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Otogramas a debate

Francisco Antón Barberá

El profesor PIÉDROLA, en las históricas aulas de la Escuela General de Policía


de la calle Miguel Ángel, 5 de Madrid, explicaba a los caballeros alumnos su asignatura
“Identificación” y decía que tras la huella dactilar el dato más fiable para una
individualización personal segura era la oreja, con la excepción de los hermanos
univitelinos.

Aclaremos, antes de proseguir, que las huellas latentes dejadas en el lugar de los
hechos por las orejas reciben el nombre de OTOGRAMAS (earprints, en inglés).
Dicho término es un neologismo compuesto por las palabras griegas ους [genit. ωτος]
(το). OTO = Oreja; oído; y de γραμμα, -ας, GRAMMA = inscripción. Significando
con ello el dibujo que deja el relieve de la oreja al presionar en cualquier superficie apta
y también la reproducción de la misma conseguida mediante la técnica adecuada.

Tradicionalmente, así lo podemos leer en la


literatura seria sobre temas de identificación, suele
decirse que las formas y características de la oreja
humana son diferentes entre sí. Esta afirmación nunca
se ha demostrado empíricamente. No existe un solo
estudio científico publicado que establezca que las
orejas humanas puedan reconocerse por comparación
basándose en el hecho de que son desiguales. Los
expertos en la materia suelen remontarse fielmente
hasta Alfonso BERTILLON, quien como ustedes saben, ideó un método para identificar
a las personas mediante una serie de medidas corporales, la llamada Antropometría o
bertillonaje, implantado en Francia a fines del siglo XIX. Una de esas proporciones
suponía precisar la medida de la oreja humana.

El sistema antropométrico muy pronto fue abandonado por todo el mundo al no


facilitar dimensiones fiables y únicas, además resultaba harto incómodo para practicarlo
de modo uniforme por los servicios de identificación. Nunca el procedimiento confió su
resultado a una única medida corporal para reconocer a un individuo cualquiera.

El bertillonaje contempla un proceso complejo que implica la toma de medidas


del organismo con gran precisión y unas condiciones fijadas cuidadosamente de las
diferentes dimensiones de la anatomía humana, la descripción morfológica del aspecto y
forma del cuerpo, de las marcas particulares observadas en el exterior del mismo
(verrugas, cicatrices, tatuajes…), pero su autor nunca sugirió que la identidad podía ser
establecida comparando una huella latente de oreja con la impresión del otograma
obtenido a un sospechoso, ni jamás habló de la presión o torsión del apéndice auricular.
En realidad su sistema consistía en calcular que si se toman catorce medidas distintas
de un determinado cuerpo las probabilidades de encontrar a dos personas con esas
medidas idénticas es de 286.435.456 a uno.
BERTILLON llega a una descripción de la oreja consistente en:

a. Tres porciones de la parte delantera de la oreja (hélix) y su grado de abertura.


b. El contorno, grado de adherencia a la mejilla y dimensión del lóbulo de la
oreja.
c. Inclinación horizontal, del perfil y grado de reversión del antitrago.
d. La medida y el borde del antihélix ascendente y mediano.

Además de estas medidas, el autor del procedimiento requiere una descripción


de la estructura general de la oreja, de su separación de la cabeza y de cualquier
particularidad observable, el lóbulo, el trago, el antitrago, la concha, etc., así como las
variadas depresiones y características, tubérculo darwiniano y de otros elementos, pero
jamás se interesó por las impresiones de la oreja halladas en la escena del crimen, su
revelado, medida, fotografía,
preservación o unicidad. En verdad, el
bertillonaje no se ocupó nunca de los
rastros aparecidos en el lugar de los
hechos, su actividad fundamental era
lograr la identidad de un detenido
comparando sus datos físicos, existentes
en la ficha lograda en una de sus
anteriores detenciones, para evitar falsas
identidades. Citar por lo tanto a Alfonso
BERTILLON como autoridad en la
obtención de huellas o impresiones de la
oreja es faltar a la verdad pues, este
pionero de la identificación personal,
nunca expuso tales argumentos, no lo
intentó ni mucho menos lo defendió.

En 1906, IMHOFER, doctor en


Praga, lleva acabo investigaciones en
varios cientos de orejas, concluyendo que
no existen dos iguales en todas las
observadas. Hubo posteriormente, en
1960, un estudio sobre doscientos infantes y ninguno de ellos tenía las orejas
semejantes, incluso se pensó que este podía ser el método tan deseado para identificar a
los neonatos. Añadiremos que las indagaciones realizadas se basaron en una muestra
muy pequeña y, además, la mayoría de los estudios realizados se referían a la
comparación efectuada entre orejas completas, reales, y no a los otogramas latentes
fragmentarios o confusos conseguidos en el lugar de los hechos.

Dos personajes se encargan de confirmar la eficacia de los otogramas y su


identificación: Alfred V. IANNARELLI y Cornelius VAN DER LUGT.

