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DERECHO AMBIENTAL

Adrián Meza Sosa

Muchas Gracias. Primero que nada, permítanme presentarles un saludo


de nuestro colega, el abogado de Honduras, Roberto Palomo, quien, ha sido
electo recientemente nuestro nuevo Director Ejecutivo en la Red Universitaria de
Derecho Ambiental, y también el saludo de los miembros del consejo académico
de nuestra red. Quiero agradecerle profundamente al Colegio de Abogados y
Notarios de Guatemala, y a los organizadores de éste evento, la posibilidad de
compartir con ustedes algunas consideraciones sobre éste vital tema.

Sinceramente no tengo la pretensión de venir a dar ninguna conferencia


doctoral sobre el tema Derecho Ambiental. No tengo, en este sentido, esa lógica
de darle lecciones a nuestros colegas, mucho menos si entre nuestro público
están nuestros maestros, como el Dr. Rolando Alfaro, centroamericano nacido
en Guatemala, que ha enseñado Derecho Ambiental a muchos de nosotros, y
frente a los cuales, sinceramente, sentimos el enorme placer de ser simplemente
discípulos de sus enseñanzas. De esa manera, lo que queremos entonces es,
compartir con ustedes, a partir de ciertas consideraciones doctrinales,
reflexiones sobre el tema del Derecho Ambiental.
En primer lugar, quisiéramos señalar que el derecho ambiental no es un
tema nuevo. Las preocupaciones de la comunidad humana sobre su relación
con el ambiente tienen siglos. Platón, por ejemplo, ya en Grecia, recomendaba
reforestar las colinas del Ática, ante los graves problemas que estaba
presentando la erosión de éstas colinas, generando ya problema de dotación de
agua a las ciudades de Grecia. El Digesto prohibía la contaminación de aguas
de la ciudad de Roma con desechos fecales o lodos que se depositaban en las
cañerías y acueductos. En China, en el siglo IX, se aprecian las primeras
resoluciones que tratan de prescribir la forma en cómo debería darse la relación
entre el hombre y la naturaleza. En el Fuero Jugo, en el siglo VII, se
establecieron normas de protección a los bosques, reparación de daños e
indemnizaciones por incendio forestal. En nuestro continente, en la América
colonial, por la real cédula de 1777, se realizó una especie de veda y de
condicionalidad a la matanza de vicuñas, y en 1576, otro ejemplo de ésta
preocupación de la comunidad humana por el tema ambiental, el príncipe
Orange de Holanda, adoptó un conjunto de decisiones para preservar los
bosques de La Haya, una especie de primera reserva o área protegida de la cual
tiene referencia la comunidad humana.

En esa lógica también, ya en la época moderna, encontramos


preocupaciones sobre el tema ambiental, que sirven de antecedentes a lo que
todos conocemos como la declaración de Estocolmo de 1972. Por ejemplo, la
convención africana para la Preservación de Animales, Aves y Peces de la vida
Silvestre, en mayo de 1900, en Londres; el Acuerdo para la Protección de Aves
Útiles para la Agricultura en Paris, el 19 de marzo de 1902; la Convención sobre
la Conservación de la Flora y la Fauna en su Estado Natural, Londres, 1933; la
Convención para la Preservación de la Flora, la Fauna y las Bellezas Escénicas
de América, Washington, 12 de octubre de 1940; y Acuerdos Bilaterales para la
Protección de Especies Migratorias, Estados Unidos y Reino Unido, agosto 16
de 1916; Dinamarca y Suecia, 9 de octubre de 1931; Estados Unidos Y México,
febrero 7 de 1936. Obviamente a esto debemos agregar los principios, las
categorías, los conceptos adoptados en las tres grandes cumbres mundiales del
ambiente, que la comunidad humana ha realizado alrededor de su preocupación
ambiental. La conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en
Estocolmo, 1972, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo, Río de Janeiro, 1992, y la Cumbre Mundial sobre el
Desarrollo Sostenible, de Johannesburgo, del 2002.

Tenemos que señalar, rápidamente porque el tiempo apremia, que


después de la declaración de Estocolmo, normalmente, hay consenso alrededor
de las etapas que se caracterizan en la evolución del Derecho Ambiental. Una
primera etapa que estuvo vinculada al desarrollo de instrumentos internacionales
que regularon amplios sectores del medio ambiente; regulación sobre océanos,
aguas continentales, suelos, y vida silvestre. Una segunda gran etapa de
desarrollo de legislación transversal, que incluye regulación sobre productos y
desechos tóxicos o peligrosos, radioactividad, desechos nucleares y actividades
peligrosas. Y una tercera etapa, que ha abordado problemas ambientales
globales, vinculados al agotamiento de la capa de ozono, al calentamiento
global, y a la protección de la biodiversidad biológica.

