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AMARTYA SEN Y EL INDICE DE DESARROLLO

HUMANO
El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador del desarrollo
humano por país, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD). Es un indicador sintético de los logros medios
obtenidos en las dimensiones fundamentales del desarrollo humano, a
saber, tener una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar
de un nivel de vida digno. El IDH es la media aritmética de los índices
normalizados de cada una de las tres dimensiones.

El producto interno bruto (PIB) per cápita es una medida de la riqueza


producida y disponible en promedio por habitante. Sin embargo, sólo se
trata de un promedio estadístico, que oculta las desigualdades sociales,
además de que el nivel de vida abarca muchos más factores de los que
considera el PIB por cabeza: índice de pobreza, indicador sexoespecífico de
desarrollo humano y el indicador de participación de las mujeres en el
desarrollo.
Incluso, si como señala Amartya Sen (El nivel de vida, Editorial Complutense), el
PIB contiene algunos elementos no mercantiles, valorados convencionalmente al
costo de factores (educación, salud, servicios, como agua potable, alcantarillado,
luz pública, policía, etcétera) no toma en cuenta los bienes y servicios gratuitos
incluidos en el nivel de vida, como el trabajo de las esclavas domésticas a las que
eufemísticamente llamamos “amas de casa”. La consideración de esos elementos
permite comprender que en muchos países del llamado Tercer Mundo, que en
realidad es un mundo de tercera, se pueda vivir con ingresos monetarios en
apariencia irrisorios.

La influencia de Amartya Sen en la economía del desarrollo es más antigua que la


asignación, excepcionalmente justa, del Premio Nobel: en los años 60 participó en
los debates sobre la planificación hindú y la selección de técnicas para los países
subdesarrollados. En los 70 se orienta hacia la economía pública con sus trabajos
pioneros sobre “bienestar y elecciones colectivas”, en la línea del keynesiano y
también Premio Nobel Kenneth Arrow.

Gran parte del trabajo de Amartya Sen se orienta por las cuestiones de la pobreza
y las hambrunas y cuestiona, severamente, la veracidad de la afirmación de que
el hambre es consecuencia de las malas cosechas y no de una desigualdad
humana tan deplorable como injusta.
• El análisis de los factores económicos y sociales que influyen en los distintos
grupos de la sociedad y sus oportunidades reales de desarrollo humano es
esencial para de manera pertinente revelar los mecanismos que interactúan
en las hambrunas contemporáneas. La globalización pone frente al mundo a
los nómadas famélicos del África junto con los de Haití (castigados
doblemente por los dioses del vudú con un terremoto y con la familia
Duvalier), que no están en los límites subhumanos de la terquedad por las
malas cosechas, sino por las malas conciencias. Son los que hace más de
medio siglo Frantz Fannon llamara “Los Condenados de la Tierra”.

• Para Sen, cuando se estima el desarrollo no hay que limitarse a examinar la


variación del PIB o de algún otro indicador de expansión económica –la
relación agregada de beneficio costo, por ejemplo–, sino que se debe
considerar el impacto de la democracia y de las libertades públicas sobre la
vida y las capacidades de los individuos, tomando en cuenta, en particular, la
relación entre la existencia de derechos cívicos y políticos y los esquemas de
distribución del ingreso y la riqueza.
• La principal preocupación debe ser que los individuos sean capaces de vivir el
tipo de vida que desean y hacerlo coincidir con el que merecen.

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