Alfred V. IANNARELLI dedica cuarenta años de su vida al estudio de las orejas


y puede considerarse como el único autor de un libro dedicado por entero a este tema.
El texto fue publicado en 1964 bajo el título de “Sistema de Iannarelli de la
identificación de la oreja”. En el se dice que la “identificación del earprint - otograma
para nosotros– es una ciencia exacta que se puede utilizar para probar más allá de
cualquier duda razonable ya una certeza moral que un earprint desconocido
encontrado en la escena de un crimen sea el del sospechoso conocido”. No explica
nada sobre la identificación de huellas latentes de la oreja.

El manual establece un método de ordenación de la oreja basado en una


clasificación primaria, atendiendo a la raza y el sexo del individuo, y, una clasificación
secundaria, según “doce medidas antropométricas de la oreja”. Para tomar estas
medidas es preciso dividir la misma en ocho triángulos isósceles-derechos iguales,
dibujados sobre la foto o representación de la oreja. En la edición de 1989
IANNARELLI agrega una nueva sección al libro dedicada a la identificación de la
huella latente de la oreja. Utiliza para su revelado el mismo medio empleado para hacer
visibles las huellas digitales, aunque no pudo establecer la identificación de la oreja
como ciencia.

La toma de impresiones de cotejo de la oreja del sospechoso se realiza por el


técnico “duplicando la presión usada por el sospechoso en la escena del crimen”. El
autor no explica como averiguar la fuerza aplicada por el sospechoso en el lugar de los
hechos. Pero, para permitir una comparación, sugiere tomar varias impresiones de la
oreja a confrontar con diferentes niveles
de compresión. Con las impresiones
indubitadas obtenidas y la huella latente
dubitada, lograda en el lugar de los
hechos, las orejas están listas para el
cotejo.

La distorsión en la imagen
revelada de un otograma en el lugar del
crimen, a causa de la elasticidad, impide
comparaciones con las impresiones de la
oreja. Para efectuar dicho cotejo se
emplea la disección cortando ambas,
huella e impresión, en cuartos, entonces
los cuartos derechos izquierdos e
inferiores superiores de la impresión se
emparejan con izquierda derecha e
inferior superior de la otra impresión y
viceversa. Otro método es el de la
transparencia, el cual implica hacer copias
transparentes de ambas impresiones y
ponerlas en un proyector, donde se
comparan.

Veinticinco años después de


publicar su primer ejemplar, la edición
revisada no presentó nada nuevo en el
campo de la identificación de la oreja o su clasificación. Cuarenta años de investigación
no pudieron apoyar su teoría de que como las huellas dactilares, no hay dos orejas
semejantes.
Cornelius VAN DER LUGT, no es un científico, policía holandés, cuyo nivel
mas alto de educación son estudios de secundaria en la High School, dice que la
identificación de los otogramas ha alcanzado la aceptación general dentro de la
comunidad forense así como el modo de efectuar una identificación positiva, si bien un
sistema que carece del apoyo de la comunidad científica y forense esta abocado al
fracaso. Ni IANNARELLI ni VAN DER LUGT poseen el aval científico.

Merced a la influencia de VAN DER LUGT, como especialista en el campo de


la identificación de la oreja, ha conseguido establecer e introducir dicha técnica en los
tribunales de los Países Bajos, irradiando su influencia y aplicación técnica a otros
países europeos y EE.UU. de América. Su método no se diferencia mucho del de
IANNERELLI, pues emplea las mismas versiones levemente modificadas del
recubrimiento por transparencia y los de disección. Al tomar la impresión real procura
controlar la distorsión de la presión. No explica nada nuevo.

Ni IANNARELLI ni VAN DER LUGT han aportado una base adecuada o


metodológica para la individualización de la oreja. Lo primero es probar
estadísticamente que no hay dos orejas iguales. El estudio de IANNARELLI en mil
orejas no ha demostrado esto. Incluso si cada oreja es diferente hay que acreditar que la
impresión de la oreja es bastante exacta a una representación real de la misma y ser útil
como medio de identificación. La oreja es maleable, un elemento tridimensional,
mientras que las impresiones son simplemente una representación gráfica en dos
dimensiones de esa parte anatómica. Igualmente, debe fundamentarse que la impresión
de un otograma es una representación exacta de la oreja de un individuo y cualquier
distorsión que ocurra, debida a las diferencias de presión al tocar la oreja una superficie
en la escena del crimen, puede ser controlada.

Además de las cuestiones apuntadas se plantean muchas otras, tales como la


metodología apropiada a aplicar en las impresiones parciales o incompletas, el sistema
adecuado para la obtención de las muestras de orejas para ser cotejadas, los estándar
obtenidos de la oreja para lograr una técnica fiable, grado de certeza en las conclusiones
al comparar la evidencia conocida y desconocida de la oreja, etc.

