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21 DE ENERO
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
MEDELLÍN
2008
SÍNTOMA Y LAZO SOCIAL
Este escrito pretende dar cuenta de la relación entre dos nociones que parecen
conflictivas, la de síntoma y la de lazo social. De esta manera, iniciaré con una
breve descripción de ambas nociones en Freud y Lacan, para concluir con la
relación que puede ser establecida entre ellas.
Finalmente, Lacan hablará del síntoma desde su dimensión real, es decir, como
conflicto del sujeto con su posición de goce. Al respecto Miller va a decir que “el
síntoma no es todo significante y lo negativo evocado por esa envoltura formal
es que él envuelve goce, materia gozante”. Así, vemos como el síntoma está
constituido por una envoltura formal, enmarcada en la dimensión significante y
que es interpretable, pero también tiene un núcleo, que no pasaría por la
palabra, es decir, un núcleo de goce, un polo pulsional que no cede a la
interpretación.
Las ideas religiosas son, según Freud, la realización de los anhelos más
antiguos de la humanidad, en primer lugar el de ser protegido de la
omnipotencia de la naturaleza, sin tener que soportar las limitaciones y las
privaciones de la cultura. Pero como ese resultado es un imposible, entonces,
sólo puede tratarse de una ilusión. “Estas que se proclaman enseñanzas no
son decantaciones de la experiencia ni resultados finales del pensar; son
ilusiones, cumplimientos de los deseos más antiguos, más intensos, más
urgentes de la humanidad; el secreto de su fuerza es la fuerza de estos
deseos.” (Freud, 1927)
En lo que respecta a Lacan, vemos que para él, cada discurso (de los cuatro
propuestos) es sinónimo de lazo social y funciona como aparato regulador del
goce. Propone “el discurso como siendo lo que instaura un tipo de lazo social
definido.” (Lacan, Seminario 19, 1972). Cada discurso, entonces indica la
regulación del goce en la relación del sujeto con el otro.
Para que haya discurso no es necesario que haya palabras, sino relaciones.
Así, las formaciones discursivas se diferencian entre sí de acuerdo a la forma
en que se relacionan los elementos de la estructura. Todos los discursos
guardan un imposible; cada discurso resguarda, atesora, respalda un
imposible. Discurso del amo: el imposible de gobernar lo real. Discurso de la
histérica: el imposible de hacer desear. Discurso universitario: el imposible de
educar lo real. Discurso del analista: el imposible de analizar. (Laplanche, 1997)
Con la noción de discurso, Lacan no sólo propone una nítida articulación entre
lo individual y lo social, sino que anuda los vínculos sociales con el tratamiento
del goce, tal como pueden formularse a partir de la experiencia psicoanalítica.
Las fórmulas de los discursos están basadas en una escritura que toma en
cuenta el “álgebra” ya despejado por Lacan a partir de la postulación del
inconsciente estructurado como un lenguaje, de la consiguiente teoría del
sujeto como efecto de la articulación significante y de la producción de un
“resto” que escribirá como “a” del objeto en su triple estatuto de objeto perdido,
causa del deseo y objeto más-de-goce. (Cevasco, 2006)
Jacques-Allan Miller viene a soportar esta idea sosteniendo que todo goce
sintomático es un goce sustitutivo con relación al goce que no hay, al goce que
sería el adecuado para todos si la relación sexual se escribiese. Allí donde la
relación sexual no existe, todo goce viene como suplencia a eso que no existe.
El conjunto vacío, como eso que ‘no hay’ da lugar a la proliferación de los
efectos de verdad, al inconsciente mismo, y a la invención de variedad de
síntomas, considerados como aparatos de goce.
__________. El porvenir de una ilusión (1927). En: Obras Completas. Vol. 21.
Buenos Aires: Ed. Amorrortu , 1979
_______. Seminario 19: Ou pire (1972). Buenos Aires: Ed. Paidós, 1997.
LAPLANCHE, J., y PONTALIS, J.B. Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires:
Ed. Paidós, 1996