EL ESTUDIO DEL PENSAMIENTO POSTFORMAL En la literatura encontramos dos grupos de respuestas:
La primera, defendida por autores como Rybash, Hoyer y
Roodin (1986: 55-56) que señalan que “el pensamiento postformal estaría compuesto por un conjunto de estilos de pensamiento en la adultez, los cuales no constituyen, en sentido estricto, una verdadera etapa del pensamiento”.
La segunda postura, sostenida por Sinnott (1994:107),
define al pensamiento postformal como una organización lógica compleja del pensamiento que se caracteriza por el descubrimiento de que el conocimiento y la verdad no son adsolutos sino que pueden ser escogidos por el sujeto. Para Sinnot (1994) hay dos elementos íntimamente vinculados que caracterizan el pensamiento postformal que son:
Relativismo: La perspectiva del pensamiento postformal postula
como una de sus principales características la interdependencia e interrelación entre la esfera cognitiva y la afectiva.
Pensamiento auto-referencial: La noción esencial de auto-referencial
es que la construcción del sistema de conocimientos no se construye nunca completamente libre de límites y determinaciones. LAS PRINCIPALES HABILIDADES INTELECTUALES POSTFORMALES EL PENSAMIENTO DIÁLECTICO Mientras que para Piaget la función de equilibración resolvía las contradicciones generadas por la tensión entre acomodación y asimilación. Para Riegel el desequilibrio dialéctico es la fuente de progreso intelectual. El sujeto que alcanza el pensamiento dialéctico ve a todo conocimiento y a la realidad misma inmersos en un continuo movimiento y caracterizados por contradicciones intrínsecas. PENSAMIENTO RELATIVISTA
Para Sinnot (1984) la habilidad más relevante del
pensamiento postformal es el pensamiento relativista que descansa en las ideas de cambio, subjetividad y novedad. Otro aspecto del pensamiento relativista, es que le permite al sujeto resolver problemas que pueden estar “mal estructurados” o donde los resultados y los parámetros del problema puedan no ser claros. Ambos pensamientos comparten la idea de que el desarrollo cognitivo en la adultez y la vejez se caracteriza por la utilización de esquemas que muestran su capacidad para explicar el cambio ESTUDIOS SOBRE SABIDURÍA Clayton (1982) definió la sabiduría como un tipo de inteligencia capaz de operar con los principios de contradicción, paradoja y cambio.
Sternberg (1985), en cambio, la sabiduría es un tipo de
conocimiento interpretativo que combina la anchura con la profundidad, que conlleva una comprensión de los límites y valores de la vida y del vivir. Dittman-Kohli y Baltes (1984) propusieron cinco aspectos que se refieren o definen características de las personas que han desarrollado la sabiduría: 1) Las personas sabias son percibidas como buenos consejeros: Se relaciona con el alto grado de ejecución que alcanzan en el dominio de la pragmática de la inteligencia.
2) Ante los problemas de la vida, las personas sabias son capaces de
identificar la verdadera dimensión de una cuestión, las alternativas y las soluciones posibles, utilizando de forma combinada los aspectos cognitivos, reflexivos y afectivos: El desarrollo emocional y cognitivo interactúan de tal manera que producen un sistema cognitivo capaz de tolerar problemas complejos. 3) La sabiduría ha de entenderse en referencia al contexto ecológico, social y humano del problema a que se refiera: Las personas sanas pueden desarrollar varias habilidades relacionadas a la sabiduría, entre ellas: el reconocimiento de su individualidad, del contexto, ser sagases, perceptivas y poseer habilidades interpersonales. 4) La sabiduría conlleva el reconocimiento de la ambigüedad. La complejidad y la incertidumbre de los problemas a tratar: Las personas con esta habilidad de pensamiento pueden realizar tareas de entrecruzamientos de límites interdisciplinarios, descubrir relaciones subyacentes. 5) La sabiduría requiere de una forma de pensamiento relativista y reflexivo: La sabiduría implicaría que los adultos dediquen una cantidad considerable de tiempo para reflexionar y pensar sobre cuestiones concernientes al pasado y al futuro, sobre sí mismos y los otros.
Finalmente, si el desarrollo cognitivo en la
adultez y la vejez implica una reorganización cognitiva, emocional y de personalidad que permite el logro de nuevos equilibrios, puede pensarse que una intervención educativa orientada a favorecer tal tipos de cambios conlleva una mejora calidad de vida.