En España la primera sentencia condenatoria, basada parcialmente


en este tipo de evidencia, se produjo el 19 de noviembre de 2001. Fue
condenado el ciudadano colombiano de 31 años de edad, Jai me
MILLÁN RUIZ, por el Juzgado de lo Penal número Uno de Palencia, a
una pena de dos años y seis meses de prisión por robo en una vivienda.
Ello sin duda merced al esfuerzo del Inspector jefe de la Brigada
Provincial de Policía Científica de Palencia, Miguel Ángel de Diego, y
la colaboración de otros compañeros de Santander como Guillermo
Rosewarne y Javier García Rodríguez. En Cataluña aplican esta técnica
con éxito la Unidad Regional de Policía Científica de los Mossos
d’Esquadra. Se han publicado algunos trabajos como: “Estudio Criminalístico de
Huellas de Oreja” (G. R. López y J. García, Revista Policía, nº 151, septiembre 2000);
“Huellas de Oreja, sus posibilidades criminalísticas” (G. R. López y J. García, Revista
Guardia Civil, nº 684, Abril 2001); “Otogramas” (G. R. López y F. J. García, Revista de
la Asociación Nacional de Policía Uniformada, A.N.P.U., Junio 2001); “Otogramas, las
huellas del que escucha” (Guillermo J. Rosewarne y Antonio Nieto, Revista digital del
Cuerpo Nacional de Policía, policí@hoy)...
El delincuente para asegurarse que dentro del domicilio elegido,
al cual pretende acceder mediante fuerza, no hay nadie que pueda
molestarle en su tarea, suele pegar el pabellón auricular a la puerta de
entrada, para percibir cualquier sonido indicativo de la presencia o no
de sus moradores en el interior, dejando con dicho acto su otograma
latente en la superficie auscultada.

La técnica de revelado es igual que la efectuada en las huellas


digitales, mediante los reactivos adecuados (carbonato de plomo,
polvos magnéticos, etc.), pero además gracias a la misma pueden
determinarse la altura aproximada del sospechoso, longitud del pelo,
uso de pendientes o pearcings, gafas, si es hombre o mujer, relacionar
casos, descartar sospechosos…

Para determinar la altura aproximada del presunto autor se toma


como referencia la distancia existente desde el pavimento al trago,
situado a catorce centímetros de la cima del cráneo. Como al adoptar la
postura de escuchar el cuerpo se inclina hacia delante, el trago
desciende en torno a seis centímetros con relación a la altura si
estuviera de pie. Lo que habrá que tener presente para deducir la altura
con la fórmula: altura-pavimento-trago+veinte centímetros.

Los cálculos no son exactos, pues intervienen una serie de


variables que el especialista atenderá, a
saber, los de talla elevada se inclinan mas
y los bajos menos si a ello añadimos un
margen de cinco centímetros, la estatura
probable de quien produjo el otograma la
establecemos del modo siguiente:
precisamos la distancia desde el pavimento
a la marca dejada por el trago y agregamos
20-30 centímetros en personas altas y +10-
20 centímetros en personas bajas.

Para efectuar el trasplante,


fotografiado y posterior peritaje se aplican
las técnicas de la disección empleadas por
VAN DER LUGT. Básicamente hay tres
métodos:

1. Superposición de imágenes. Colocar una


sobre otra para ver si encajan.

2. Comparación directa. Ver puntos


coincidentes, como en las huellas
dactilares, y

3. Disección. Se coge una huella y se


divide en cuatro partes, cortar en sentido
horizontal y después verticalmente. Se intercambian para ver si
hay coincidencias, obteniendo dos composiciones que muestran
una misma imagen sin variaciones morfológicas.

Pese a los buenos resultados, a su aplicación por parte de la


mayoría de policías europeas, existen inconvenientes con esta técnica
como hemos expuesto, baste citar a título de ejemplo el problema de
pasar a dos dimensiones la figura de la oreja que es tridimensional. La
oreja varía de acuerdo al ángulo y rotación de la cabeza y además en
relación al grado de presión con que la cabeza se apoya contra la
superficie adecuada. Nunca se encuentra una huella de oreja que encaje
al cien por cien con otra huella a causa de la distorsión producida en el
proceso.

El “test Daubert”, nacido en 1993, que actualiza el “test Frye”


dice que “La evidencia basada en nuevos conocimientos científicos
debería ser admisible sólo después de que se haya podido establecer
que la evidencia es fiable y científicamente válida. Además, el tribunal
recuerda a los jueces su deber de actuar de cancerberos responsables
de evitar que la “ciencia basura” entre en las salas de vistas”

Se está pendiente del proyecto FEARID (Forensic Ear


Identification), Identificación forense a través de la oreja, promovido
por VAN DER LUGT, en unión de siete universidades y centros de
investigación de varios países, aprobado por la Unión Europea, de sus
frutos a finales de enero de 2005. La finalidad, lograr un procedimiento
estándar de detección, almacenamiento e identificación de otogramas.
Esperamos y deseamos que consiga sus propósitos por el bien de los
investigadores. Mientras, los especialistas aguardan ilusionados la
resolución a sus problemas efectuando un impecable trabajo diario.

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