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Gran parte de la investigación antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo con
diferentes culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente, estos estudios estaban orientados a registrar
cada uno de los diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas no occidentales
experimentaran la influencia de los procesos de modernización y occidentalización. Los trabajos de
campo que describen la producción de alimentos, la organización social, la religión, la vestimenta, la
cultura material, el lenguaje y demás aspectos de las diversas culturas, engloban lo que hoy se conoce
por etnografía. El análisis comparativo de estas descripciones etnográficas, que persigue
generalizaciones más amplias de los esquemas culturales, las dinámicas y los principios universales,
es el objeto de estudio de la etnología.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la etnología (que hoy se suele conocer como antropología
cultural) comenzó a relacionar su campo de estudio con el de la antropología social, desarrollada por
los científicos británicos y franceses. En un breve periodo se debatió intensamente si la antropología
debía ocuparse del estudio de los sistemas sociales o del análisis comparativo de las culturas. Sin
embargo, pronto se llegó a la conclusión de que la investigación de las formas de vida y de las culturas
casi siempre están relacionadas, de donde procede el nombre actual de antropología sociocultural.
Uno de los descubrimientos importantes de la antropología del siglo XIX ha sido que las
relaciones de parentesco constituyen el núcleo principal de la organización social en todas las
sociedades. En muchas de ellas, los grupos sociales más importantes comprenden clanes y
linajes. Cuando la pertenencia a dichas corporaciones de parentesco se asigna a las personas
sólo por la línea masculina, el sistema se denomina de descendencia patrilineal.
Antes del desarrollo del comercio y de la urbanización a gran escala, muchos pueblos europeos
estaban organizados desde el punto de vista económico y político como grupos de filiación
patrilineal.
Las sociedades matrilineales, en las que el parentesco se transmite por línea femenina, son
menos comunes hoy día. Herodoto fue el primer erudito en describir este tipo de sistema social,
que detectó entre los habitantes de Lidia, en Asia Menor.
En las sociedades basadas en el parentesco, los miembros de un linaje, clan o demás grupos
afines suelen ser descendientes de un antepasado común. Este concepto es un factor
unificador, pues dota a grandes masas de individuos de cierta cohesión para afrontar
actividades guerreras o rituales, lo que les hace sentirse diferentes de sus vecinos y enemigos.
La subsistencia en el ser humano está relacionada con los tipos de alimentos, la tecnología y
los métodos para obtenerlos, así como con las formas en las que se organizan los grupos
sociales o sociedades para producirlos y distribuirlos. Durante millones de años el hombre
probablemente se alimentaba sobre la marcha, tal y como lo hacen otros primates. La forma de
vida asociada a esta estrategia de alimentación se organiza, por lo general, alrededor de grupos
sociales pequeños y familiares que se abastecen de diferentes fuentes según la época del año.
En los yacimientos arqueológicos más antiguos conocidos, que datan de hace unos 2,5
millones de años, los científicos han encontrado huesos fósiles rotos y machacados de
antílopes, cebras y otros animales de tamaño parecido. Al evolucionar el Homo moderno, pudo
comenzar a cazar incluso animales más grandes, como mastodontes y mamuts, ambos
mamíferos pertenecientes a la familia de los elefantes. La agricultura y la domesticación de
animales surgieron en un pasado más reciente, con el Homo sapiens.
Los paleoantropólogos han debatido profusamente sobre si los primeros miembros del género
humano moderno eran cazadores agresivos, recolectores pacíficos de plantas o carroñeros
oportunistas. En el pasado muchos científicos pensaban que la predación y la alimentación
carnívora fueron un factor importante en los comienzos de la evolución humana. Esta hipótesis
de la caza sugería que los primeros homínidos sobrevivieron en África a periodos
especialmente áridos gracias a la caza de animales con utensilios primitivos de piedra o hueso.
Los defensores de esta hipótesis pensaban que la caza y la competición con los animales
carnívoros habían influido poderosamente en la evolución de la organización y el
comportamiento social, la fabricación de utensilios, la anatomía (por ejemplo, la estructura única
de la mano humana) y la inteligencia.
Investigaciones más recientes sugieren una nueva hipótesis sobre la subsistencia humana: los
homínidos extraían carne y médula de los huesos procedentes de animales muertos y dedicaba
poco tiempo a la caza. De acuerdo con esta teoría carroñera, el ser humano se dedicaba a
recoger trozos de carcasas de animales abandonados por los predadores y a continuación
utilizaba utensilios de piedra para extraer la médula de los huesos.
a.- Inicio de la Caza.- Es casi seguro que el ser humano que vivía fuera de África
especialmente en climas más fríos— necesitaba comer más carne que su coetáneo africano. El
hombre de la Eurasia templada debió tener que aprender a reconocer las plantas que podía
comer de forma segura; además, el número de alimentos vegetales disponibles disminuiría de
forma importante durante el invierno. Sin embargo, aunque los científicos han encontrado muy
pocos fósiles de plantas comestibles o digeridas en los yacimientos, es probable que los
primeros habitantes de Europa y Asia se alimentaran de plantas además de carne.
