a los atacameños; por lo menos 25 cántaros,
todos iguales de greda rojiza pulida […] todos rodeados y amontonados en este lugar
por una corriente fuerte de aluvión […] con varios cuerpos en todo sentido y por
desgracia, totalmente destruidos por la humedad de la acequia” (op. cit.).

En este sitio durante el año 1999 se realizó un salvataje ya que debido a la acción de
una moto niveladora una serie de restos esqueletales y materiales culturales fueron
sometidos a la exposición y destrucción consecuente desintegrándose los contextos
asociados y la información cultural contenida en ellos.

Los restos esqueletales recuperados por el personal técnico del museo fueron
divididos en dos grupos a raíz de su localización en el área intervenida, pero debido a
la acción mecánica de la maquinaria presentaban muy malas condiciones de
conservación, ya que la mayoría de los huesos largos se hallaban fragmentados en la
porción medial, proximal y distal –sección de epífisis y diáfisis- lo que imposibilitó la
toma de medidas para estimar la estatura de alguno de los individuos. La excepción la
constituyó un esqueleto parcialmente completo que fue recuperado del II Grupo y que
presentaba completos el fémur izquierdo, la tibia izquierda y el radio derecho. La
determinación de su estatura se basó en las tablas de Trotter & Gleser (1952, 1958,
citado en White, 2000), particularizadas para la población con rasgos mongoloides. De
acuerdo con este método la estatura promedio del individuo masculino fue de 1,584
cms, que se correlaciona con un individuo que por el grado de fusión o sinostosis de
las epífisis de sus huesos largos corresponde a un sujeto adulto joven (25-35 años),
no maduro, ni senil.

Complementariamente a este análisis paleodemográfico, se pudieron observar


diferencias entre la distribución etaria observada en los individuos de cada uno de
estos sitios. En este sentido y a diferencia del I Grupo rescatado, que presentaba de
acuerdo a la cantidad de evidencias óseas disponibles, tres o más individuos infantiles,
algunos de ellos neonatos de hasta 18 meses de vida y el resto que no sobrepasó los
12 años, el II Grupo se caracterizó por estar compuesto únicamente por individuos
adultos (2 masculinos y 1 femenino). No obstante es necesario reiterar que por el
hecho de haberse rescatado estas evidencias en el marco de un salvataje, la
fragmentaria evidencia esqueletal no es indicativa de un número mínimo de individuos,
sino que de un acto arbitrario y parcial de recolección de materiales arqueológicos que
ha sido motivado por la destrucción de un sitio causada por un agente externo.

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Sin embargo, se debe señalar que las excavaciones practicadas por el Padre Le Paige
(1961, 1972-1973) permiten plantear una relación de familiaridad cultural con el
cementerio de Toconao Oriente ya que en ambos se observan las clásicas vasijas
globulares antropomorfas rojas pulidas que junto a otros elementos han permitido
definir la fase temprana del agroalfarero para la región atacameña.

IV.- CONCLUSIONES

Los inicios de la vida aldeana y el desarrollo agrícola que estimulo tal estilo de vida
han constituido factores sinérgicos que a nivel de la biología de las poblaciones
humanas que experimentaron el transito desde una economía de caza y recolección a
una de carácter productor, esencialmente agropastoril, han dejado claras huellas en
los restos esqueletales de estas agrupaciones.

Estas huellas, observadas en la escasa data ósea de la muestra analizada, dan cuenta
de una crisis sanitaria generada por la adopción de nuevos hábitos de vida que
debieron afectar la fisiología de los individuos que la componen, en especial de
aquellos que se encuentran en las etapas más críticas de la vida, sea infancia o
senectud.

En este marco, y ante la imposibilidad de determinar las causas de muerte de los


sujetos analizados, sólo podemos conjeturar algunos aspectos que incidirían en el
fallecimiento de los individuos infantes de la muestra. Desde el punto de vista
demográfico, se puede postular de acuerdo a la data ósea disponible que la esperanza
de vida de los infantes analizados se enfrenta con dos etapas o momentos de
fragilidad crítica: el primero que duraría hasta los ± 4 años que puede correlacionarse
con el destete, fenómeno indicativo de un aumento poblacional y un segundo
momento de fragilidad que se extendería desde esta edad hasta antes del inicio de la
pubertad (±10 o 11 años), vinculado a la aparición de algún cuadro mórbido de
naturaleza no precisada pero que pudo haber generado un trastorno fisiológico entre
los sujetos que aún no iniciaban el período de la adolescencia.

Por otra parte, señalar la existencia de alguna práctica cultural que incida en la
representatividad de este segmento etario, como el infanticidio, es un postulado que
sólo debe ser considerado parcialmente ya que tanto el escaso dimorfismo sexual
como la fragmentariedad de la evidencia ósea no permiten realizar precisiones en
torno a esta presunta práctica que debió haber constituido un filtro cultural que limitó y
controló el tamaño de la población formativa.

Tampoco se posee información precisa sobre las orientaciones de los cuerpos y de la


mirada, en los sitios que podría reflejar alguna pauta cultural de naturaleza religiosa y
que denotaría aspectos de la cosmovisión de estas agrupaciones. Lo anterior si bien
es importante, permanecerá en la penumbra de la investigación arqueológica ya que la
mayoría de los cuerpos que componen la muestra fueron exhumados aplicando
metodologías restringidas que no ponían atención en estas facetas del ámbito
mortuorio.