En la cumbre de Río de Janeiro, encontramos el Convenio sobre


Diversidad Biológica, el Convenio Marco sobre Cambio Climático, los principios
que han sido tenidos como referencia a la fuente doctrinal del derecho
ambiental, y la Agenda 21, marcando la diferencia entre lo que conocemos
como, el derecho suave y el derecho duro, referido básicamente a los principios
y declaraciones no vinculantes, como derecho suave, y a los convenios que
tienen fuerza y obligatoriedad, como derecho duro.

¿Qué podemos nosotros asumir como un concepto de derecho


ambiental? Obviamente sobre esto hay muchísimas presentaciones, pero por su
sencillez hemos querido traer a colación el concepto del Dr. Raúl Brañes, como
el conjunto de normas jurídicas que regulan la conducta de los seres humanos
que pueden influir de manera relevante en los procesos de interacción que
tienen lugar entre los sistemas de organismos vivos y sus sistemas de ambiente.
En este concepto, el medio ambiente se configura como un entorno físico, y un
sistema de elementos bióticos, abióticos, socioeconómicos y culturales, que
interactúan entre si con los individuos y con la comunidad en la que viven,
determinando en ello su relación y su sobrevivencia. Este concepto,
básicamente tiene dos grandes componentes, sobre los cuales quiero
detenerme; en primer lugar, habla de normas jurídicas y principios, y ya nosotros
sabemos que efectivamente, cuando hablamos de derecho ambiental, no
solamente hablamos de reglas de legislación positiva, sino que necesariamente
también hacemos referencia a principio y categorías que han vendo
configurando la doctrina del derecho ambiental, y ahí donde no existe a veces
una norma de legislación positiva, los principios universales que se han asumido
en la doctrina del derecho ambiental suplen muchas veces el criterio del
juzgador.

En segundo lugar, hablamos efectivamente de una regulación de la


conducta humana que tiene impactos relevantes al entorno natural y a la
relación entre los organismos vivos. Este concepto nos permite detenernos
alrededor de la forma en cómo se aborda la materia del derecho ambiental, y en
esto tenemos que señalar que efectivamente se han identificado tres grandes
grupos de opinión. Un primer grupo de opinión, en el que el concepto del
derecho ambiental en lo que a su materia se refiere, está ligado a la categoría
del instrumento jurídico que protege a la naturaleza. Incluso, muchas veces
quienes adversan por razones distintas el derecho ambienta desde otras
posiciones doctrinales, nos han dicho que el derecho ambiental es como el
derecho de los pájaros en los bosques, limitando evidentemente la
trascendencia que el derecho ambiental lleva desde su configuración como
doctrina.

En otro grupo de opiniones, encontramos al derecho ambiental con una


concepción antropocéntrica, es decir, el derecho ambiental regulando y
protegiendo los bienes y servicios que el hombre toma de la naturaleza. Y
finalmente, un tercer grupo de opiniones, en donde hay una especie de
integración dialéctica de ambas categorías, y que parte del hecho de considerar
al derecho ambiental como un instrumento jurídico que regula las relaciones
entre la comunidad humana y su entorno natural, con beneficio y aceptación
para ambos, y en donde no puede jugarse el juego de qué es primero, los
bosques o el hombre; sencillamente no se concibe lo uno sin lo otros. En esa
categoría, nos toca entonces abordar cuales son algunos de los principios
doctrinales fundamentales que configuran nuestra disciplina.

En primer lugar, el considerar efectivamente que los seres humanos


tenemos derecho a una vida saludable, y una vida saludable sin medio ambiente
sencillamente no es posible, ni concebirla, ni realizarla. En ello, reconocemos la
soberanía de los Estados en el aprovechamiento de sus propios recursos
naturales, pero a la vez esto acarrea responsabilidades para los Estados, por
ejemplo, las responsabilidades relacionadas con efectos transfronterizos de las
acciones que se efectúan en su territorio.

Otro principio fundamental es considerar el ambiente como un elemento


constitutivo y componente del desarrollo, es decir, no es, el tema de Ambiente o
Desarrollo Económico, es el tema de Ambiente y Desarrollo Económico,
entendido desde una perspectiva holística en la que lo uno no debe de ir sin lo
otro. Igualmente se ha reconocido que los Estados tienen una responsabilidad
común, pero también una responsabilidad diferenciada, porque el rol que cada
Estado ha jugado, alrededor del desequilibrio de los ecosistemas en el mundo
también es diferenciado, y por ende, las cuotas de responsabilidad se marcan
con tonalidades distintas. La necesidad de la eliminación de modos y formas de
producción y consumo que no son sostenibles, es decir que a la larga van a
terminar con la casa en la que vivimos. La participación del público y de la
ciudadanía como garantía efectiva del desarrollo sostenible, a través del acceso
a la información, la posibilidad real de incidir en políticas públicas ambientales, y
además, el acceso real a la justicia ambiental. La necesidad de desarrollar
legislación ambiental que concrete la responsabilidad de la reparación por daños
y contaminación, la obligación de pagar por el daño ambiental, generado al
principio muy conocido de contaminador-pagador, la necesidad de someter las
estabilidades económicas a la evaluación de su impacto ambiental, la
responsabilidad transfronteriza de los Estados.