Parece que tanto el Neandertal como otros homínidos primitivos comían los animales
disponibles en un determinado lugar o en una determinada época. Así, por ejemplo, en los
yacimientos europeos, el número de huesos de reno (animal de zonas frías) y de ciervo común
(animal de zonas cálidas) cambiaba según el clima que hubiera reinado. Para obtener proteínas
y grasas animales probablemente el Neandertal también combinaba las actividades de caza
con las de rapiña de animales muertos.
Durante al menos los últimos 100.000 años algunos grupos humanos se alimentaron de frutos
del mar o de la costa, tales como crustáceos y mamíferos y aves marinas, mientras que otros
pescaban en ríos y lagos interiores. Hace probablemente unos 90.000 a 80.000 años el ser
humano en Katanda, actualmente República Democrática del Congo, pescaba grandes barbos
utilizando puntas de hueso con barbas, el aparejo de pesca especializada más antiguo
conocido. Las puntas de piedra más antiguas para flechas o lanzas datan de hace unos 50.000
a 40.000 años. Estos avances tecnológicos, probablemente desarrollados por primera vez por
los homínidos modernos, indican una ampliación de los tipos de alimentos disponibles.
Hace unos 40.000 años, el ser humano comenzó a hacer avances aún más significativos en la
caza de animales peligrosos y en grandes manadas, así como en la explotación de los recursos
marinos. Participaba en grandes expediciones de caza en las que mataba gran número de
renos, bisontes, caballos y oros animales que vivían en aquella época en las amplias sabanas.
b.- Utensilios .- Aunque tal vez la fabricación y la utilización de utensilios no era suficiente para
distinguir a los homínidos de sus predecesores simios, en cambio, el ser humano realizó la
importante proeza de utilizar una herramienta para fabricar otras y en particular desarrolló una
técnica denominada quebrantamiento de piedras que consistía en golpear con precisión una
piedra contra otra.
El aprendizaje de las habilidades necesarias para fabricar estos utensilios requería ciertamente
dotes de observación aunque no necesariamente una instrucción o el lenguaje. Así, los
utensilios oldowan eran sencillos y sus fabricantes los utilizaban para cortar carcasas de
animales, romper huesos para sacar la médula, limpiar pieles y afilar palos para desenterrar
raíces y tubérculos comestibles.
En la tradición de fabricación de utensilios achelenses, iniciada hace unos 1,7 a 1,5 millones de
años, se realizaban piezas cada vez más simétricas, clasificadas por la mayoría de los
científicos como hachas de mano y raederas. Sus artífices, como el Homo erectus, trabajaban
con piezas de piedra de tamaño mucho mayor que los fabricantes oldowan. La simetría y el
tamaño de los utensilios achelenses posteriores muestran una planificación y un diseño mejores
—y tal vez, por tanto, una inteligencia mayor— por parte de sus autores. La tradición achelense
se prolongó durante más de 1,35 millones de años.
El siguiente avance importante tuvo lugar hace al menos 200.000 años. Uno de los métodos de
fabricación de esta época, conocido como técnica de levallois, consistía en arrancar con
cuidado y de forma exacta pequeñas lascas alrededor de la superficie de una piedra y a
continuación golpearla lateralmente para obtener un utensilio preformado, que a continuación
podía ser mejorado. En los últimos 40.000 años el hombre moderno desarrolló las técnicas más
avanzadas de fabricación de utensilios de piedra. El sistema denominado núcleo de hoja
prismática consistía en eliminar la parte superior de una piedra dejando una plataforma plana y
a continuación arrancar múltiples hojas en los laterales. Cada hoja tenía una sección
transversal triangular, lo que la confería una resistencia excelente. Con estas hojas, como
utensilios preformados, el ser humano podía fabricar con gran perfección puntas de lanzas,
cuchillos y muchos otros tipos de herramientas. Los utensilios líticos más avanzados presentan
asimismo diferencias regionales y coherentes que indican un elevado nivel de diversidad
cultural.
