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Bienvenidos:
Antes de escuchar al intelectual y caricaturista: “El Fisgón”, permítanos contarles una historia,
un sentir, y el propósito de este evento.
Hace ya un año, una mujer de cabello completamente blanco, de más o menos setenta años
de edad, con piel marcada por el paso del tiempo, su mirada brillante-cansada, y unos tenis
blancos que hacían contraste entre su apariencia y su espíritu, estaba animando a la gente que
pasaba por la calle de Madero en el Centro Histórico, para que participara en una consulta en
la que se ponía a consideración el trabajo de Felipe Calderón hasta ese entonces. En la
Consulta por la Revocación de Mandato de Calderón.
A un varón, muy alto, que iba pasando le llamó la atención, y enfurecido le preguntó a la
señora por qué estaba haciendo eso.
A lo que ella dijo: nada señor, estoy aquí porque a mis nietos les había contado de un México,
de otro, no el que ahora está desapareciendo, un México que ya no es el mismo desde que
Calderón está allí. Y porque basta la muerte de una sola persona para intentar cambiar las
cosas. Hasta cuándo, señor, usted y yo nos hartaremos de la sangre, ¿cuánta sangre tiene que
derramarse para que empecemos a indignarnos por el país que les estamos dejando a nuestros
hijos?
Queda esa anécdota para admirar el valor de aquella mujer y para preguntarnos ¿Dónde
estamos y qué estamos haciendo los jóvenes? O qué podríamos hacer.
Resistirnos a olvidar que a partir del fraude electoral, una vez Calderón en el poder, se
incrementó la violencia, pues el combate al narcotráfico se ha hecho de manera irresponsable.
Ya que antes de promover una guerra contra el narco habría que generar y garantizar
educación, trabajo, salarios dignos, para que el joven, hombre o mujer, quién sea, viva
dignamente y no tenga que escoger “el lado obscuro”.
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Palabras a la visita del Arq. Rafael Barajas “El Fisgón” a la UAM-Azcapotzalco
Jueves 26 de mayo de 2011, Sala D001, 13:00 hrs.
Después del 2 de julio de 2006 el ambiente que predominó nos hizo pensar que tuvo que
haber pasado un hecho de tal magnitud, de tal engaño, otra vez, para que los mexicanos
comenzáramos a despertar, a parpadear de nuevo. Que viéramos lo bueno que vendría.
Y así es. El lado bueno, a parte de estar aquí con ustedes, es que sólo así las palabras
revolución y conciencia volvieron a vibrar entre nosotros. Esta vez no se habla, y que quede
claro, de una revolución de las que la historia mexicana trae a la memoria: no. Es siglo XXI, y
para hacer valer nuestra condición racional de seres humanos, es una Revolución de
Conciencias.