Por otra parte, el patrón de abrasión dental observado en algunos individuos (Larache
Acequia) corresponde fundamentalmente a uno de tipo plano, que debería estar
correlacionado con el consumo de granos o alimentos molidos en morteros pero que
probablemente no han sido cernidos quedando restos de piedrecillas o substancias
duras que deben haber generado la perdida del esmalte y la exposición, en algunos de
los individuos, del cemento o dentina, lo que en conjunto con la proliferación de caries

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generaron malas condiciones de salud bucal que propiciarían la perdida de piezas
dentales y una reabsorción alveolar en edades tempranas.

El estudio de líneas de Harris, hipoplasias y afecciones internas del hueso, se


constituyen en tareas pendientes que deberán ser efectuadas en las siguientes etapas
del proyecto para ahondar la comprensión en torno a la biología de las poblaciones
formativas, representadas en este estudio por una escasa y fragmentada data ósea.
No obstante, rescatamos los postulados inferidos a través de la observación
macroscópica, aunque ésta focaliza la interpretación de acuerdo a lo inferido por la
observación de algunos parámetros externos. En esta línea cabe señalar que debido a
la ausencia de cráneos y fragmentos completos de esta zona, la estimación racial de
los individuos que componen la muestra, no fue posible de efectuar ya que la
fragmentariedad de la data ósea catastrada no permite disgregar poblaciones de
acuerdo a la presencia/ausencia de determinados indicadores raciales.

También tenemos que considerar que las patologías exhibidas por los individuos se
concentran en determinadas anomalías morfofuncionales que generalmente se
visualizan en los tejidos blandos y columna vertebral, pero que permiten plantear que
aunque se presencie una época de stress o trastorno fisiológico, este puede ser
indicativa de mejores condiciones de salud y adaptación ya que el cuerpo humano
presentaría mayor resistencia a los agentes mecánicos (huellas físicas de las
actividades pastoriles y/o agrícolas) o patógenos (infecciones virales y/o bacterianas),
que a nivel óseo sólo se pueden observar a través del estudio de los marcadores de
stress ocupacional que serían producto y reflejo de la adopción de un nuevo modo de
vida, aldeano y sedentario, registrado gracias a la plasticidad que el esqueleto
presenta en vida.

Por otra parte, es de vital importancia señalar la necesidad de crear secuencias de


fechados de los sitios estudiados, que clarifiquen la dimensión temporal de los
cementerios aludidos en el presente informe ya que por los contextos arqueológicos
descritos en los informes de otros investigadores, es evidente que una gran parte de
ellos son multicomponentes. Lo anterior nos permitirá tener más certeza a la hora de
atribuir los materiales óseos observados a ciertas fases de la secuencia histórica-
cultural de la región atacameña. También esperamos enriquecer la presente
interpretación con la información que puedan ofrecer otras metodologías de análisis a
este tipo de evidencia biológica.

Finalmente, si bien la ocupación humana en la Puna de Atacama se remite hacia el


VIII milenio a. C., una ocupación con características más sedentarias sólo ocurrió
después de la domesticación de animales y vegetales, que debió haberse dado dentro
de la secuencia local en la fase Tilocalar. Sin embargo los antecedentes arqueológicos
sugieren que las técnicas de cultivo e irrigación si bien fueron desarrolladas en áreas
vecinas (Costa et al., 1998) desde donde llegaron a la zona de la oasis de San Pedro
de Atacama, uno de los enfoques defendidos por el presente proyecto sugiere como
hipótesis de trabajo que el desarrollo agrícola de esta zona además de ser el principal
estimulo que propendió a los inicios de la complejidad social y productiva, debió
haberse experimentado en sectores propicios para esta actividad como los antiguos
desagües de los ríos San Pedro y Vilama, y en esos sectores en donde deberían estar
ubicadas las primeras evidencias formativas en la zona de los oasis de San Pedro de
Atacama, que a nivel productivo grafican la adopción de un nuevo patrón económico,
cuyas actividades pueden ser dilucidadas a través del estudio de los restos
esqueletales en lo que se ha definido como bioarqueología.

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V.- REFERENCIAS CITADAS

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2000 Human Osteology. Second Edition. Academic Press, San Diego.

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Anexo I

Tabla 1
Frecuencia de Traumas en distintas regiones anatómicas
FRAGMENTOS ÒSEOS N* FRECUENCIA TRAUMA %
Cráneo 61 3 4,91
Costilla 65 N/I
Vértebras 54 5 9,25
Esternón 1 N/I
Clavicula 7 N/I
Húmero 9 N/I
Radio 11 N/I
Ulna 9 N/I
Metacarpo 52 3 5,76
Pelvis 16 1 0,06
Fémur 15 N/I
Tibia 14 1 0,07
Fibula 8 N/I
Patela 1 N/I
Metatarso 61 1 1,63
Total Bolsas 265 364

*
El N señalado se refiere a un promedio aproximado considerando la cantidad total de fragmentos óseos
analizados.

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