Hace unos 5 millones de años aumentaron las fluctuaciones en el clima global, siendo en el
Plioceno (hace entre 5 y 1,6 millones de años) bastante pronunciadas las fluctuaciones de
temperatura. Durante este tiempo el mundo entró en un periodo de intenso enfriamiento,
iniciado hace unos 2,8 millones de años, y que consta de fases más frías conocidas como
glaciaciones (épocas en las que se forman los glaciares) y fases más cálidas conocidas como
interglaciaciones (épocas durante las cuales se funden los glaciares). Durante el Plioceno, las
glaciaciones y las interglaciaciones duraban unos 40.000 años cada una. Por el contrario,
durante el pleistoceno (entre 1,6 millones de años y 10.000 años) se produjeron fluctuaciones
de estas fases glaciales mucho mayores y más largas. Así, por ejemplo, desde hace unos
700.000 años estas fluctuaciones se vienen repitiendo aproximadamente cada 100.000 años.
Hace entre 5 y 2 millones de años la mayor parte de África estaba cubierta por una mezcla de
hábitats de bosques y praderas. Hace unos 1,7 millones de años el este de África entró en un
periodo prolongado de sequía y al cabo de 1 millón de años grandes partes del paisaje africano
se habían convertido en sabana. Por tanto, los primeros australopitecinos y el Homo antiguo
vivieron en lugares relativamente boscosos, mientras que el Homo ergaster y el Homo erectus
vivieron en zonas de África más abiertas. Las primeras poblaciones humanas encontraron
entornos nuevos y diferentes cuando emigraron fuera de África como, por ejemplo,
temperaturas más frías en el Oriente Próximo y bosques de bambú en el Sureste asiático. Hace
al menos 1 millón de años las poblaciones se habían trasladado a zonas de climas templados
de Europa y Asia, donde sufrieron largos periodos de tiempo muy frío.
El aumento de tamaño y complejidad del cerebro permitió a los homínidos adaptarse cada vez
mejor al entorno mediante cambios en su comportamiento cultural. El mayor aumento del
tamaño del cerebro se produjo hace unos 700.000 años, periodo durante el cual el clima y el
medio ambiente fluctuaron dramáticamente. Durante este periodo también evolucionó más
rápidamente el comportamiento cultural humano, probablemente como respuesta a la
necesidad de hacer frente a entornos imprevistos y cambiantes.
Cuando las poblaciones de Homo erectus se trasladaron a las regiones templadas de Eurasia
tuvieron que enfrentarse a nuevos retos para poder sobrevivir. Durante las estaciones más frías
tenían que emigrar o buscar refugio en, por ejemplo, cuevas. Algunas de las primeras
evidencias definitivas de cavernícolas, datadas en hace unos 800.000 años, se han encontrado
en el yacimiento de Atapuerca en el sur de España. Este yacimiento pudo haber sido el hogar
de las primeras poblaciones de Homo heidelbergensis. El Homo erectus también utilizó
cavernas como refugio.
Los homínidos aprendieron a controlar el fuego y a usarlo para generar calor, preparar
alimentos y protegerse de otros animales. Los restos más antiguos de viviendas conocidos
datan de hace unos 450.000 a 300.000 años y pertenecen a yacimientos tales como
Bilzingsleben en Alemania, Verteszöllös en Hungría o Zhoukoudian en China. Los yacimientos
africanos datados en unos 1,6 a 1,2 millones de años de antigüedad contienen huesos
carbonizados y sedimentos coloreados, pero muchos científicos piensan que esta evidencia es
demasiado ambigua y no permite demostrar que el ser humano controlaba el fuego. Las
primeras poblaciones en Europa y Asia también tal vez también se abrigaban con pieles de
animales durante los periodos de glaciación. Las agujas de hueso más antiguas conocidas, que
indican el desarrollo de la costura y de la indumentaria, datan de hace unos 30.000 a 26.000
años.
a.- Lenguaje.- En el lenguaje el ser humano puede unir de forma creativa palabras para formar
una infinidad de frases de acuerdo con una serie de reglas o gramática. El lenguaje permite
comunicar conceptos complejos o intercambiar información sobre eventos pasados y futuros,
objetos que no están presentes o conceptos filosóficos o técnicos complejos.
El lenguaje confiere al ser humano enormes ventajas para su adaptación como, por ejemplo, la
capacidad de planificar el futuro, de comunicar la ubicación de alimentos o de peligros a otros
miembros de un grupo social o de contar historias que unen a un grupo, tales como mitologías o
cuentos. Sin embargo, las palabras, las frases y los lenguajes no pueden ser conservados
como los huesos o los utensilios, de forma que la evolución del lenguaje es uno de los temas
más difíciles de ser investigados por la ciencia.