El derecho al desarrollo, ejercido con una perspectiva de prevención, de


cara al futuro de las generaciones que nos suceden; la naturaleza y los recursos
como patrimonio de todos, que sustenta la teoría de los intereses difusos y la
responsabilidad del Estado de actuar a nombre de todos y el principio
fundamental de induvio pronatura, que nos obliga a tomar medidas de
prevención, independientemente de que no tengamos la absoluta certeza
científica de que un daño va a generarse a través de una determinada actividad
ambiental.

De estos principios derivamos las características generales del derecho


ambiental; es multidisciplinario, obviamente, encontramos una incursión en todas
las áreas, civil, penal, fiscal, administrativo, es precautorio, principio fundamental
del derecho ambiental, es de acceso universal, y es transgeneracional. Aquí me
detengo, para poner un alto a este tema doctrinal, tratando de hacer énfasis
sobre lo que consideramos más relevante: los desafíos que enfrenta el derecho
ambiental en nuestra región, en los actuales momentos. En primer lugar,
evidentemente la necesidad de articular los modelos económicos con los
principios del desarrollo sostenible.

Nosotros podemos hacer, y se lo decimos con todo cariño, muchísimos


eventos sobre derecho ambiental, y podemos expresar nuestras grandes
preocupaciones sobre derecho ambiental, pero mientras los modelos
económicos de desarrollo en Centroamérica, no sean los modelos económicos
que consideren la variable ambiental y las variables del principio de desarrollo
sostenible como parte esencial de ese concepto, sencillamente vamos a estar
reclamando derecho ambiental, por una parte, y por otro lado, la industria, la
producción y el consumo moviéndose en una dirección distinta.

El otro desafío que enfrenta el derecho ambiental es la necesidad de


articular los instrumentos jurídicos con las políticas de Estado y los instrumentos
de gestión. Si el derecho ambiental no puede sólo él, desde su fortaleza
doctrinaria, garantizar los objetivos que persigue, si no hay políticas ambientales
e instrumentos de gestión que viabilicen el cumplimiento de la norma.

También el problema entre la gestión pública o la coherencia de la gestión


pública ambiental, es otro de los grandes desafíos, con los principios e
instrumentos que adoptan los Estados racionales en los convenios ambientales
o en su propia legislación. Los Estados suscriben los convenios internacionales,
los Estados adoptan sus leyes, pero luego, en el día a día, las decisiones
administrativas, las decisiones de política ambiental, las decisiones sobre la
actividad económica, no necesariamente guardan coherencia con los
compromisos que los Estados están asumiendo.

El otro gran desafío, es el de concretar la participación ciudadana en la


gestión ambiental pública, y su incidencia real. En muchos de nuestros Estados
centroamericanos, el tema de la participación pública se configura
esencialmente como un recurso vital de desahogo, se llama a la comunidad, la
comunidad dice lo que piensa, siente, expresa su temor, y finalmente el
funcionario toma la decisión que le considera, que considera más adecuada, sin
tomar en consideración, muchas veces, efectivamente el entorno de una
consulta que debió incidir de manera real en la decisión que va a adoptar
finalmente. La necesidad de generar una cultura ambiental, que incida en la
cadena de la infracción ambiental.

Muchas veces, en derecho ambiental se buscan culpables, y se dice, por


ejemplo, en materia de recursos naturales, por ejemplo sencillo como, vea que el
responsable es la industria o la empresa, cuando en realidad la cadena de
infracción ambiental es mucho más amplia; es toda la ciudadanía la que de una
u otra manera participa efectivamente en la violación de la norma ambiental,
cada uno, en cada momento, y en cada circunstancia.

En Nicaragua, por ejemplo, tenemos un enorme problema con la


disminución de la población de la langosta, por los abusos que se han cometido
en la etapa de veda; sí, pero de eso es responsable no solamente las
compañías que pescan langostas, sino también los consumidores ciudadanos
que cuando se sientan en un restaurante, nunca preguntan si efectivamente la
langosta que se están comiendo está fuera de talla o si está comiendo langosta
en una etapa de veda. Si no hay una cultura ambiental ciudadana, no es cierto
que el Estado pueda solo, ni es cierto que los culpables están contados, cuando
de violación a las normas ambientales se trata.

