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Desigualdad

JESUS ENRIQUE VENTURA CHACÓN


Para combatir la desigualdad es necesario entenderla, y justo por eso es que este miércoles
lanzará Oxfam un estudio sobre ese flagelo en México. Y nos debe ocupar este tema si nos
preocupan la vida democrática y la libertad humana.
La desigualdad económica es, quizás, el tema más debatido hoy en día en el mundo, y los
trabajos de académicos como Atkinson, Milanovic, Bourguignon y Piketty a nivel internacional lo
han puesto en la agenda de los hacedores de políticas públicas; sin embargo, aún hace falta
mucho trabajo para entender sus múltiples causas y, todavía más importante, encontrar la forma
de combatirla agresivamente.
No es difícil apreciar que vivimos
en un país repleto de
desigualdades. En casi todos los
aspectos de su vida cotidiana es
posible distinguir sus efectos;
vivimos en un entorno donde
existen regiones tan ricas como en
los países más desarrollados del
mundo y en otras donde existen
condiciones de marginación
semejantes a las de los rincones
más abandonados en África.
Podemos tratar de entenderla al
observar los cambios en las distintas
mediciones que pretenden capturar su
existencia. México ha tenido un
avance en su índice de Gini si se le
compara con la misma medición hace
apenas una década; sin embargo,
otras mediciones como el índice
Palma apuntan en otra dirección: la
desigualdad sigue creciendo.
También es cierto que la probabilidad de subestimar la desigualdad en el ingreso en México es
alta, pues los datos existentes en encuestas de ingreso no incluyen a muchas de las personas que
tienen ingresos muy superiores al 5% más rico de la población.
Quizá lo más grave entre todas estas mediciones es que la desigualdad antes y después de
impuestos no cambia mucho, es decir que el esfuerzo redistributivo en el país no sólo no es
suficiente, sino que en muchas ocasiones el gasto público, tal como se ejerce, es regresivo.

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