Algunos científicos piensan que ya los primeros australopitecinos tenían cierta habilidad para
comprender y utilizar símbolos.
b.- Arte.- El ser humano también expresa el pensamiento simbólico mediante diferentes formas
de arte como la pintura, la escultura y la música. El objeto más antiguo conocido con un posible
valor simbólico y artístico data de hace unos 250.000 años y procede del yacimiento de
Berekhat Ram en Israel. Los científicos han interpretado este objeto, una figura esculpida en
una pequeña pieza de roca volcánica, como una representación del contorno de un cuerpo
femenino. Entre los escasos posibles objetos de arte del periodo comprendido entre hace
200.000 y 50.000 años, procedentes del oeste de Europa y atribuidos normalmente al hombre
de Neandertal.
El ser humano comenzó a crear y utilizar objetos simbólicos avanzados hace entre unos 50.000
y 30.000 años. Gran parte de este arte parece haber sido utilizado en rituales posiblemente
ceremonias para pedir a los espíritus éxito en la caza. Durante este periodo el ser humano se
adornaba con complicadas joyas de marfil, hueso y piedra y tallaba bellas figuras representando
animales y formas humanas. Muchas tallas, esculturas y pinturas son representaciones
estilizadas del cuerpo femenino. Algunos científicos creen que estas figuras femeninas
representan la fertilidad.
En las primeras pinturas rupestres se hacía un uso sofisticado de la textura y el color. La zona
de lo que actualmente es el sur de Francia contiene numerosos yacimientos famosos con este
tipo de pinturas como, por ejemplo, las cuevas de Chauvet, con arte de hace más de 30.000
años, y Lascaux, con pinturas de hace más de 18.000 años. También es de gran importancia la
cueva de Altamira, en España, que contiene restos datados en más de 15.000 años de
antigüedad. En algunos casos los artistas pintaban en paredes que sólo podían alcanzar con
gran esfuerzo, por ejemplo, arrastrándose. El acto de llegar hasta estas pinturas les confiere
una sensación de misterio y ritual. Por ello los arqueólogos se refieren a algunas de las
cámaras pintadas más extraordinarias como santuarios. Sin embargo, en la actualidad no se
sabe con seguridad el significado que estas primeras pinturas y grabados podían tener para los
artistas que las crearon.
c.- Religión.- Las tumbas encontradas en Europa y Asia occidental indican que el Neandertal
ya enterraba a sus muertos. Algunos yacimientos contienen tumbas muy poco profundas, tal
vez cavadas por miembros de un grupo o familia sencillamente para alejar a los cadáveres de
su vista. En otros casos parece que ciertos grupos realizaban rituales para llorar por sus
muertos o comunicarse con los espíritus.
Uno de los avances más importantes de la conducta cultural humana tuvo lugar cuando el ser
humano comenzó a domesticar animales y a cultivar plantas. La domesticación y la llegada de
la agricultura tuvieron como consecuencia el desarrollo de numerosos alimentos básicos (que
forman la base de toda una dieta) en las regiones templadas y tropicales de todo el mundo. En
la actualidad, casi la totalidad de la población depende de cuatro de estos alimentos básicos:
trigo, arroz, maíz y patatas.
La primera civilización surgió hace unos 7.000 años en Sumeria en lo que actualmente es Irak.
Sumeria siguió creciendo poderosa y próspera hasta hace aproximadamente unos 6.000 años,
cuando se fundó la ciudad-estado de Ur. La región de Sumeria, conocida como Mesopotamia,
era la misma región en donde los seres humanos habían domesticado por primera vez animales
y plantas. También surgieron otras civilizaciones en el valle del Nilo, en el noreste de África, el
valle del Indo, en el sur de Asia, el valle del río Amarillo, en el este de Asia, los valles de
Oaxaca, México y la región del Yucatán, en Centroamérica, y la región de los Andes en
Sudamérica, Perú.
Todas las civilizaciones iniciales tenían algunas características comunes como, por ejemplo, un
cuerpo político burocrático, un ejército, un cuerpo de liderazgo religioso, grandes centros
urbanos, edificios monumentales y otras obras de arquitectura, redes comerciales y excedentes
de alimentos obtenidos mediante sistemas intensivos de labranza. Muchas de las civilizaciones
iniciales también tenían sistemas numéricos, matemáticos, astronómicos (con calendarios) y de
escritura, redes de carreteras, un cuerpo legislativo formalizado e instalaciones para la
educación y para el castigo de infracciones.
Con la aparición de las civilizaciones la evolución humana entró en una fase totalmente
diferente. Anteriormente el ser humano había vivido en grupos familiares pequeños
básicamente expuestos a y controlados por las fuerzas de la naturaleza. En la actualidad, varios
miles de años después de la aparición de las primeras civilizaciones, la mayoría de los
humanos viven en sociedades de millones de individuos. Parece que la cultura seguirá
evolucionando rápidamente y en direcciones imprevisibles y que estos cambios, a su vez,
influirán en la evolución física del Homo sapiens y de cualquier otra especie humana futura.