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ORLANDO JÁCOME MENCHACA

FINANZAS I
GRUPO 1555

G-20: entre la historia y la nada

Marcelo Justo
BBC Mundo

El problema no se limita al FMI. Una


reforma de la arquitectura financiera
internacional tiene que tratar muchos
temas a la vez: el sistema bancario, los
paraísos fiscales, la regulación
internacional

Jesse Griffiths
"Bretton Woods Project"

¿Cimiento de un nuevo orden financiero internacional o irrelevante pie de página?

Ese es el dilema que enfrenta la cumbre del G-20 este fin de semana en Washington.
Nadie espera que esta amalgama de naciones dispares -los ricos del G7, las nuevas
potencias del BRIC (Brasil, Rusia, India, China), y países varios como Argentina,
Corea del Sur, Turquía y Arabia Saudita entre otros-, pueda acordar con dos sesiones
de trabajo de 90 minutos una nueva arquitectura financiera mundial.
"Tendremos declaraciones generales y se necesitará mucho trabajo adicional para
que eso se refleje en propuestas concretas. El significado más impactante de la
reunión es que las nuevas naciones emergentes serán parte de la negociación",
señaló a BBC mundo Kevin Young, especialista en Politica Internacional de la
"London School of Economics".
Pero el tiempo urge.
En una declaración el viernes 7 de noviembre, la Unión Europea indicó que el G-20
debería aportar soluciones en los próximos 100 días.
El plazo se cumple a fines de febrero: aproximadamente un mes después de la
asunción de Barack Obama.

Lo viejo y lo nuevo
¿Se puede comparar esta cumbre del G-20 con la reunión de 44 naciones en Bretton
Woods en 1944 que definió el orden internacional que regiría al mundo capitalista de
la posguerra?
Los acuerdos de Bretton Woods crearon instituciones internacionales como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco de Reconstrucción y Desarrollo (IBRD, luego
absorbido por el Banco Mundial) para evitar turbulencias económicas globales como
la de los años 30.
Según críticos del FMI, como el "Bretton Woods Project" -una organización
independiente que vigila la conducta de las organizaciones creadas en 1944-, las
crisis financieras de estos últimos 20 años demuestran el fracaso de estas
instituciones.
"Pero el problema no se limita al FMI. En ese sentido, una reforma de la arquitectura
financiera internacional tiene que tratar muchos temas a la vez: el sistema bancario,
los paraísos fiscales, la regulación internacional", indicó a BBC mundo Jesse
Griffiths, del "Bretton Woods Project".
Es que la elemental estructura acordada en Bretton Woods naufragó a principios de
los 70 cuando Estados Unidos impuso la libre flotación de la moneda pero, además,
se vio erosionada por la creciente importancia del capital financiero.
Para muchos, la desregulación de las bolsas de los años 80, la liberalización del
mercado de capitales de los 90 y el impacto de la revolución tecnológica dibujaron un
planeta muy diferente al de la posguerra y desnudaron la impotencia de las
instituciones internacionales vigentes.
"La regulación a nivel nacional resulta totalmente insuficiente para un sistema
financiero internacional que cuenta con una presencia creciente de nuevos agentes
como fondos de inversion, compañías de seguro y otros actores que hoy tienen una
presencia fundamental y simultánea en distintos países", señaló a BBC Mundo Jordi
Galí, economista de la "Barcelona Graduate School of Economics", un centro
internacional de posgrado en economía.

Economía y política
En vísperas de la cumbre de Washington unas 260 ONG y organizaciones
humanitarias, dieron a conocer una declaración en la que reclaman el fin de la
agenda desreguladora y privatizadora global, una mayor transparencia institucional
mundial y claros límites al FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del
Comercio.
Hasta hace poco un programa de esta naturaleza parecía una agenda radical con
escasas posibilidades de aplicación.
La peor crisis financiera global desde los años 30 ha cambiado el clima intelectual del
debate y, al menos en el significado superficial de algunas palabras, distintos líderes
europeos coinciden en la necesidad de crear "un nuevo orden global financiero"
(José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea) o garantizar un "sistema
transparente" (el primer ministro Gordon Brown ante la ONU).
Sin embargo, la disparidad política de los miembros del G-20 puede empantanar las
conversaciones o tornarlas en un juego vacuo de declaraciones altisonantes.
¿Cuánto terreno común pueden encontrar los países del BRIC y del G7 o miembros
individuales como Rusia y Estados Unidos?
En este contexto, los 100 días de la Unión Europea parecen más una expresión de
deseos que una posible realidad.
Más teniendo en cuenta que la cumbre del G-20 en Washington tienen de anfitrión a
un protagonista debilitado: George W. Bush.

El factor Obama
El presidente saliente es lo que en inglés llaman un "lame duck", un pato rengo.

Pero además, sus diferencias con Obama en temas de política económica abren un
signo de interrogación sobre lo que se pueda acordar con Bush.
Mientras que Bush sólo aceptó a regañadientes la idea de una reforma financiera
internacional, el presidente electo fue uno de los signatarios el año pasado de un
proyecto de ley contra los paraisos fiscales.
En la campaña, Obama indicó que quería reforzar la exigencia de liquidez y
transparencia de las instituciones financieras y regular los Fondos de Inversión, las
agencias calificadoras de crédito como Standard and Poor y las transacciones de
complejos instrumentos financieros como los derivativos.
Un programa de esta naturaleza se complementa bien con las reformas que impulsa
la Unión Europea y contaría con el apoyo de algunas naciones en desarrollo.
"Es posible que el G-20 no sea el escenario final de estas discusiones, pero sí puede
suministrar una iniciativa sobre qué instituciones es necesario crear o cuáles se
pueden reformar para la coordinación de una nueva regulación y supervisión
financiera internacional.", indicó a BBC mundo Jordi Galí.
Pero organizaciones como el "Bretton Woods Project" alertan contra soluciones
superficiales.
"La reunión de los países del G-20 puede ser un primer paso, pero lo que se necesita
es un debate realmente global. No se trata de acordar un incremento de fondos para
el FMI o algunas medidas rápidas para salir del paso. No se soluciona con eso: un
parche no sirve", puntualizó a BBC Mundo Jesse Griffiths, del "Bretton Woods
Project".

FUENTE:
www.bbc.co.uk

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