El otro gran desafío, es la necesidad de revertir esa distorsión del


principio contaminador-pagador, que ha devenido en la práctica del pagador-
contaminador. ¿De qué se trata esto? sencillo: en Río de Janeiro dijimos todo el
que contamina tiene que pagar. Lo que está ocurriendo en nuestra región es que
todo el que puede pagar, puede contaminar. De tal manera que muchas veces,
las multas están incorporadas a las estructuras de costo de las compañías y las
empresas, porque sus excedentes de ganancia son tan grandes que no cuesta
nada introducir en la estructura de costos, efectivamente, lo que representa la
violación de las normas ambientales.

El otro desafío que enfrenta el derecho ambiental, es el necesario


equilibrio entre las medidas de comando y control, y las medidas de regulación e
incentivo al cumplimiento de la legislación ambiental. Siempre está presente la
discusión de qué hacemos, reprimimos con la ley o estimulamos con la
economía, los impuestos y los incentivos. Estamos en una permanente
búsqueda de ese equilibrio. Igualmente, enfrentamos el gran desafío de
concretar los macro planes ambientales a las acciones locales que tienen que
ver con salvar el ambiente.

Todos nuestros países viven empeñados en hacer el nuevo gran plan


estratégico de la preservación del ambiente, y el nuevo gran plan estratégico de
la producción limpia, y el programa intergaláctico de participación ciudadana,
mientras en el municipio, seguimos todos los ciudadanos, todos los días, y todos
los alcaldes, y todas las autoridades, haciendo cualquier cosa, y deteriorando el
ambiente. Ese equilibrio, entre lo que pensamos en macro y estrategia, y lo que
hacemos todos los días, es otro de los grandes desafíos del derecho ambiental
en nuestra región. Obviamente, el desafío entre seguir haciendo más normas, o
detenernos y comenzar a preocuparnos porque se cumplan las normas que ya
tenemos, y esta es una discusión absolutamente pertinente en nuestro entorno.

Sin embargo, y con esto concluyo, tenemos razones para ser optimistas.
Si no queremos dejarles a ustedes una impresión de que todo está mal.
Creemos que en los últimos años se han venido configurando coyunturas y
contextos, que brindan oportunidades de realización y de aplicación al derecho
ambiental. ¿Cuáles son las razones para estar optimistas? Primero, el deterioro
del ambiente ha comenzado a generar efectos concretos en la vida de la
comunidad humana de la región, generando claras tensiones en la agenda
política de nuestros dirigentes. Es decir, les voy a poner un ejemplo muy
sencillo: en Nicaragua, estamos en medio de una gran campaña electoral; en la
costa atlántica, ¿cuál ha sido el eje de la campaña? Cual de los candidatos es
capaz de garantizar la repoblación de la langosta en la costa atlántica; ese es el
eje de la campaña. Es un tema ambiental. Y en el pacífico, el gran tema electoral
ha sido, cuál de los candidatos va a poder resolver el problema de la energía
renovable. Es decir, de repente, el tema ambiental comienza a ser un tema de
agenda política, por la situación a la que hemos llevado su deterioro. En ello,
efectivamente, entonces, el tema ambiental comienza a convertirse en una
agenda inevitable para el ejercicio del poder político, y eso es muy importante
desde el punto de vista de sus perspectivas de desarrollo.
Por otro lado, las condicionalidades ambientales externas a las formas de
producción y consumo, cada vez son mucho más fuertes. Acabamos de suscribir
el tratado de libre comercio, nos guste a algunos o no nos guste a otros, pero en
el tratado de libre comercio ahora hay un capítulo completo sobre el tema
ambiental, y hay condicionalidades sobre el tema ambiental, lo cual,
efectivamente, crea oportunidades más allá de la posición política que podamos
tener sobre el tema del DR–CAFTA.

Y, finalmente, la tendencia general de la comunidad humana va girando


alrededor de los problemas de la aplicabilidad, más que a los problemas de más
producción normativa o legislativa. Con ello, queremos completar este cuadro de
reflexiones, no sin evocar, algo que nos dijo una vez en una conferencia el Dr.
Rolando Alfaro, que está aquí presente, nuestro maestro, que nunca se me
olvida y que quiero repetirlo con su venia. El Dr. Alfaro, en una ocasión, nos dijo,
miren, la principal ley que debería tener el hombre en materia ambiental es
respetar las leyes que la misma naturaleza se ha dado a si misma, y nos dijo,
pero no se preocupen, si el hombre no hace justicia a su relación con la
naturaleza, la naturaleza va hacer, se va a encargar de hacerse justicia, por su
propia mano, y les aseguramos que el castigo va a ser implacable. Ojalá que
eso nos mueva a reflexión en beneficio del futuro de las próximas generaciones.
Muchas gracias, compañeros.

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